miércoles, abril 20, 2011

Diccionario cínico. Pequeña muestra de la "en" a la "er"

Enano. En lenguaje político, dícese de aquel partido de escasa o nula importancia, es decir, todos excepto los dos mayoritarios (los que se reparten el pastel) y los nacionalistas (los que se lo comen).

Encanto. Cualidad propia de los niños que no son nuestros.

Enema. Agradable lavativa que deja el recto como los chorros del oro. Suele ser de agua, aunque los homosexuales sustituyen dicho líquido por otro.

Engendro. Monstruo fiero, despiadado y montaraz que en su madurez se dedica a la política.

Enseñanza. Dícese de la acción de confundir la mente de los estudiantes con conceptos foráneos que no tienen ningún tipo de aplicación en la vida real. Algo así como la labor desarrollada por los próceres de la nación desde las tribunas, los estadios, los mítines y los púlpitos.

Envejecer. Proceso de encurtido que acontece gracias al paso del tiempo y que, en el caso de los jamones y del vino, suele ser algo positivo. En cuanto a las personas, es otro cantar. La mayoría de la población mundial ve el envejecimiento como algo horrible y desfavorecedor. El ser humano que llegó a una edad más avanzada fue el filósofo y dipsómano griego Homero, que vivió hasta los doscientos cuarenta y tres años. Gracias a su longevidad, hoy disponemos de interesantísimos e inútiles datos acerca del envejecimiento humano extremo. Por ejemplo, sabemos que a partir de los ciento cincuenta años, década arriba o abajo, las personas se convierten en amebas.

Enzima. Molécula roncera y bigarda que cataliza nuestro organismo piltrafero.

Epifanía. Revelación absoluta, catártica y pasajera, que descartamos pronto y volvemos raudos al cartón del bingo.

Epílogo. Vejez.

Episcopado. Tabernáculo de obispos, que salen todos juntos y de la mano a celebrar, un año más, la victoria de la santa sinrazón católica contra todo lo que se menee.

Episodio. Cada una de las secciones en las que se divide la bazofia de libro que lee usted cuando va a la peluquería, señora.

Epitafio. Frase jocosa que ornamenta la tumba del difunto, supuestamente dicha por él o ella. Casi siempre, son añadidos a posteriori para hacer más interesante la paupérrima personalidad del finado.

Epopeya. Relato épico que narra las mentiras cometidas por supuestos héroes de la antigüedad. La epopeya más famosa, la odisea, fue pergeñada por ese cúmulo de escritores antiguos llamados todos Homero, como una marca corporativa. En dicha epopeya se relata en verso las andanzas y desventuras de Odiseo (Ulises, en su versión romana y en Hollywood). Odiseo era un mercader de ganado que viajaba por todo el mar Egeo con la sana intención de librarse de su ardiente (con todos menos con él) esposa, llamada Penélope García. En sus andanzas, conoció a muchas personas y entabló amistad copulativa con la mayoría de ellas. Aparte de semejante proeza física y de emborracharse hasta el punto de ver sirenas y cíclopes, poco más hizo. A su retorno al hogar, descubrió que su querida esposa se los había puesto de todos los colores. Montando en cólera, asesinó a medio distrito. Apenado y seriamente arrepentido ante tanta crueldad, decidió abrir un puesto de bocadillos de calamares en el Retiro, donde, todavía hoy, se le puede encontrar, mansamente dormido entre panecillos y botes de mostaza.

Ermitaño. Anacoreta solitario que, en vez de mantenerse en contacto con la sociedad, decide quedarse en su paupérrimo lar, engullendo aperitivos salados, practicando compulsivamente el onanismo y viendo antiguas reposiciones televisivas de series checoslovacas. El primer ermitaño fue Pablo, el egipcio, un enclenque barbudo que es venerado por los católicos. Entró en el santoral gracias a su bendita habilidad de eliminar los piojos por intermediación de la ira divina. Se sabe que murió decapitado a los noventa y cuatro años por un testigo de Jehová algo picajoso. Su cabeza embalsamada ha estado dando vueltas por Europa cerca de quinientos años, ya que se le atribuyen poderes milagrosos. Se rumorea que, en la actualidad, reposa en el despacho de José María Aznar.

Erotismo. Muestrario de carne que pone nervioso a los seres humanos, y a los hombres también.

Eructo. En los países mediterráneos, acción y efecto de hablar.


Cayetano Gea Martín

viernes, abril 08, 2011

Diccionario cínico. Pequeña muestra de la "ec" a la "em"

Ecología. Ciencia que defiende la naturaleza como si ésta valiera para algo. Las personas que siguen esta corriente de pensamiento se denominan ecologistas. Suelen ser individuos barbudos (ellas también), sucios y mal alimentados. Y te cortan el rollo si los invitas a una barbacoa.

Economía. Monopoly gigante, real y, por ende, más peligroso. Rige los designios de los pobres mortales. El mayor estudioso de la economía actual capitalista fue Groucho Marx, cuya definición de la misma sigue siendo, hoy por hoy, la más consensuada entre los calvos y doctos expertos económicos: “la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte”.

Ecuador. País centroamericano que comparte capital con España.

Ecuménico. Dícese de cualquier fenómeno de carácter universal, como las hemorroides, la resaca o los dolores de cabeza femeninos a la hora del coito.

Edad. Gran putada numérica, si pasa de los cincuenta.

Edipo. Príncipe de Tebas que sentía un intenso amor hacia su madre.

Ejecución. Zanjar, definitivamente, un problema entre el estado y un individuo, en detrimento de éste.

Ejército. Grupo de inútiles e inadaptados sociales que, incapaces de trabajar en otra cosa, sirven como carne de cañón en los frentes de batalla.

Electricidad. Fuerza de la naturaleza poco fiable que hace que funcione el televisor y las luces de casa, y que usted debe pagar en cómodos mensualidades. La electricidad fue descubierta en el siglo III por un monje budista, al contemplar la magnífica energía luminosa que poseían las luciérnagas.

Elefante. Mamífero africano que posee las patas de una señora.

Elemento. Una de las cuatro unidades primigenias en las que los antiguos griegos dividieron toda materia (con fines alquimistas y pecuniarios, todo hay que decirlo). Estos cuatro elementos son: hez, polución, incendio y lixiviados.

Elfo. Criatura ficticia típica de la mala prosa folclórica y de la aún peor que pulula por la ¿literatura? denominada “fantasía épica”. El elfo es un trasunto entre un delgaducho imberbe amante de la música New Age y un homosexual reprimido y orejudo con tendencia a sacar de quicio al más pintado con sus modales pausados, como si hubiera consumido estupefacientes al por mayor.

Emancipación. Día glorioso en el que los padres se libran de una vez de sus hijos y recuperan el cuarto de baño como algo propio.

Embutido. Cadáver encurtido de rica grasa de cerdo cancerígeno.

Emigrante. Esclavo moderno e importado desde otro sitio más pobre, donde resultan más baratos. Un emigrante es un ser humano venido a menos, sin derecho alguno, salvo el de trabajar hasta romperse el espinazo, morir joven, emborracharse e insuflar nuevos aires multicolores a los barrios más desfavorecidos de las grandes ciudades del primer mundo, con sus puestos de comida y sus alegres melodías étnicas que resuenan por todo el bloque un martes cualquiera a las tres de la mañana.

Empatía. Capacidad inexistente de percibir como propios los mezquinos problemas de los demás. Es la excusa de los débiles de carácter para excusarse en sus acciones. El célebre orador y retórico romano Cicerón era famoso por su exceso de empatía, tanto es así que pasó de ser un firme defensor de los valores de la república a un veleta bien pagado del nuevo imperio.

Emperador. Versión 2.0 de un rey, mucho más poderoso que éste. El poder del emperador abarca varias naciones, o mejor dicho, abarcaba. Lo de los emperadores es una cuestión del pasado. Hoy en día, su papel es llevado a cabo por los accionistas mayoritarios de las multinacionales más pintureras. El emperador era amado y respetado por todos sus súbditos, salvo por aquellos que no, que eran mayoría. Solían acabar mal sus días, después de toda una vida de lujo, vicio y sana depravación. El emperador más famoso de la historia fue Julio César, el cual nunca llegó a serlo.

Emplear. Contratar a un esclavo para que haga el trabajo sucio.


Empresa. Barco pirata que surca con brava porfía los turbulentos mares de las finanzas. Qué frase más sublime.



Cayetano Gea Martín


viernes, abril 01, 2011

Diccionario personal. Pequeña muestra de la "da" a la "de"


Daltonismo. Desconcierto cromático, cuyo síntoma más característico es el confundir las rayas negras y amarillas de los trajes de presidiario de los hermanos Dalton.

Dama. Mujer con delirios de grandeza.

Decena. Conjunto de diez cosas inútiles.

Dedo. Apéndice deforme y peludo que cuelga de las manos y los pies de los seres humanos, en tandas de cinco. Los dedos sirven para sacarse fluidos mucosos de las cavidades del cuerpo, mandar a freír espárragos al vecino y masturbarse.

Deidad. Especie de criatura superior a usted, señora, a la que los humanos de todos los tiempos, culturas y religiones gustan de rendir pleitesía, como si se tratara de un dios.

Delfín. Cetáceo con ínfulas que se las da de listillo. Se cree mamífero y más listo que nosotros, el muy prepotente. Afortunadamente, los pescadores japoneses no dudan en sacarlo de su craso error.

Democracia. Sistema de gobierno que, teóricamente, es la dictadura de la mayoría estúpida. En la práctica, empero, la democracia es la tiranía de los cuatro de siempre; aunque eso sí, de buen rollito. Fue inventada, como tantas otras cosas nefandas, por los griegos de antaño (los de ahora no inventan gran cosa, la verdad), como tapadera legal para poder practicar gozosamente la sodomía. La democracia, en aquel entonces, se aplicaba únicamente a los ciudadanos libres. Los esclavos seguían siendo tiranizados y dados por el culo, literalmente, en este caso. Con el paso de los siglos, otros pueblos fueron contagiándose de esta fiebre democrática, hasta llegar a nuestros días. Hoy por hoy, la democracia es considerada por sus defensores como el menos malo de los sistemas, lo cual ya dice bien poco sobre ella. Las grandes potencias mundiales, después de siglos de joder en casa propia y ajena con regímenes ligeramente menos liberales, son todas demócratas a más no poder. Tanto es así, que se unen en alegres coaliciones que intentan imponer por pelotas su cutre sistema político en el resto del mundo. Y el futuro es cada día más brillante, niños y niñas.

Demostrar. Evidenciar la inutilidad de algo que creíamos válido.

Depravado. Dícese de aquel pervertido sujeto que colecciona fotos de su mujer en ropa interior.

Derecha. En política, aplícase al espectro ideológico que va desde el conservadurismo más suave hasta el fascismo más trasnochado, pasando además por aquellos partidos de ideología supuestamente de izquierdas que no dudan en cambiarse de camisa si la ocasión y el mercado de valores lo merecen.

Derrocar. Cambiar a un tirano por otro.

Descargar. Bajar cualquier tipo de material de ocio (lúdico, intelectual o lúbrico) de la red a nuestro ordenador. En España, tal acción se considera un delito, y se castiga con humillación pública, confiscación de bienes, cinco meses de cárcel y un tatuaje de la SGAE en el culo.

Desnudez. Exhibicionismo propio de las plantas y de los animales. Y de algún que otro.

Destetar. Gran putada.



Cayetano Gea Martín