viernes, julio 24, 2009

Me temo



Andar ciego y desafiante
Por el camino largo y duro,
Apostar el ahora y el antes,
No poder otear el futuro.

Suplicar piedad a la luna,
Ser un imbécil integral,
Envejecer desde la cuna,
Creer que ella es Santo Grial.

Tener quince años de nuevo,
Mudar de la cara el color,
Perder el cariño vertido.

Rebajarse a un mísero ruego:
Todo esto conforma el amor;
Quien lo probó, está jodido.


Cayetano Gea Martín



sábado, julio 18, 2009

Un tipo corriente




No estoy preparado para gobernar el mundo. Pero tampoco lo estoy para sacar a mi perro a mear. Y, al igual que me siento incapaz de descubrir nuevos elementos atómicos o la existencia de Dios, también soy un completo inútil a la hora de barrer el suelo.

Toda mi vida me ha pasado lo mismo: no puedo hacer cosas muy difíciles ni muy fáciles. Me muevo en las normales, aquellas que entrañan un riesgo intermedio. Y nunca he sabido el porqué.

Por ejemplo, aprender idiomas se me da de perlas, siempre y cuando no sean ni muy cercanos al español ni muy lejanos. Me defiendo en la cocina razonablemente y soy bueno en varios deportes. También escribo relatos breves, los cuales nunca son demasiado buenos o malos.

Pero la malo que tiene este defecto mío es que siempre me veo avocado a complicar las tareas sencillas. Si no, es imposible que las lleve a cabo.

En el sexo, por ejemplo, me tuve que habituar a ciertas prácticas poco ortodoxas. La penetración en sí me resulta casi imposible, debido a su sencillez ejecutiva. Lo resolví mediante un potente motor debajo de la cama que la hace vibrar una barbaridad, complicando así la realización del coito.

A mis amigos y conocidos no puedo darles la mano o saludarles. Tengo que hacer cabriolas constantemente para ello. Y para andar. Y casi para todo. Gracias a mis pasos estúpidos consigo hacer mi vida más sencilla. Ironías de la vida, ¿verdad? Una complicación absurda a veces vuelve todo más fácil.

En el otro lado del espectro, las tareas muy complejas, además de ser incapaz de llevarlas a cabo, el simple hecho de intentar hacerlas provoca efectos secundarios. Hace un par de semanas, por ejemplo, comencé a estudiar física cuántica, con algo de miedo, al no saber si entraría dentro de lo difícil o de lo muy difícil. Y justo cuando abrí el libro y comencé a leer, una riada se llevó por delante a todo el vecino distrito de Moncloa.

Hace un año, más o menos, al intentar comprender y razonar las idiosincrasias de la mentalidad femenina, el estadio Vicente Calderón y el Santiago Bernabéu intercambiaron sus posiciones.

Por eso, también debo tener cuidado con lo que pienso. No puedo pensar en cosas simples, tales como comer o beber agua. Si pienso en comer, debo hacerlo de manera gastronómicamente correcta. Ayer, sin embargo, compliqué mis pensamientos pensando cómo sería la alta cocina armenia. Comenzaron a llover sapos de ochenta kilos.

Así que, como pueden ustedes ver, mi vida resulta algo compleja. Lamentablemente, me temo que he condenado a toda forma de vida a la extinción. Espero que sepan perdonarme, pero he caído dentro de una paradoja circular que, imagino, hará que el planeta entre en colapso mortal. Verán, hace una hora me dio por pensar en la imposibilidad de que existan sapos de ochenta kilos. Justo en ese momento, dijeron en televisión que un ejército de chinos zombis estaba conquistando la costa oeste de Estados Unidos. Me plantee que eso era imposible, que todo lo que sucede cuando intento llevar a cabo algo difícil no tiene sentido.

No tiene un sentido lógico. Es imposible. Y sé que, no sólo no puedo encontrarlo, si no que, cada vez que lo intento, vuelve a pasar algo absurdo e inexplicable. Pero no puedo dejar de pensar en ello, no puedo…


Cayetano Gea Martín


domingo, julio 12, 2009

Leopoldsberg



El rincón más hermoso de Viena se llama Leopoldsberg. En lo alto de las colinas, desde donde se divisa toda la ciudad, el río y sus meandros, pueblos, valles y las lejanas estribaciones de los Alpes, se yergue la antigua iglesia de Leopold. Rodeada de naturaleza pura a lo fraga gallega, sus viejas salas y estancias se dejan poseer ante el avance lento y orgánico de las yedras.

Desde este rincón privilegiado del mundo, desde esta cumbre pequeñita, el olor a verano fresco, a naturaleza regada apenas doce horas antes, inunda mis sentidos y me colma de paz. Siento que nada puede dañarme aquí, que dejo toda la inmundicia atrás, allí abajo en el valle y más lejos aún, en España. Y de nuevo me siento feliz de estar vivo.


Cayetano Gea Martín



domingo, julio 05, 2009

Y al octavo día



Y al octavo día, aburrido tras su descanso dominical, Dios decidió leer un rato. Para ello, le encargó a unos pésimos escritores la elaboración del primer Best-Seller de ficción de la historia. En él aparecerían relatados los acontecimientos que Él podría haber hecho de existir realmente.


Cayetano Gea Martín


miércoles, julio 01, 2009

Reflexión




- ¿Y qué es todo si no espanto? Nada dura para siempre, y a veces creo que si estuviera vivo un solo segundo más sería capaz de morirme del horror, sabedor de que el tiempo es una quimera, de que ese segundo está compuesto por infinitas unidades de tiempo. ¿Cuántos momentos en nuestra vida nos parecen eternos? Y sin embargo, ¿cuántos otros, por desgracia, nos resultan tan efímeros? La eternidad nos susurra constantemente, pero preferimos creernos superiores a nosotros mismos, antes que reconocer la simbiosis tautológica entre el tiempo y la existencia. No podemos separar ambos conceptos, ya que son, básicamente, lo mismo. Existimos porque navegamos dentro de las corrientes temporales. Y el tiempo existe gracias a nosotros. Le damos sentido, algo que medir. Medición. ¿Acaso todo debe regirse por cuestión de métrica? Empero, nada es eterno, ni vagamente parecido, pero al mismo tiempo, el tiempo lo es. ¿Parece un soliloquio sin sentido? Discúlpame si me dejo llevar por arrebatos filosóficos. Praxis, maestro, praxis, le dijo el alumno al viejo profesor. Básicamente quiero decir que el tiempo es mentira, una burla del cosmos. Y que nada es breve o largo en el tiempo, ya que éste no existe. He dicho.

- Joder. Además de eyaculador precoz con excusas.


Cayetano Gea Martín