viernes, agosto 18, 2006

El Viaje, Capítulo V. The price you pay - Drama de incierto final en tres actos (I)

Escenario:
Un tribunal de la Santa Inquisición, rodeado de bosque, y con adornos de templos budistas que doran una luz plateada que surge de ninguna parte. De todas las partes.

Personajes:
El Niño, Juez del tribunal
Carlos, el acusado,
Elena, la instigadora
Antonio, la víctima
Jorge, el abogado del diablo
María, fiscal, demonio alado
Cortázar, guardián de las palabras
Dante y Virgilio, alguaciles
Jurado
Testigos


Primer Acto - La recolecta

(Se alza el telón. El tribunal se encuentra en penumbra, penumbra que irá disipándose a medida que se termine de alzar el telón y el viejo, rico y gordo público que abarrota el teatro apague sus móviles, gracias. Todos los personajes se encuentran en la sala. El Niño, en calidad de juez, destaca sobre el resto. Carlos se encuentra en el estrado, enfrente del juez y flanqueado por Dante y Virgilio. Elena, Antonio, Jorge y María están tumbados y muertos, dos a la izquierda y los otros a la derecha. Sentado cerca del estrado, Cortázar toma buena nota de todo lo que ocurre en la sala. En el fondo, el Jurado arma gresca, se insultan, insultan al acusado y fornican entre ellos como las bestias camufladas de seres humanos que son. Se supone que deben ser una especie de metáfora de la humanidad y todo eso.)

- EL NIÑO: ¿Quiere el acusado ponerse de pié?

- CARLOS: ¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? (Confuso) Recuerdo un avión, un accidente, mi cuerpo destrozado y ahora…

(Sus reflexiones se ven drásticamente interrumpidas por un golpe que le atiza en la cabeza Dante con un grueso volumen de La Divina Comedia. Virgilio le mordisquea una oreja)

- EL NIÑO: Gracias, alguaciles. (Hacia Carlos) Comprendo su confusión, acusado, pero le aconsejaría que hablase solamente cuando se le de permiso para ello. ¡Bien! (Efectúa una voltereta y vuelve a caer en su gran asiento de juez, que debe recordar vagamente a la silla del Emperador de Star Wars) Entonces, voy a dictar sentencia, que para eso soy el juez, ¿no? (El jurado se troncha de risa como si fuera lo más gracioso que ha oído nunca. Una pequeña ninfa, no más grande que la palma de una mano, mordisquea con furia el glande de un gorila albino, y éste eyacula inmediatamente un torrente de billetes de quinientos euros) ¡Orden en la sala! ¡Orden! (Cortázar enciende un puro tras otro, emulando fielmente a Fidel Castro) ¡Orden o hago desalojar el tribunal! (Se recoloca la toga).

- CARLOS: Pero…

- EL NIÑO: ¡Bien! No siendo oídas ambas partes, ni habiendo deliberado los miembros del jurado, yo declaro al acusado, por el poder que me da el castillo de Greyskull, culpable de todos los cargos. La pena capital le será aplicada en breve.

- CARLOS: ¡¿Cómo?! (Asustado) ¿Pero dónde estoy? ¿Quién me…? ¿En qué pesadilla me encuentro? ¡Oh, Dios!

- EL NIÑO: Repito, comprendemos su confusión, pero ahora no tenemos tiempo ni ganas de andarnos con absurdas y complicadas explicaciones técnicas que nos llevarían a un brete sin salida, sin ton ni son, y eso no puedo ni debo permitirlo (El jurado ruge onerosamente). Ah, qué caramba, me debo a mi público. ¡Está bien! ¡Que pasen los testigos!

(Un bullicioso número de personas irrumpen en la sala. Deben representar lo más variopinto de todos los destacamentos de la sociedad. Diez de ellos se adelantan y, uno a uno, irán pronunciando su frase)

- AMA DE CASA: Intentó abusar de mi hija.

- INDIGENTE BORRACHO: No me dio dinero para pagar el autobús.

- POLICÍA: No quiso colaborar en una rueda de sospechosos.

- MAESTRA: Siempre quería levantarme las faldas.

- EJECUTIVA AGRESIVA: Me abandonó tras romperme el corazón.

- AMIGO ANÓNIMO: Me engañó para quedarse con todos mis ahorros.

- TENDERO: Se reía de mí a mis espaldas y me los ponía con mi mujer.

- MUJER DEL TENDERO: Se reía de mí a mis espaldas y me engañaba con mi mejor amiga.

- PINTOR EN PARO: Me compró una acuarela en Viena, escupió en ella, la tiró al suelo y me pegó una hostia, incitándome así al nazismo.

- BENEDICTO XVI: Me demostró la existencia de Dios.

(Los testigos se retiran, ante una ovación festiva y futbolera del jurado. Unos elfos hacen la ola)

- EL NIÑO: Bien, creo que no hay nada más que añadir, señor acusado. Se te condena a…

- CARLOS: (Balbuceando) ¡Un, un momento! ¡Un momento! Si esto es algo así como un juicio, ¿no tengo derecho a una defensa? ¿Quién me representa? (Ante tamaño esfuerzo de raciocinio en medio de tan estrafalaria situación, se desmaya. Su cuerpo, al golpear con el suelo, levanta nubecillas de polvo que se convierten en rosas grises)

- EL NIÑO: No creo que sea buena idea, Mister Acusado Desmayado. No creo que lo sea en absoluto. Peeero, el cliente siempre tiene razón, y, al fin y al cabo, todo este tinglado lo paga usted, con lo cual, que no se diga. Pero créame, lo lamentará. Lo lamentará y mucho.

(Telón)


Cayetano Gea Martín

3 comentarios:

Martuki dijo...

Dioses, Cayetano, deja las drogas!!! X favor te lo pido.

Martuki dijo...

Mierda, me acabo d dar cuenta d q no voy a tener acceso a tu obra hasta q vuelva... Bueno, puedo ir a piojearle ordenador a Helena... Mmmmm, ya veremos. Pero termina ya d colgarlo todo, truhán, q nos tienes con la intriga... Besos!!!

Kay dijo...

En breve.... Sólo dos pasos máaaas... Gracias por la constancia...