lunes, agosto 07, 2006

El Viaje, Capítulo II. La azafata


¿Hola? ¿Qué, cómo estás, bicheja? ¿Cómo que quién soy? Ja, ja, ja. Adivina. Una amiga tuya que ha empezado a viajar mucho, ja, ja, ja. ¿Aún no caes? ¡Venga ya! ¿Cómo? ¡Claro que es un número raro, tía! ¡Te llamo desde el avión! ¿No sabes que no se pueden utilizar móviles? ¿Nunca has volado, cateta? Ja, ja… Sí, jo, estoy mazo de ilusionada. ¡Por fin llegó el momento del primer vuelo! ¡Buf! ¡Qué nervios! ¿Cómo? No, bien. No, al final no hablé con él. Pasé de avisarle, bah, que le jodan, es un niñato. ¿Qué dices? No, tía, no creo que me pasara con él. Créeme, se merece eso y mucho más, de verdad. Es un gilipollas. ¡Claro que lo tengo superado! Además, no veas que pedazo de tío ha subido al avión. Y no me quita el ojo, nena. Quién sabe… Ja, ja… ¡Tú sí que eres una pendona, no te digo! Mira quién fue hablar. ¿O tengo que recordarte lo de Jorge? Ja, ja, ja. Ya, claro, habla la santa, ja, ja… Además, a ti te gustan jovencitos, ja, ja… Pues mira, hay por aquí un niño de doce añitos con la cara pegada a un libraco que a lo mejor te iba, pedazo de pederasta, ja, ja…¡Tú sí que eres perra! Perdona un segundo.

Nada, ya estoy aquí. Nada, la ogro que me ha tocado de compañera, que no me deja en paz. Se cree que soy imbécil. Pero bueno, se cree obligada a enseñármelo todo como si no me hubiera comido año y medio de prácticas, ¿sabes? Es la típica fea amargada que no entraría en un buen vestido ni con calzador. ¡Fea y con un tipo horrible! Ja, ja… Además, ¡se ha atrevido a llevarle un té al tío bueno que te digo! ¡Casi se lo come, la muy desesperada! Bueno, ¿y tú el finde qué tal? ¿Fuiste a aquél pub? Ajá. Sí. Ajá. ¡No me digas! ¡Le viste! ¿Y tú que…? ¿Te liaste con él? ¡No me digas! Jo, nena, ¡luego soy yo la guarra!, ja, ja… Jo, no para de mirarme el macizo del que te hablo, tía. ¿Cuántos? No sé. Treinta y pocos, parece. La edad ideal, ya sabes, ja, ja. Estoy cansada de niñatos como el gilipollas de… No. No… ¡No! ¡Es que es un gilipollas! ¡Y no, no creo que me pasara! ¿Tú que hubieras hecho? ¿Permitir que alguien pusiera así en peligro… todo? Es un imbécil y me alegro. Que sufra como sufrí yo. ¿Qué? ¡No! ¡Pero…! ¡Sí, pe…! Sí… No… Joder, tía, no tienes ni idea, ¿vale? Yo sé por qué… Vale, vale. Cambiemos de tema, ¿vale? Jo, cómo me mira, tía, ja, ja, ja… ¡Me ha sonreído! ¡Oh! Creo que luego le voy a llevar algo. Mierda, espera un segundo. ¿Sí? Dime. Vale, vale, ya estoy allí. Te tengo que dejar, cari, que me toca explicar lo de los salvavidas y todo eso. Creo que se lo voy a dedicar por entero a mi admirador del asiento 45B ventanilla, ja, ja… Luego te llamo si puedo, chiqui. Un besoteee. Chao, chao.

¡Hola, nena! ¿Sigues por ahí? Ja, ja, ja… Ya ves, cari. Jo, ¿sabes? Me he topado antes con el tío bueno del 45B, tía. ¡Sí! Espero no haber sido demasiado lanzada, que ya me conoces, ¡los espanto! Ja, ja… ¡Hala, tía, cómo te pasas! Pues ahora el pobre está en el baño, creo que le ha sentado mal el té que le dio mi compa, la fea con ganas. Ja, ja, ja… ¿Eh? ¿Cómo? No, no. Para nada, ya te he dicho. ¿Antonio? ¡Antonio es un gilipollas! ¡Y se merece lo que le pase! ¡Lo que sea que le pase! Yo sólo… ¡No hice nada, tía! ¿Vale? Es decir yo sólo…

Solamente quería que me dejara, que se marchara, que desapareciera de mi vida, de mi cómoda vida que nadie iba a estropear por nada del mundo, y aunque al principio fuera divertido, no lo negaré, y excitante, después se convirtió en un peligro, en una amenaza para el mundo que tanto esfuerzo nos había costado construir a Carlos y a mí, que con tanto tesón y esfuerzo habíamos creado, y con amor, el amor suficiente, el justo, el básico, y su madurez y mi juventud embriagadora que cautivó a Antonio, pero él quería más, lo veía en sus ojillos ansiosos, no se conformaba con un pedazo del pastel, me quería por completo, me quería devorar y destruir mi mundo para colocar el suyo en su lugar, y eso no lo podía permitir ni lo iba a permitir, y nadie me arrebataría mi recién adquirida levedad del ser, y menos él, a pesar de lo guapo qué es, y lo bien que hace el amor, qué pena, qué desperdicio: sabía cómo complacer a una mujer en la cama, eso estaba claro, desde luego, mejor que Carlos, pero Carlos era mi porvenir, mi felicidad, mi coche, mi piso, mi avaricia, mi destino, y Antonio venga, que nos fuéramos, que huyéramos, que él cuidaría de mí, de mí, él, pomposo engreído fabricado a base de mancuernas y libros de poesía, sin ningún conocimiento de la vida real, de las necesidades reales que se extienden más allá de las palabras bonitas, de los buenos deseos y de las promesas de amor, de un amor que es una hoja en blanco, una mera formalidad, un mero trámite para llevarme a la cama, si lo sabré yo, que los conozco, los conozco a todos, y todos son el mismo, el mismo patrón de tío: machistas, eso es lo que son todos, sin distinción, aunque te hablen de igualdad y de que eres su luna, su sol, lo que da sentido a sus vidas, ¡mentira!: sólo se sienten bien cuando poseen, cuando tienen, y cuando pueden fardar de tenerte delante de su clan de osos cavernarios, de mamíferos sin evolucionar: qué pena, qué asco, y yo lo sabía, y se lo expliqué, pero no lo creía, creía que le mentía para protegerle, ¡protegerle, ja!, el no va más del engreimiento masculino, ese deseo de que todo gire en torno a ellos, centros del universo, pelo y carne alrededor de un pene, todos iguales, iguales e iguales, y yo lo sabía y él atentaba mis logros, mis metas y al canalizador de ellas, Carlos, el cual podía cortar el grifo en cualquier momento y, pum, adiós a todo, a todo, y por eso me cité con Antonio, claro, aunque llovía a mares, lo cual le sorprendió, y más que quedara con él en su pueblo, en su pequeño y repugnante pueblo, ya que sólo había ido una vez y basta, gracias, del asco que me daba estar rodeada de catetos, de paletos, de perdedores con un azadón bajo el hombro, como él, con ese aura de misticismo rural, de arcadia pastoril idealizada: ¡un poeta de pueblo, el colmo de un lamentable aspirante a Miguel Hernández!, siempre hablando de los cielos, del olor de la hierba y de chorradas constantes, y de su gimnasio de mierda, de su puto gimnasio cutre de pueblo, y ya no podía más, y nadie me arrebataría lo que era mío por derecho, y por eso quedé en su inmundo villorrio, pero no fui, no, no fui, en su lugar fue otra persona, sí, otra persona que se enteró por alguien, y sospecho por quién, de lo mío con Antonio y fue para allá, a zanjar la situación, y espero que así fuera, porque yo tengo un porvenir, un futuro, un esposo, un trabajo nuevo que empezar y un vuelo que tomar

Impacto.

Impacto.
¿Qué?
Impacto, impacto.
¿Qué, hola?
Impacto, impacto, impacto.
¡No te oigo! ¡No, ah! ¡Nooo! ¡Socorrooo! ¡QUE ALGUIEN ME AYUDE, POR EL AMOR DE DIOS, SOCORROOOO!
Impacto. Pum. Impacto. Avión que oscila. Caos. Ruido.
¡Estamos cayendo! ¡Capitán! ¡ESTAMOS CAYENDO! ¡VAMOS A MORIIIIR!
Caos. Caos. Caos a su alrededor. Gente volando.
¡OhDiosmíoohDiosmíoohDiosmíoooh! ¡OH, OH, OOOH!
Terror. Caos. Bum. Crash. Setenta y siete grados de inclinación. Gente golpeada, arrastrada, diezmada, muerta.
¡Oh, aah! ¡Sujetarmeee! ¡Sujetarme a algo! ¡Ya! ¡Aquí! ¡Oh! ¡Sí! ¿No? ¿Barra? ¡Sí! ¡Barra! ¡Barra! ¡Aquí! ¡Aaah!
Caos, terror. Ochenta y tres grados. Manos se cierran. Objeto metálico. Seguro. Seguro. Vida en descenso. Probabilidad tiende a cero. Tendones de antebrazo en tensión. Alguno estalla. Cuerda de guitarra. Poing. Caos. Hasta luego, cocodrilo.
¡Oh! ¡No! ¡No puedo! ¡Me resbalo! ¡Oh, Dios! ¡Ayúdame! ¡Dios! ¡Capitán! ¡Dios! ¡Me resbalo! ¡Duele! ¡Oh! ¡Demasiado! ¡Me resbalo! ¡MEEE RESBALOOOO!
Poing, caos, terror. Sin cuerdas la guitarra. Presión cero. Nos vemos, caimán. No te olvides de escribir. Caos. Discordia.
¡CAIGOOO! ¡CAIGOOO! ¡AAAAAAH! ¡CAI…
Golpe, caos. Golpe, golpe, golpe. Mortal. Golpe mortal. Golpe más mortal igual a muerte, ja. Golpe. Golpe como un, sí, como un coco. Crac. Blop. Masa encefálica. Muerte de coco. Coco de muerte. ¡Qué viene el coco! Crac. Adiós.
No pero puedo aunque se que no puedo y veo cuartos y habitaciones muchas y cada vez más pequeñas y ya no quepo ya no quepo Dios Buda Alá Anubis puto triunvirato de oh pequeña muy pequeña niña parque parque lluvia error error system failure Carlos Antonio Jorge María alabado sea que se oiga vamos negro negro negra muerte y donde donde oh desaparezco desaparezco y no hay nada padre Padre Felipe mentía solo muerte negro telón mala película mal final orgasmo mortal el último el peor blando agusanado cariado lívido esqueleto puto estudiante de Salamanca habitación nimia tiende a cero a cero absoluto adiós compañeros adiós si lo hubiera sabido levedad oh oh levedad existencia efímera no más planos ni encima ni reencarnación ja risa ja mentiras miedo a la pálida oh solo muerte oh no pierdo oh no muerte muerte
Muerte.
Cayetano Gea Martín

2 comentarios:

Marga dijo...

Eso, tú sigue... jajaja

Kay dijo...

Por supuesto ;p