miércoles, diciembre 30, 2009

Richard Wiseman - Rarología


El coautor de este blog me regaló el libro que comento hoy, Rarología, una de las grandes sorpresas literarias que he tenido últimamente. Decir que es un libro increíble es quedarse corto. La verdad, pocas veces me he topado con algún libro más interesante que Rarología: recomendable de principio a fin.

¿Qué es la rarología?, sería la primera pregunta que cabe hacerse. Pues es un término acuñado por el profesor Wiseman para referirse a la investigación psicológica rara. Gran parte de su trabajo utiliza métodos científicos convencionales para investigar temas inusuales, o viceversa. Sus estudios son completamente libres, sin condicionantes de ningún tipo, utilizando todos los recursos que le son posibles; como por ejemplo disfrazarse de pollo gigante a la búsqueda del chiste más gracioso del mundo.

Entre otros muchos otros, Wiseman estudia temas tan extravagantes como los siguientes:

¿Influye de verdad el día de tu nacimiento en tu forma de ser?
¿Es cierto que los creyentes son buenos samaritanos?
¿Cuál es la psicología del sentido del humor?
¿Cómo se puede desenmascarar a los mentirosos patológicos?
¿Qué desvela de tu personalidad la forma en que caminas?
¿Vivirás más si rezas?
¿Cuáles son los condicionantes que nos hacen más susceptibles de triunfar a la hora de ligar?
¿Qué hay de cierto en la creencia en fantasmas y demás seres espectrales?

Me parece a todas luces fascinante. El profesor Wiseman, sencillamente, es un ser humano curioso que observa fenómenos peculiares o supuestas verdades colectivas en el mundo que le rodea y decide estudiarlas. Y sus conclusiones son fascinantes y, algunas veces, muy inesperadas.


Richard Wiseman – Rarología

Editorial Temas de Hoy. Colección Tanto por Saber

300 páginas. 18’50 €


Y si queréis saber más sobre esta apasionante nueva ciencia, os recomiendo su página web, donde además de ampliar información sobre la rarología, podéis participar en sus experimentos.



Cayetano Gea Martín



sábado, diciembre 26, 2009

Reflexiones besugas VIII




Si mi pene se va a vivir dentro de tu culo, ¿se puede decir que lo está colonizando? La respuesta, por supuesto, es: co-recto.

Si a un leñador le cae un árbol encima, ¿le quedarán secuoyas psicológicas?

Los antisistema se manifiestan para dar subversión de las cosas.

El vil metal es un tipo de música hardcore que no me gusta nada.

Persona sin padres y que sólo escucha mentiras: huerófono.

Vámonos a Estonia a ver a los Rollin actuar en su país natal.

El pez más erótico: el pez on. El pez más aburrido: el pez off.



Luis Raposo y Cayetano Gea Martín




martes, diciembre 22, 2009

Jeff Povey - The serial killers club


Este libro, posiblemente, el mejor thriller que me haya leído nunca, fue rescatado por mi mano de pura casualidad de la estantería de libros baratos y de segunda mano en el J&J. Y fue el ver de qué iba y comprármelo inmediatamente. Tardé dos días en leérmelo. Libro ameno y divertido como pocos, y hace poco he vuelto a sus páginas. Tiene que resultar extraño para el resto de los usuarios del Metro el ver cómo me descojono de la risa de trayecto en trayecto.

Bueno, vayamos con la historia. Nuestro protagonista, un cuarentón bajito y escuchimizado (y que no sé porqué me recuerda al personaje de El misterio de la cripta embrujada y secuelas), se ve sorprendido en un callejón por un asesino en serie que intenta acabar con su vida. Sin embargo, nuestro ¿héroe? se revuelve como una lagartija e invierte la situación: es él quien acaba con la vida del asesino. Revolviendo en la cartera de su atacante, encuentra una invitación a una fiesta de parte de Errol Flynn. ¿Errol Flynn? ¿Pero no está muerto? Intrigado, nuestro protagonista tropezará así con el club de los asesinos en serie, en Chicago. Su misión: comparar calendarios para evitar pisarse las víctimas, y compartir alegres anécdotas sobre sus asesinatos. Todos los miembros del club poseen un alias de alguna antigua figura del cine norteamericano: Tallulah Bankhead, Richard Burton, Chuck Norris y ahora, Douglas Fairbanks, nuestro protagonista. Pero “Dougie” no se va a dedicar a matar inocentes, no señor. En su lugar planea acabar con los miembros del club uno a uno. Y mientras se aplica a su tarea, no puede evitar preguntarse: ¿Soy uno de ellos o no?

El libro cuenta su historia con gran sentido del humor, muy inteligente a veces, rozando lo grotesco otras: las situaciones son tan surrealistas que se prestan a ello. El estilo es rápido y directo, aunque muy bien escrito: bastante currado y original, lleno del dialecto propio de la ciudad de Chicago, que se convierte en un protagonista más (debido, principalmente a que no para de llover durante todo el libro).

A destacar, por encima de todo, el misterio que rodea a Kentucky Killer, el mayor asesino en serie de la historia de Estados Unidos y que algunos de los miembros del club intentan tentar para que se una a éste, y que nuestro protagonista se fija como el mayor objetivo de todos. El asesino de Kentucky cuenta con doscientas noventa y ocho víctimas en su haber, todas ellas asesinadas al salir de comprar de un Kentucky Fried Chicken. Este asesino posee dos modalidades: o bien las ahoga introduciendo su cabeza en el cubo de pollo frito tamaño familiar, o las llena las vías respiratorias de las servilletas húmedas con olor a limón que reparten en KFC con cada menú para limpiarse las manos al finalizar el almuerzo.

En resumen, un libro muy divertido y bien escrito, repleto de diálogos hilarantes, y con un gran misterio por resolver: ¿quién es Kentucky Killer? La respuesta final a este enigma resulta sorprendente e inimaginable. Por lo menos, yo no lo pillé.

La edición que yo poseo está en inglés. Creo que no se ha editado en español, aunque se puede encontrar en el idioma de Shakespeare en La Casa del Libro. Quizá haya también alguna copia de segunda mano en J&J o en Bacchvs. Porque yo no pienso dejaros la mía, salvo excepciones. En todo caso, os dejo los datos del libro:


Jeff Povey - The serial killers club

Editorial Warner Books (USA)

305 páginas, 9,50 €



Cayetano Gea Martín



sábado, diciembre 19, 2009

Odio


Mi padre me pegaba hasta perder totalmente el sentido, hasta que era incapaz de moverse él o de hacerme mover a mí. Me pegaba siempre que volvía de casa, incapaz de soportar mi presencia, pero demasiado cobarde como para matarme directamente. Decía que era culpa mía, mía, que lo merecía, que me merecía sus palizas y muchas más, por el simple hecho de ser homosexual.

Mi padre me decía, cuando estaba tan borracho que era incapaz de pegarme si caerse al suelo, que Dios me odiaba por ello. Que Dios me odiaba con toda la furia de su alma inmortal. Dios mismo me odiaba, me aseguraba, y no un subalterno, algún que otro funcionario celestial; no: el gran jefe en persona me odiaba hasta rabiar, mi padre me decía.

Mi padre me decía, babeante en el suelo, que Dios me castigaría por mi terrible, terrible pecado contra natura, como castigó Sodoma. Decía que Dios haría llover fuego y azufre sobre mi impúdica cabeza.

Con el paso de los años me han acabado resultando tan familiares y tan cristianos todos esos odios… Esos odios integristas y fieros hacia tantas y tantas cosas, que es difícil que no le salpiquen a uno: los maricas, los ateos, los judíos, los científicos, los musulmanes, los escépticos, los budistas, los paganos, las mujeres solteras, los infieles, los rojos, los masones, las almas libres, los pecadores todos, etcétera.

¡Y dicen proclamar el amor! ¡Ellos!


Cayetano Gea Martín


miércoles, diciembre 16, 2009

Desmond Morris - El mono desnudo


El libro que hoy me ocupa me fue recomendado por el tito José Luis hace ya algo de tiempo. Y he reconocer que me encanta y que es uno de mis libros favoritos.

Desmond Morris, zoólogo y etólogo inglés, dibuja en este libro un retrato zoológico y darwinista del Homo Sapiens. Desde que el hombre es consciente de su capacidad intelectual se ha ido apartando cada vez más de lo que es y sigue siendo: un primate sin pelo recolector y cazador, aunque a veces nos cueste reconocer y hacer las paces con nuestros instintos naturales.

A lo largo del libro, el autor explica determinados aspectos del comportamiento humano contemporáneo y su correlación con el instinto de supervivencia común a todos los seres vivos. Por ejemplo, las mujeres tienen los pechos más grandes que las otras primates hembras no por temas de nutrición si no para atraer a los hombres y favorecer la procreación, es decir, la supervivencia. O el por qué a los hombres, cuando llegamos a la adolescencia, nos empiezan a atraer olores y sabores amargos: no es más que un preparatorio evolutivo al ocasional olor almizcleño de las mujeres.

Mi ejemplo favorito es a qué se debe que la mujer sea el único primate hembra que tiene órganos capaces de provocar un orgasmo. Resulta que cuando nuestros antepasados primates comenzaron a andar sobre dos patas hacía falta un mecanismo que consiguiera retener a la hembra durante los primeros instantes posteriores a la eyaculación en posición horizontal, para favorecer así la fecundación. De ahí el orgasmo femenino y su subsiguiente relajación muscular por las endorfinas vertidas en el torrente sanguíneo. Me parece tremendo.

En resumen, en este más que recomendable libro de divulgación se nos permite descubrirnos, avergonzarnos y divertirnos con nuestra propia naturaleza, provocando una inevitable reflexión sobre muchos comportamientos y pautas culturales corrientes que ponen al descubierto las principales características de nuestra especie, los monos sin pelo.


Desmond Harris - El mono desnudo (1967).
268 páginas. 7,95 € en formato bolsillo.
Tribuna de Plaza & Janés (sociología).



Cayetano Gea Martín



domingo, diciembre 13, 2009

Sí, quiero




Ella sigue caminando a mi lado. Cómo la odio. Cómo la odio a ella y a este interminable pasillo. Este maldito pasillo o corredor o como cojones se llame. Un trasbordo largo. Eso es. Un puñetero trasbordo largo. Interminable. No es que parezca que nunca se acaba, es que realmente no acaba nunca. Y no es una exageración. Y todo es culpa de ella. Y no son paranoias: ella misma me lo acaba de decir, con su ridícula voz cantarina.

- Estoy alargando el pasillo, ¿sabes? Y no acabará nunca. Podemos estar vagando hasta que mueras de hambre o de sed. Probablemente, lo segundo. A menos que…

- ¿A menos que…?

- A menos que te cases conmigo. Aquí y ahora.

Simple y conciso. Y aunque al principio pensaba que era una perturbada mental, alguna loca escapada del frenopático, el caso es que el corredor no acaba nunca. A las tres horas de andar, comienzo a creerla.

- ¿Y cómo es posible que seas capaz de alargar el pasillo hasta el infinito?

- Oh, bueno, no es muy difícil, la verdad. Es un mero bucle espacial.

- Ah, claro. Lo que me figuraba.

Y encima no se supone que fuera a cruzar por aquí. Podía haber hecho el trayecto por la calle. Pero hace frío y los túneles siempre me han atraído. Hasta hoy, claro.

- Bueno, ¿cuál es tu respuesta? ¿Te casas conmigo? ¿Sí no no?

- Vete al infierno.

- No te creerías la de veces que he escuchado eso.

Y pasa una hora más. Llevaré ya cuatro horas andando. Estoy cansadísimo, andando como un sonámbulo por el mismo blanco y eterno pasillo del Metro de Madrid. No puedo más así que me detengo en seco y me dejo caer. Además, ¿qué gano con seguir andando hasta el infinito?

- Yo no haría eso, querido.

- ¿Por qué no? ¿Por qué cojones no?

- Mira para atrás, mi futuro esposo.

Giro la cabeza para ver cómo el eterno pasillo es devorado por un muro de fuego que cubre todo el corredor y que se aproxima lenta pero inexorablemente.

- Mierda.

Y sigo andando.

- Tendrás que decidirte rápido, prometido mío.

- Cállate, zorra.

Y sigo caminando, cada vez más cerca de la extenuación. El muro de fuego prosigue su camino, persiguiéndome. Y yo cada vez ando más despacio. Mi velocidad y la del muro de fuego son prácticamente idénticas.

- Joder, joder, joder.

- Ahora no, cariño, después de la boda.

- Que te den por el culo, perra.

- Lo que más te guste, pero cuando esté casada contigo.

Y seguimos andando. Y la muy puta no parece cansarse lo más mínimo. No puedo más. He perdido totalmente la noción del tiempo. No sé cuánto tiempo llevaremos andando ya. Los pies me duelen como nunca en mi vida. Puedo sentir los músculos de mis piernas ardiendo y al borde del colapso. No resistiré mucho más. Tendré que rendirme pronto y casarme con este maldito demonio.

- Sólo tienes que decir “sí, quiero” y podrás descansar.

- Cállate.

De repente, al final del interminable pasillo, aparece la silueta de un hombre. Mi corazón comienza a latir aún más fuerte. ¿Estoy salvado? El hombre, de unos cincuenta años y calvo, llega hasta nuestra altura.

- Hola, Letho.

- ¿Qué tal, Kroyja? ¿A la búsqueda de marido, eh?

- Ya ves.

- Hasta luego.

- Cuídate, golfo.

Y sigue andando en dirección a las llamas. El muy hijo de puta sigue andando. Las cruza como si nada y desaparece dentro de la vorágine de fuego.

- Joder.

- Después de la boda, no insistas. Y tras una buena ducha.

- Joder, joder, joder.

- Hombres: siempre pensando en lo mismo.

Ruedo por el suelo y casi pierdo el conocimiento. Casi. Permanezco tirado en el sucio suelo de linóleo, a borde del colapso, con el calor de las cada vez más cercanas llamas azotando mi rostro. Lágrimas de frustración o de dolor, no lo sé, surcan mi rostro.

- ¿Kroyja?

- ¿Sí, querido?

- Ese es tu nombre, ¿no? ¿Kroyja?

- Ese es.

- Sí.

- ¿Sí?

- Sí, quiero.

- Perfecto.


Cayetano Gea Martín


jueves, diciembre 10, 2009

Friedrich Nietzsche - El Anticristo o Maldición sobre el cristianismo


Hoy me enrollo poco y os dejo directamente en las peligrosas manos de Nietzsche. Baste decir que El Anticristo es uno de mis libros favoritos y que suelo ojearlo cada vez que empiezo a sentirme tolerante con el cristianismo. Aquí van unas cuantas perlas:


Solamente hubo un cristiano de verdad, y éste murió en la cruz. Originalmente, el concepto de Cristo, era un movimiento budista de paz en la tierra; no lo que vino después, que fue una promesa de un más allá indemostrable. Pues la diferencia fundamental entre ambas religiones continúa siendo ésta: el budismo no promete, sino que cumple; el cristianismo promete todo, pero no cumple nada. A la “buena nueva” la sucedió inmediatamente la peor de todas: la de Pablo. Este disevangelista borró el ayer y se inventó una historia del cristianismo primitivo. Más tarde, la Iglesia falseó la historia de la humanidad, convirtiéndola en prehistoria del cristianismo. El tipo de redentor, la doctrina, la práctica, la muerte: nada quedó intacto. Pablo necesitaba la muerte en la cruz del redentor: su necesidad era el poder, el crear rebaños.

La predicación de la castidad es una incitación pública a la contranaturaleza. Todo desprecio de la vida sexual, toda impurificación de la misma con el concepto de “impuro” es el auténtico pecado contra el espíritu santo de la vida.

Una religión como el cristianismo, que en ningún punto tiene contacto con la realidad, que se derrumba tan pronto como la realidad obtiene su derecho, tiene que ser, como es obvio, enemiga mortal de la sabiduría. La fe como imperativo es el veto de la ciencia, la mentira a cualquier precio.

Un mártir no demuestra nada con su sacrificio. La sangre derramada no conforma una verdad: la sangre envenena incluso la doctrina más pura, convirtiéndola en delirio y en odio de los corazones. Y si alguien atraviesa una hoguera para demostrar su doctrina, ¡qué demuestra eso! Nada.

Yo condeno al cristianismo, yo levanto contra la Iglesia cristiana la más terrible de todas las acusaciones. Ella es para mí la más grande de todas las corrupciones posibles. Nada ha dejado la Iglesia de tocar con su corrupción, de toda verdad ha hecho una mentira, de toda honestidad, una bajeza del alma. ¡Que alguien se atreva todavía a hablarme de sus bendiciones “humanitarias”! Ella ha creado calamidades, con el fin de eternizarse a sí misma. El concepto de pecado, por ejemplo: ¡Es la Iglesia la que ha enriquecido a la humanidad con esa calamidad! Y su retorcida idea de santidad, beber hasta el final toda sangre, todo amor, toda esperanza de vida; el más allá, como voluntad de negación de toda realidad; la cruz, como signo de reconocimiento para la más subterránea conjura habida nunca: contra la salud, la belleza, la buena constitución, la valentía, el espíritu, la bondad de alma… ¡Contra la vida misma!

Viciosa es toda especie de contranaturaleza. La especie más viciosa de hombre es el sacerdote: él enseña la contranaturaleza. Contra el sacerdote no se tienen razones, se tiene el presidio.

Yo llamo al cristianismo la única gran maldición, la única grande e intimísima corrupción, el único gran instinto de venganza… Yo lo llamo la única inmortal mancha deshonrosa de la humanidad.

Jesús es lo contrario de un genio: es un idiota. Es incapaz de comprender una realidad: gira en torno a cinco, a seis conceptos que antes ha oído y que poco a poco ha entendido. El resto le es ajeno. El hecho de que los instintos varoniles no se hayan desarrollado jamás en él, el hecho de que se haya quedado retrasado y haya permanecido infantilmente en la pubertad: eso es propio de ciertas neurosis epileptoides. No posee conocimiento alguno: ni el más lejano soplo de ciencia, disciplina espiritual, lógica, gusto. Él conoce sólo efectos morales: signo de la más baja y la más absurda cultura. Jesús es un idiota en medio de un pueblo muy listo: ¡Pablo no era en modo alguno un idiota!

¡Y se cuenta el tiempo desde el día nefasto en que empezó esta fatalidad, desde el primer día del cristianismo! ¿Por qué no, mejor, desde su último día? ¿Desde hoy?


Cayetano Gea Martín


lunes, diciembre 07, 2009

Falsedad




Que no hago cuita de la fealdad
Que arrastras desde la tierna cuna,
Si a los ojos de la argenta luna
Pergeñas con valor en tu mirar.

Y que anulan el más fino paladar
Los dulces en exceso empalagosos:
Siempre hay temor de que otro afectuoso
Los intente con porfía degustar.

Tales hueras palabras le dijo
El bravucón de conticinio a la fea,
Sin sentirlas nunca de verdad.

Y es que es valiente el derramado vino
Que todas las mentiras sin mesura crea,
Y fabrica terco conato de mísera falsedad.


Cayetano Gea Martín




viernes, diciembre 04, 2009

Thomas de Quincey - Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes


Hay libros normales y libros curiosos. El que nos ocupa hoy pertenece, sin duda alguna, al segundo tipo. Thomas de Quincey, escritor y polemista inglés del siglo XIX, ha sido una de las mayores fuentes de inspiración para autores de la talla de Poe, Carroll, Dickens, Proust, Chesterton, Borges, Wilde, Woolf y muchos otros. Y cuando uno lo lee, se da cuenta del porqué.

Este libro cayó en mis manos, como muchos otros, por recomendación directa de Borges. Y he de reconocer que es un gran ensayo. Su protagonista, un joven asesino perteneciente a una importante sociedad de asesinos en serie, intenta unificar homicidio con arte. De tal manera, vamos viendo diferentes y muy artísticas formas de acabar con la vida de alguien. Por ejemplo, ahogar a alguien por la espalda mediante un cable o cuerda no es estético: resulta zafio y grosero, sin nada de arte. Sin embargo, degollar ya sería más aceptable, siempre y cuando las salpicaduras de la sangre formen un hermoso lienzo.

El ensayo, narrado en primera persona, posee el estilo directo y nada artificioso típico en este autor, amén de su corrosivo y característico sentido del humor, muy británico. De hecho, el problema es que uno no sabe si lo que está diciendo es en serio o está de coña, de lo fino que hila el bueno de Quincey. Y eso es lo que asusta.

La edición que tengo yo, de El Club Diógenes, por supuesto, se completa con tres ensayos más, a parte Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes. El primero de ellos, El coche correo inglés, es una visión sobre el mundo moderno y el horror apocalíptico que le supone al autor el hecho de dejar de utilizar coches tirados por caballos. El segundo, llamado La visión de la muerte súbita, es una fascinante expedición a las raíces mismas del horror humano y de la levedad del ser. El volumen se cierra con Sobre los golpes en la puerta, un breve artículo teatral sobre Macbeth.

En resumen, un libro de ensayos altamente recomendable, sobre todo por el que da nombre al libro. Os dejo con una perla del mismo. Vigilen su espalda, damas y caballeros. Y si un asesino viene a por su vida y el final es inevitable, recuerden que es mejor acabar convertido en una obra de arte. Por lo menos…

“Un amigo filósofo, conocido por su filantropía y su bondad, sugiere que el sujeto escogido debería tener una familia con niños pequeños que dependa enteramente de su trabajo, con el propósito de intensificar el Phatos. Sin duda, se trata de una precaución juiciosa, pero yo no insistiría mucho en ella: una restricción tan severa puede tener como efecto negativo reducir la esfera de actuación del artista.”


Thomas de Quincey
Del asesinato considerado como una de las Bellas Artes y otros ensayos literarios.
El Club Diógenes. Valdemar.
Formato de bolsillo, 265 páginas. 9€.



Cayetano Gea Martín


martes, diciembre 01, 2009

Reflexiones besugas VII




Volvemos a la carga con más tonterías mías y del tito JL...


• Mi reloj es analógico: Da siempre la hora que le sale del culo.

• Lo que más me gusta del cine de Trueba es su bizco mica.

• Porquería típica del centro de Europa: Suicedad.

• Como dice el dogma católico: soy uno y estoy que trino.

• Era un señor tan mayor que le hicieron la autopsia para ir adelantando el trabajo.

• Mike Jagger colabora con el tercer mundo porque siente Simpatía por el Débil.

• Deidad mitológica griega fundadora del capitalismo: Poseidón.



Lois Raposo y Cayetano Gea

sábado, noviembre 28, 2009

Oscar Wilde - Epigramas


El de hoy no es un libro, si no una recopilación de epigramas del, para mí, mejor escritor británico: Oscar Wilde, ese genio que nació un siglo antes de lo que le correspondía. Que los disfruten, pero procuren no aprender de ellos. Sólo disfrútenlos, nada más. Wilde lo hubiera querido así.

-

El egoísmo no consiste en vivir como uno desea vivir, sino en pretender que otros vivan de la misma manera.

Las mujeres indecentes son molestas; las decentes, aburridas. Ésa es la única diferencia entre ellas.

Escribo porque hacerlo me produce el mayor placer artístico imaginable. Si mi obra le gusta a una minoría, me siento gratificado. En cuanto a la multitud, no deseo ser un novelista popular. Es demasiado fácil.

A nuestros errores los llamamos experiencias.

Los hombres jóvenes quieren ser fieles y no lo consiguen; los hombres viejos quieren ser infieles y no lo logran.

Lo menos frecuente en este mundo es vivir. La mayoría de la gente existe, eso es todo.

Cualquiera puede escribir una trilogía. Sólo se requiere una absoluta ignorancia de la literatura y de la vida.

Odio a la gente que, como tú, se empeñan en hablar de sí mismos cuando alguien, como yo, lo que quiere es hablar de uno mismo.

La civilización sigue existiendo porque la gente la odia. La ciudad moderna es el completo opuesto de lo que todo el mundo desea. El sombrero de copa durará mientras la gente no lo apruebe.

Las mujeres tienen un instinto asombroso para las cosas. Son capaces de descubrirlo todo excepto lo obvio.

La religión es el sustituto de moda de la fe.

Al público se le ha acostumbrado mal en todas las épocas. Le pide al arte que sea popular, que satisfaga su falta de gusto. Pero el arte no debería intentar ser popular. Es el público el que debería intentar volverse artístico.

La risa no es un mal comienzo para una amistad, y desde luego es su mejor final posible.

La humanidad se toma a sí misma demasiado en serio. He aquí el pecado original del mundo. Si el hombre de las cavernas hubiera sido capaz de reírse de sí mismo, la historia hubiera sido diferente.

El que un hombre muera por una causa, no la hace necesariamente verdadera.

Me gusta escucharme a mí mismo. Es uno de mis mayores placeres. A menudo mantengo largas conversaciones conmigo mismo, y soy tan inteligente que a veces no entiendo ni una palabra de lo que digo.

Los hombres siempre quieren ser el primer amor de una mujer. En eso radica su torpe vanidad. Las mujeres tienen un instinto más sutil para las cosas: prefieren ser el último amor de un hombre.

Las religiones mueren cuando se prueba su veracidad. La ciencia tiene el record de religiones muertas.


Cayetano Gea Martín


miércoles, noviembre 25, 2009

The Gunslinger


Everybody looked at the door when the gunslinger entered in the saloon. Their eyes, snooping and blind because of the fire water, followed his way until the bench in front of the slab, where Wesley sat down. They knew who he was, as certainly every men, women and child in Texas. The only difference was if they admired him or if they desired to see him hang on the top of a tree.

Wesley felt their eyes on his neck, but he didn’t care a shit about it. He had other priorities in mind. He made a sign to the bar tender to achieve then first one of them.

“Whiskey”, he said with a throat dry as a bone because the desert heat.

Louis, the waiter, a well-built man on his fifties, gulp down spit and with a trembling voice warned to the living legend facing him: “We only have the home-made one, and I wouldn’t drink it, I tell ya”.

“It is not to drink, amigo”, said the gunfighter, “Keep the bottle here, if you’re so kind”. Louis did it and went back to dry glasses with a filthy cloth.

Slowly, because of the pain he felt and for precaution, Wesley started to give up his waistcoat. A Walker Colt with sandal wood’s butt appeared. Every single eye was wide open. Dry blood drew a crimson orchid on the white shirt. The gunslinger was sweating plenty. It was just two hours ago when that damned mestizo shouted him.

Everyone there will remember from a long time how Wesley spilled half bottle in the open wound without crying out or even groaning. Everyone will remember except Hickoc, of course. Marshal Wild Hill Hickoc stayed sitting down, cool, apparently playing a solitaire.

Walking firm but exhausted, Wesley went to the slab again. “Please, tell me how much I owe you, amigo”, he asked Louis.

“Err… nothing”, hesitated him, “house courtesy”.

“Ah, yes”, grumbled Wesley, “the famous Abilene hospitality”.

“God bless thee”, said Hickoc, “if you allow me a toast for it”.

“Be my guess”, answered Wesley.

“Well, well. Look, people, who has come to our beloved and peaceful town looking for troubles”, said Hickoc walking to the slab. “The famous John Wesley Hardin”.

“I’m sorry, but I’m not looking for any kind of troubles; neither Abilene is a pacific town”, answered the gunslinger with calm.

“Don’t you like our gorgeous place, John?”, asked the marshal now really close to him.

“I’ve seen so many sin cities, but I think Abilene can beat them up”, replied Wesley.

“Oh, I really regret that you have such opinion about our splendid town”, said Hickoc sardonic. “All of us feel really sad about it”.

“I don’t care a buffalo shit about their belief. Neither yours, Wild Hill Hickoc”.

“So, you know who I am, don’t you?”

“I met you when you were merely a stagecoach rider. And, look at you now! A marshal! Congratulations”.

“Thanks. Yeah, that’s what I am. And as a marshal, I have the mission to avoid that outlaws and bloody gunfighters as you come to mi home to fuck up. That’s why I must require your gun, John. Weapons are not allowed in Abilene… except mines, for sure”.

Wesley’s face contracted with visible disgusting. He wasn’t able even to talk in his usual way. “I won’t… I won’t give my gun to a filthy Baptist coyote as you. If you want it, come for it, if you have enough guts”.

Hickoc was shocked, trembling with fury and anger. His face started to be red and his eyes were on fire. Slowly, his right hand went to its side. Wesley’s right hand repeated the same operation too. Louis, with caution, decided that maybe could be safely to stay in the floor behind the slab. Everyone was trembling with expectation. That was the calm before the storm, or they believed so at last.

“I’m only gonna tell you one more time”, said the marshal. “Gimme your weapon or get the fuck out of my town”.

“Then, you must come to take it”, answered Wesley, extended his revolver to Hickoc. “Come on, just take it”.

The marshal hesitated. He had heard about John’s damning speed too. He watched the apparently quiet and peaceful Wesley’s face and his serious mouth barely hidden beneath the brown and bulky southern-style moustache. His arm still stretched, offering the gun to Hickoc. The outlaw had grabbed the weapon only for the canyon, his fingers two inches far away the trigger. It was impossible he can shoot him. Absolutely impossible. But he doesn’t like the situation. He doesn’t like it at all. But he doesn’t like even more to be a coward in front of everybody there. In this side of the world, every single scabby dog can see when its leader has floppy legs. And takes advantage of it.

Quickly, Hickoc targeted Wesley’s face. “Put the gun on the slab y get away from it, John”, ordered him in a severe tone that, he hoped so, must make clear who wears the pants in Abilene.

“No”, said Wesley. “I already told you. If you want it, you may come for it”.

“Gimme that fucking weapon, John!”, cried Hickoc.

“I said my last word”, answered the gunslinger, very smoothly.

“Gimme it or I blow your damned head up!

“Go on, then”.

Desperately, Hickoc aimed firmly to the gunslinger’s head. His forefinger was trembling on the trigger. Wesley opened his eyes suddenly. It was then, when he did his movement.

Decades after, people for Abilene would still be talking about it. The gunslinger’s Walter Colt moved so fast that looked like it turns by itself. Nobody known ever how could be possible. Nobody saw his fingers made rolling the weapon. Merely, Wesley had the gun taken with his fingers, and half a second later, it spun and he shot. The bullet ruined marshal’s chest. He bit the dust already death, with a surprise expression on his face that he gave it with him to hell.


Cayetano Gea Martín


domingo, noviembre 22, 2009


Recuerdo que este libro, el único que conozco del autor portugués, me fue recomendado en su día por partida doble: Borges y Pedro. El bueno de Jorge Luis lo recomienda en su biblioteca personal inconclusa; y Don Pedro Garrido Vega me habló de él con su tono, ya famoso para aquellos que estén familiarizados con él (con Pedro, digo, no con el tono) de, “Ah, claro. Eça de Queiroz, tío. ¿Nunca has oído hablar de él?”

Pues no, nunca había oído hablar de él, claro. Y lo lamento. Ya que me he estado perdiendo un autor como la copa de un pino. En este libro corto, compuesto de cinco relatos, he encontrado cierta fascinación por la palabra escrita que, lamentablemente, no es tan fácil de alcanzar.

Destaca, por encima de todo, el primer relato del libro, que es el que le da nombre a la antología: El mandarín. El protagonista, Teodoro, consigue hacer un pacto con el diablo que le concede en el acto todas las riquezas y la posición social de un mandarín. Naturalmente, todos sabemos lo que pasa cuando se pacta con Lucifer: el trato siempre resulta negativo para el pactante. Durante las cien páginas del cuento, Eça nos sumergirá en una aventura a caballo entre Portugal y China, una impresionante odisea pesimista teñida de fantasía moral. Una auténtica delicia de elegante y directa prosa.

El resto del volumen sigue en la misma tónica de humor tristón. Destaco el relato más corto, llamado Memorias de una horca, el cual es sencillamente eso: los recuerdos fragmentarios de una horca, desde que formaba parte de un árbol hasta que fue convertido en soporte mortal. Impresionante.

Hay libros anodinos, tristemente amenos y vacíos (lamentablemente, los que abundan hoy en día y que la gente ojea en el Metro con cara de sueño), que los terminas y tienes la sensación de haber visto una película. Y de las malas. Afortunadamente, pequeñas joyas literarias como este mandarín existen para recordarnos que la literatura puede ser mucho más. Debe ser mucho más: la expresión más genuina que tiene el hombre de plasmar sus pensamientos.

Para terminar, decir que el libro no resulta complicado o sesudo de leer. Al contrario, engancha. Y se siente uno bien al engancharse a un libro que, además de entretener, te intenta enseñar algo. ¿El qué? Eso ya queda en tus manos, lector constante. Como dice Borges en el prólogo:

“Que otros se jacten de los libros que les ha sido dado escribir; yo me jacto de aquellos que me fue dado leer. No sé si soy un buen escritor; creo ser un excelente lector o, en todo caso, un sensible y agradecido lector.”


José María Eça de Queiroz – El mandarín
Hyspamerica. Biblioteca Personal Jorge Luis Borges
198 páginas. 14,95 €.

O se puede leer en la red, cómo no, en el Proyecto Gutenberg:
http://www.gutenberg.org/etext/18228



Cayetano Gea Martín

jueves, noviembre 19, 2009

El mono


El mono no para de saltar y de hacer ruido. El mono es un engorro, un verdadero coñazo. Y yo mañana madrugo, y no puedo dormir por culpa de ese maldito mono que no para de saltar y de hacer ruido. Llevo cerca de cinco horas oyéndolo ya, a través de las paredes finas como papel. ¿Alguna vez habéis oído, en la vid real o en películas, tanto da, el chillido de los monos? Imaginaos ese gritito agudo durante cinco horas seguidas. En ocasiones así, lamento no vivir en Estados Unidos y el no tener una licencia de armas.

Y encima es que el mono que me está jodiendo la noche no es un mono cualquiera, oh, no. El mío, mi mono particular, es un mono de Borneo, cuyo berrido es especialmente molesto. ¿No sabéis qué tipo de mono es ese? Sí, hombre, sí. Ese mono feo que tiene una nariz que parece un pene enorme, de unos setenta y cinco centímetros. El mono, no su nariz fálica. Pues de esta especie es el mío, el mamón que está pegando saltos y brincos mientras chilla a dos tabiques de mi dormitorio.

Y lo peor no es eso. Lo peor es vivir en la ignorancia, es el no saber a quién pertenece este Nasalis larvatus. Me encantaría saber qué vecino es tan desgraciado como para tener a un mono encerrado en un piso. Todas las noches la misma historia. Todas las noches. Y lo comento con los vecinos y nadie sabe nada, nadie oye nada. Y todos me miran como si yo estuviera mal de la cabeza. Ellos juran que no hay mono. ¿Será una conspiración vecinal para echarme del piso? Todos saben que mi apartamento es el mayor del bloque. ¿Podría ser una estratagema de mis vecinos para quedarse con mi vivienda?

Me voy a volver loco. Puto mono. Y malditos vecinos. Hace dos semanas, harto, decidí grabar con el micrófono del ordenador al puto mono chillón narigudo. Nada. No se oía nada. No se grabó nada. Maldita sea. Sólo cabe una explicación lógica: mis vecinos tienen que haber conseguido entrar en mi casa y joderme el micrófono incorporado a mi MacBook. No cabe otra explicación. Hijos de puta.

No puedo más, no puedo más, no puedo más. No aguanto más os chillidos del maldito mono, joder. Me voy a ir a dormir al sofá del salón, a ver si hay no se oye tanto. Joder, se oye incluso más, maldita sea. Me tumbo en el sofá, intentando en vano taparme los oídos. Es inútil, inútil. El cuchillo gordo, el que utilizo para partir las pizzas del Hacendado, descansa sucio, embadurnado de mozzarella, en la mesita para comer. Lo agarro y salgo de casa.

El sonido en la escalera comunal es atronador. Parece que me encuentro en medio de un concierto de monos narigudos. El puto mono chilla tan fuerte que si me sangraran los tímpanos no me sorprendería lo más mínimo. Parece salir directamente del tercero derecha. Llamo al timbre. La gorda y teñida solterona me abre la puerta con su sonrisa estúpida de vaca retrasada mental. Repara en mi cuchillo. Y en mis gritos, intentándome hacer oír por encima de la algarabía simiesca. Cojo a mi vecina por el gordo cuello y empiezo a apuñalarla. Chilla como un puto mono.


Cayetano Gea Martín



lunes, noviembre 16, 2009

El santo prepucio


Vamos a ver cómo cuento yo lo siguiente, que tiene narices la cosa… La culpa es de Don Javier por contármelo y hacerme investigar al respecto. Repito: tiene narices la cosa… bueno, más bien tiene… pellejo la cosa… Empecemos por el principio:

Jesús, es obvio, habría sido circuncidado, aunque en los evangelios no hay casi referencia a ello (para eliminar cualquier tufo judío, ya saben ustedes). En los apócrifos sí, claro, que son los que molan. Allí se cuenta hasta cómo el sagrado prepucio extraído al Señor fue metido en un tarro de conservante de flores (nota mental: no hacer chiste sobre capullos, sería demasiado fácil) y guardado en casa de un perfumista, hijo de la matrona de María.

Según la leyenda, Juan Bautista le entregó el prepucio en el frasco a María Magdalena. Ya sabemos lo que le molaba a esta buena mujer todo lo que estuviera relacionado con su Chus. Y aquí surge la primera duda teológica. Espero que estén ustedes preparados.

Dado que el prepucio estaba separado del cuerpo de Jesús cuando éste ascendió al cielo (amojamado en un frasco, para más señas), ¿ascendió también el prepucio o se quedó en la tierra? ¿Lo haría también el sudor suyo vertido en la Sábana Santa? ¿Y la sangre vertida, el pelo y las uñas?

Dado que si no la cosa se liaría mucho más, además de resultar el tema algo truculento, los teólogos decidieron que no, que las partes extras se quedaron y se pudrieron en la tierra. Salvo el santo prepucio conservado en líquido para flores, claro.

Según parece, según se dice, se comenta, el pellejito sagrado del Redentor de la humanidad fue pasando de unos a otros a lo largo de los siglos. Muchos revindicaron estar en posesión de tan importante reliquia: abadías, emperadores, Papas, etc. Quizá su mayor usuario fue Carlomagno, según comentaba él. Según parece, un ángel, como si de un mamporrero celestial se tratase, le regaló el prepucio en su noche de bodas. Y así se descubrió la propiedad que tenía: aumentaba la potencia sexual de aquel que lo poseyera hasta límites, digamos, divinos. No todos los días puede uno fornicar bajo la influencia del pellejito momificado del hijo de Dios. Habría que aprovecharlo, obviamente. Lo que me pregunto es si el ángel se quedaría para ver si la reliquia cumplía con su propósito.

Desde entonces, se suceden las leyendas y los marujeos cual programa de Tele 5. Otra de las más disparatadas nos cuenta que el santo prepucio se encontraba “prisionero” en Jerusalén y que el rey Balduino I lo recuperó y lo envió al monasterio de Anvers. Falso o no, en 1426 se constituyó en esta ciudad, y esto es totalmente verídico, la Hermandad van der heiliger Besnidenissen ons liefs Heeren Jhesu Cristi in onser liever Vrouwen Kercke t'Antwerpen, destinada a la protección de la reliquia. Hoy les tirarían piedras por frikis.

Por cierto que también se ha asegurado que el pellejito se encontraba en Roma, Santiago de Compostela, Amberes, Burgos, etc. Tras las Cruzadas había en Europa catorce prepucios sagrados. Así que o bien Jesús tenía catorce penes cual dios hindú o alguno era falso. Lástima que la Iglesia se niegue siempre a que sus reliquias pasen por el Carbono-14.

El culto a dicha reliquia fue derogado a comienzos del siglo XX. La Iglesia Católica tomó esta decisión argumentando que quizá el interés por ella podría ser calificado como “curiosidad irrespetuosa”. No, si algo de morboso tiene el temita, la verdad.

Muchos aclamados y aburridos teólogos han escrito sobre el pellejito del Niño Dios a lo largo de los siglos. Quizá quien más investigó sobre un tema tan relevante fue, a finales del siglo XVII, el erudito y teólogo católico León Alacio, en su obra De Praeputio Domini Nostri Jesu Christi Diatriba ("discusión acerca del Prepucio de Nuestro Señor Jesucristo"). En dicha obra, Alacio especulaba con la idea de que el Santo Prepucio pudo haber ascendido al Cielo al mismo tiempo que Jesús y se habría convertido en los anillos de Saturno. Tal cual, chatos. Como bien dice mi amigo Javier: “¡Hay que conseguir ese libro como sea!"


Cayetano Gea Martín


viernes, noviembre 13, 2009

Ovidio - El arte de amar. El remedio del amor


Este librito me ha acompañado durante el trayecto de ida en mi último viaje a Londres, y me ha parecido una magistral lección de amor. Y más teniendo en cuenta que fue escrito hace dos mil años. No hemos cambiado nada.

Ovidio era un poeta al que Augusto desterró por estos dos textos, principalmente. La liberalidad sexual que encierran no fue del gusto del casto emperador romano, empeñado en eliminar la concupiscencia que empañaba la vida diaria romana.

El primer texto, el arte de amar, es un tratado sobre cómo seducir, cómo mantener el enamoramiento y cómo defenderse de él. Divertidísimo y ameno. Pero el que realmente me ha encantado es el segundo y mucho más breve, el remedio del amor. En estas apenas treinta páginas, Ovidio nos enseña a curarnos de las heridas que se producen tras el fracaso amoroso. Parece mentira que un tío que vivió hace dos mil años consiga sorprenderme y ayudarme. Increíble. Un texto muy recomendable y que merece la pena leer, aunque sea bajárselo de Internet.

El bueno de Ovidio murió en una remota aldea del Ponto, apartado de la vida romana que tanto le gustaba. En su honor, va este breve artículo. Él esperaba ser recordado por alguien, y haber podido ayudar. Dos mil años después, sus inteligentes y alegres enseñanzas siguen estando vigentes. Gracias, maestro. En tu honor, dejo aquí algunas frases sueltas. Que ustedes las disfruten.

Mucho amor germina en la casualidad: tened siempre dispuesto el anzuelo, y en el sitio que menos esperéis, encontraréis pesca.

Apresúrate: no te fíes de las horas venideras. El que hoy no está dispuesto, menos lo estará mañana.

Ofrecer amistad al que pide amor es como dar pan al que muere de sed.

En el amor no basta atacar, hay que tomar la plaza.

Todo amante es un soldado en guerra.

Las mujeres lo negarán o lo aceptarán, pero lo que siempre quieren es que se lo pidamos.


Ovidio – El arte de amar y El remedio del amor
Biblioteca EDAF
158 páginas. 5,50 €.


O se puede leer en la red la totalidad de la obra de Ovidio. Aquí os dejo una página para descargar El remedio del amor:

http://literatura.itematika.com/libro/193/el-remedio-del-amor.html



Cayetano Gea Martín


martes, noviembre 10, 2009

Las peores películas de la historia


Hoy vamos de cine… O algo parecido. Aquí os dejo una lista con algunas de las peores películas que he visto en mi vida. ¡La polémica está servida! O no…

Ah, y si pincháis en los títulos os sale alguna escena de dichas obras del celuloide… Si ven más de tres seguidas, procuren tener a mano un cubo o una papelera...

Glitter (2001): La malísima película que contaba la vida de Mariah Carey si fuera verdad que su vida es así. Horrible. Me tocó ir al cine por temas femeninos, obviamente…

Miss Agente Especial 2 (2005): Bueno, ya de por sí Sandra Bullock me parece malísima actuando, pero en esta película se supera a sí misma. Un despropósito. Creo que la Bullock sería mejor criadora de boquerones que actriz. De hecho, sería mejor hiciera lo que hiciera menos ¿interpretar?.

Alone in the Dark (2005): Pongo ésta en representación de cualquiera hecha por el señor Uwe Boll, el director más odiado de todos los tiempos y más desde que hay Internet. La película es tan mala que te ríes, es la única ventaja. Pobre Christian Slater: lo terminaron de hundir…

Beowulf (1999): No, no es la película de animación. Es la que protagonizó el peor actor de la historia de la humanidad, el señor Christopher Lambert (aplausos). Tenéis que ver esta película, por favor. No veréis nada peor. Bueno, sí (ver última entrada de la lista).

Loca Academia de Policía: Misión en Moscú (1994): La última que se atrevieron a perpetrar. Y desengañémonos, ninguna es una maravilla, pero es que esta… Consigue que uno añore a Mahoney y todo. Anuncian una más para el año que viene. ¡Oh, no!

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal (2008): Esta película arruinó mi infancia. Nada que ver con las trilogía original. Nada. El guión es horrible, de dos abuelotes amigos que sin previo aviso olvidan cómo hacer cine. Mala interpretación, mal montada, bromas sin gracia, exceso de ILM… Y el remate final, por supuesto: marcianos. Aún sufro escalofríos al recordar la escena final de Cate Blanchett. ¡Y van a hacer otra! Y lo peor es que a lo mejor voy a verla… El señor Lucas ha tenido siempre la llave de mi cartera, el muy cabrito…

Casi 300 (2008): La peor comedia que he visto jamás. Humor para amebas, tan estúpido que hace que Los Morancos parezcan Les Luthiers. Carmen Electra haciendo lo que mejor sabe hacer, que no es actuar. Bromas tan tontas que te las tienen que explicar. Y lo hacen.

Vercingétorix (2001): Nuestro querido Christopher Lambert, esta vez acompañado de la sin par actriz Inés Sastre, vuelve a la carga con una película que retrata fielmente el mundo galo. La escena de la deposición de las armas a los pies de César es antológica. Búsquenla. Maten por ella.

Matrix Revolutions (2003): ¡Con lo que hubiera ganado esta saga si no hubiera sido una saga! ¿Por qué no haberlo dejado en una sola película? No me sentí tan defraudado en mi vida, salvo aquella vez que ligué con una chica que luego no fue tal, pero divago.

Mortal Kombat: Aniquilación (1997): Difícil elección, porque la primera ya era como para pedir el suicidio asistido, pero es que ésta… ¿Por qué se deja a estas personas que se dediquen al cine? Además, y para que la peli sea más completa cuenta con la participación de ¿no lo adivinan? Christopher Lambert, que lanza rayos con los dedos y engarza una gilipollez con otra, en un alarde de guión imaginativo y método Stalivnasky.

El Equipo Ja (2007): Mi mención especial al cine español (más abajo tengo otra). Tenía muchas pensadas, pero esta resume a la perfección lo peor que puede salir de nuestra querida tierra de conejos: bromas idiotas, chascarrillos guarros, clichés racistas e interpretación inexistente. No pregunten por qué la fui a ver que les veo venir…

Street Fighter: La última batalla (1994): La otra gran película basada en un juego de lucha. Sencillamente genial: Jean-Claude Van Damme repartiendo ostias y chascarrillos, unos personajes que no se parecen en nada a los del juego, Kylie Minogue jodiendo mi personaje favorito y el bueno de Raúl Juliá diciéndole adiós al cine y a la vida con este bodrio. Sublime.

Los Inmortales: Juego Final (2000): Cuarta y última película de la aclamada Saga de la Vergüenza de Christopher Lambert, o Saga de Los Inmortales, según gustos. Al igual que en Matrix, cada nueva entrega alcanza nuevas cotas de náuseas jamás provocadas. Y van a hacer un remake en 2010. Sin el señor Lambert. Algo es algo.

Batman y Robin (1996): La cuarta película de las originales sobre el Hombre Murciélago también adolece del mal de Los Inmortales o de Matrix, es decir, se van superando. Esta en concreto es mala de cojones. Malísima. Diálogos chorras, efectos especiales del Todo a 100, escenas ridículas, muy mal interpretada, etc. El típico subproducto de Hollywood que no vale ni para ponérsela a tu sobrino de tres años.

El Ete y el Oto (1983): Está considerada como la peor película del cine español de todos los tiempos. Los hermanos Calatrava en su propia salsa parodiando ET o algo así. El más feo de los hermanos hacía de un marcianito con mallas blancas que enseñaba el dedo índice cada vez que tenía una erección. Mierda castiza elevada a la enésima potencia.

Faust: La venganza está en la sangre (2001): La peor película que he visto jamás en mi vida. No hay nada, repito, nada, que supere esto… Recomiendo encarecidamente que la veáis: os arrepentiréis el resto de vuestras vidas.


Cayetano Gea Martín


lunes, noviembre 09, 2009

Todos distintos, todos iguales.

Creía en el principio antrópico fuerte, ese que dice que el hecho de que diversas constantes que aparecen en el universo han permitido que las estrellas, los planetas y nosotros estemos aquí para pensar sobre ello. Pensaba que eso era prueba ineludible de la existencia de Dios.

El otro creía en el principio de la génesis de Dios a partir de las constantes de la naturaleza,. Algo anterior a Dios mismo. Él no negaba la existencia de Dios en absoluto, simplemente pensaba que esas constantes eran anteriores a Dios que habrían permitido la existencia de este y, de paso, la de unos humanos que de algún modo pensasen en él, pero como algo inerte, ajeno y sujeto a las mismas condiciones físicas que él. De algún modo las constantes, siempre juguetonas (pero nunca con mala idea) habían creado la religión.

El otro pensó que todo daba igual, que pensar en el universo, las estrellas o nosotros mismos no nos llevaba a ninguna parte. Se fue al bar y se tomó un buen pincho de tortilla con una cerveza fresquita, su religión diaria.

viernes, noviembre 06, 2009

Ana ante su muerte


Ana, recién levantada. El pelo sucio cae sobre las legañas. Boceras secas se adosan contra su rasposa voz de whiskey Ballantines. Oh, y el cielo cada vez más lejos del mar. Y cada vez menos hombres en su cama. Eufemismo. Hace años del último. Y pagando. Y viejo y feo y maloliente. Como ella. Repugnantes almas gemelas. La náusea compartida. Su inmundo semen fertilizando sin éxito el reseco campo de ella. O viceversa. Mejor por detrás. A partir de cierta edad, Ana lo sabe, a una le gusta ser humillada. Ya ni eso.

El suelo del cuarto de Ana. Sostenes enormes rellenos de motas de polvo. Bragas de color carne con manchas que serían vergonzosas de ser ella más joven o de quedarle el más mínimo atisbo de dignidad. Colillas sin carmín. Comida para gatos. Y dos gatos. Viejos.

La mesita de noche de Ana. Un vaso con agua dentro y dentro del agua unos dientes postizos. Un paquete de compresas para adultos, para esas pérdidas leves de orina que anuncia Concha Velasco con su pinta de abuela cañón. Un libro: malo, malísimo, material para señoras viejas. Cien miligramos de cianuro potásico.


Cayetano Gea Martín


jueves, noviembre 05, 2009

Argleton, el pueblo fantasma.

Me hubiese gustado descubrir la (no) existencia de este pueblo inglés gracias a alguna cita memorable de Kay, como aquella que Borges pone en boca de Bioy en Tlön, Uqbar, Orbis Tertius acerca de los espejos (los espejos y la cópula son abominables porque multiplican el número de los hombres). Pero ante la pasividad de Kay me he tenido que conformar con enterarme por la prensa (F.González, dixit).
La cuestión es que (no) existe un pueblo llamado Argleton en Lancashire que, en realidad no es más que una marca en Google Maps que lleva a ningún sitio o más bien a una pequeña zona verde donde no se vislumbra vivienda alguna.
Lo primero que pensé (maldita mente literaria) fue en el cuento de Borges y en que alguien trataba de emularlo. Me pareció una idea maravillosa. A continuación visité Wikipedia y esa ilusión desapareció en un espasmo. En la entrada Argleton únicamente trataba de explicarse la aparente incoherencia entre la existencia de un nombre en Google Maps y su correspondencia fallida con un lugar habitado. Hubiese sido más estimulante leer acerca de las constumbres de Argleton, de su historia, sus literatos, sus científicos, sus fiestas, su lengua o sus leyes.
Sin embargo, a pesar de esta desilusión (o quizá debido a ella) no me voy a dar por satisfecho y propondré algunas alternativas a las explicaciones sencillas, seguramente burdas, que se perpetran en Wikipedia.
a) Se trata de un pueblo invisible (demasiado fácil).
b) Se trata de un pueblo que existió pero ha desaparecido de forma repentina (demasiado cinematográfica).
c) Es un pueblo subterráneo que los satélites no pueden detectar (Julio Verne lo hubiera firmado).
d) En realidad los mapas que ofrecen los satélites no son válidos y las tierras continentales tienen formas muy diferentes a las que nos muestran en planisferios y otros artefactos geográficos (no podía faltar la hipótesis de la conspiración).
e) --- (los guiones indican mi incapacidad a las 6 de la mañana para seguir pensando más).
¿Qué otras explicaciones alternativas propondríais para esta aprente inexistencia de Argleton? (venga, rebuscad un poco entre vuestros sesos).

miércoles, noviembre 04, 2009

Reflexiones besugas VI




Cuando menos los pieses, te sale un callo.

Confesión: Sincerarse con auténtica fe judía.

El mundo es la monda. ¡Hay que welt!

Quiero mucho a mis amigos. Cuando alguno de ellos se echa novia siempre la cato yo primero, ¡no vaya a estar envenenada!

Garci es un críptico de cine: apenas se le entiende cuando habla.

Los gallegos que guardan su dinero en un granero tiene a buen seguro sus ahorreos.

Lucifer aficionado a las piñas: Satananás.


Lois Raposo & Cayetano Gea



lunes, octubre 26, 2009

L O N D I N V M


Buenos días, a pesar del hecho empírico de ser lunes durante todo el día.

Querría comunicarles a ustedes que desde este miércoles hasta el próximo martes, un servidor se va a encontrar en Londres, esa ciudad donde brilla tanto el sol y donde la comida es excelente. Eso sí, tiene otras cosas cualidades (muchísimas, por cierto, deberían visitarla) de las cuales su vecina y más turística ciudad de París no tendría ni aunque repoblaran toda la ciudad.

Durante mi llorada ausencia (espero), sean buenos y perdonen ustedes la sequía de entradas hasta entonces (siempre y cuando, claro, no cuelgue Pedro algo, ejem). Que les vaya bonito a ustedes.

Por cierto, la foto es mía. Se aceptan elogios...

Un abrazo


Cayetano Gea Martín


jueves, octubre 22, 2009

El trayecto




I. Man on a mission

I'm a man on a mission and my deligence won't wait

¡Cuánta razón tiene el sacrosanto grupo germano! Por algo esta canción se ha convertido en mi arma santa favorita, en la espada de fuego que porto siempre antes de la batalla. Porque soy un hombre con una misión. Tengo la misión de exterminar el mal, cueste lo que cueste oh, santo Padre, de acabar con todos los impíos y blasfemos que me rodean. Por todas partes. Por todas partes el pecado, la vergüenza, la pornografía y la carencia de los eternos valores de Dios nuestro Señor. ¡Blasfemos! ¡Perjuros! ¡Rojos! ¡Masones! ¡Ateos!

Mankind has gone to a high extreme, to the dark side on the way

Y es verdad: Todo se ha ido al carajo. La humanidad se encamina hacia el olvido, hacia la destrucción final, oh, mi Señor. Y todo por culpa de ellos, ¡de ellos!, de los razonables políticos, científicos, ateos de mierda, perjuros y blasfemos, francmasones y sus valores ilustrados; sin saber que Dios está por encima de todo y que los castigará, oh, sí. ¡Todos ellos sentirán la furia y la ira divina! ¡La sentirán latir en mi pecho! ¡El Señor me ha elegido como su estandarte! ¡Sentirán el poder de Dios a través de mi propia mano mortal! Y lo haré como siempre, como vengo haciendo desde los últimos diez años: atacando sus focos neurálgicos, sus centros perniciosos. Hoy, por ello, he decidido coger el Metro. En él se encuentra el mayor número de pecadores que esta nueva Sodoma llamada Madrid puede ofrecer. El fuego de Dios purgará este bosque enfermo con Su fuego sagrado.

And the joyful saints will guide me on the onward fight that I take

Oh, Señor. Oh, mi Dios. ¡Y que me parece que la letra de la canción ha sido escrita pensando en mí! ¡Los santos y el Señor Eterno me guían en mi lucha sin final! ¡Contra todos estos demonios disfrazados de personas que me rodean aquí, en este vagón de Metro! ¡Oh, Santísima Trinidad, dame fuerzas! Míralos, oh, Señor, míralos y condénalos. ¡Condénalos! Se burlan de Ti, mi Señor. Se ríen de Tus valores eternos y se cagan en el amor que les diste. Defecan sus pecados en Tu palabra eterna y se sienten orgullosos por ello. ¡Oh, cómo deseo que sientan mi furia! Paciencia, me digo, paciencia. En breve. Calma. Obsérvales. Obsérvales. Y busca el más repugnante de todos.

Give us a chance to hate, before you kill us all

Mis ojos sufren por el espectáculo que se desarrolla inmisericorde ante ellos. ¡Qué tabernáculo del infierno! ¡Qué insufrible orgía pecadora! Todos los que me rodean son pecadores. ¡Todos y cada uno de ellos! Las mujeres impúdicas que enseñan sus piernas como si de vulgar carne se tratara. Los jóvenes que perforan con hierros su cuerpo… ¡Cómo si su cuerpo no perteneciera a Dios! Las parejas mayores carentes de cualquier tipo de pudor cristiano que se besan en público! Pero, oh, ¿qué ven mis ojos? ¡Oh, cómo es posible tanta blasfemia, mi Señor! ¡Oh, alabado sea el cielo! ¡Acabo de ver a mis dos próximos sacrificios! ¡Justo enfrente de mí! ¡Ya siento el sagrado hierro convulsionarse de divino deleite en mi bolsillo ante el inevitable derramamiento de sangre infernal. ¡Aleluya, mi Dios!

What we need right now, is a miracle on earth

Ahí están los dos: juntos y sonrientes, como las hienas dentudas que son. Una pareja joven, con el lustre de la juventud pecaminosa reptando por sus mejillas. Mira cómo sonríen, mi buen Dios. Míralos. ¿Y sabes por qué, mi Señor? ¡Porque están leyendo un panfleto subversivo! ¡Oh, Señor! ¡Es uno de esos inmorales tebeos japoneses! ¡Un repugnante libelo en el cual se insta a la juventud a vivir en pecado ignominioso, a practicar hábitos contra natura y a abrazar el nihilismo! ¡Oh, mi Señor, dame fuerzas! ¡Haz que no me desmaye de la impresión antes de poder administrar Tu justicia divina! ¡No lo permitas, mi buen Dios! ¡Dame fuerzas para incorporarme! Así, mi señor. ¡Se mi fuerza! Gracias. Así. Alzo el sagrado hierro, bendecido con la sangre de setenta vírgenes. Soy un hombre con una misión.
Amén.


II. Puta mierda

Joder, laostia, puta mierda de Metro de los cojones joderya. Metro de Madrid vuela. Poyas en vinagre. Se ve que eso no incluye a la puta línea 6 de mierda. Veinte minutos pacer cuatrostaciones. Manda cojones. Puto Metro de mierda puta mierda mierda. Si ej que sales de tu casa ies una mierda. Una mierda mazo mierda. Y tó por culpa del sunnormal de mi hermano. No podía haberme traío en coche no no podía. Justo se lo tiene que joder. Pace que lo hace aposta el retrasao mental. Es capaz el mu gilipollas. No te jodes como si no tuviéramos coche. Joder tener que viajar enel puto Metro como una puta maruja o como un puto enfemmo como este questá en frente mía mirándome con cara de puto salido. Y encima con su música de mierda a toaostia. Dan ganas de cagarse en su puta madre joder. Puto ruido ¿qué es eso? Suena como rock de mierda de ese. Pa que luego digan de los jóvenes. Mira el cabrón este calvo de mierda poniendo música puta música de mierda con su móvil de mierda como si viajara él solo como si fuera él solo en el puto vagón. Como la puta vieja de mierda esa que me dijo ayer en el bus que me levantara y la dejara sitio no te jode. ¡La mu vieja zorra! Si viene cansá del bingo que se joa. Yo vengo de currar tol puto día en el puto Ahorramás de loj cojones y vengo más cansá que la ostia. ¡Pos menudo cabreo de tre pare de cojones se enganchó la cabrona! Venga a cagarse en lo jóvenes y yo en su puta madre. Y la digo a ella a la vieja señora no me toque los cojones que aún se lleva una ostia por gilipollas. Y la digo señora cállese la puta boca o la meto el coño dentro de esa puta boca y me cago en su puta boca de mierda. La tía se quedó mazo de rallá. Y encima una mora de mierda de esas que van tapás hasta las cejas y que güelen a mora de mierda que paece que se cagan encima con esos trajes de mierda que paecen una puta sábana sucia me dice que no son formas de hablarle a una señora mayor. Y yo la digo que se meta en sus putos asuntos de mierda, que a mí ninguna mora de mierda güele-mal y tecermundista me tié que decir ná, que se vuelva a su puto país de mierda a vivir con los monos y que encima que viene aquí a robannos el trabajo a los epañoles que no me toque los cojones encima porque igual se gana una ostia que la mando a su país de mierda de la ostia que la meto. Joder, menudo cabreo, cojones me agarré. Un cabreo de la ostia jodé me la enganché mazo. Si ej que yo soy mazo de buena y saprovechan mazo la peña de mí pero cuando me tocan el coño joder, que me llevo por delante al que sea y a la que sea coño. Menos mal que tengo a mi Pedrito menos mal. Y menos mal que dijo dacompañarme en el Metro que si no no veas tú. Si ej que es un solete mi Pedrito. Míale que guapo está el jodío. Míale como lee su tebeyo. A mí me dan igual pero con verle felís me conformo. Joder cómo se lo nota el ginnasio. Stá de un bueno que rompe. Mazo de cachas sá puesto. Tan todas mis amigas babeando cuando lo ven. Joder pos es mío os jodéis perras de mierda jajajaja… Que se jodan que se mueran las hijas de puta de lanvidia que las da de que yo tenga un pibe tan cachas no como los suyos que paecen tós niñas de lo flacos questán, jajaja… Míralo a mi Pedrito. Ay que guapo es madre. Ay mi cari. A ver si este finde los hijos de puta de mis viejos se piran a ese pueblo de mierda donde van finde sí finde no y me lo puedo follar a mi Pedrito. Ay qué ganas tengo de que me folle a lo bestia como él sabe y de que me coma tol coño. ¡Muy hombre es mi Pedrito! De los que ya no quedan. Puta mierda.


III. I love New York

El vagón se mueve. Oh, sí, de nuevo. Tatatachán. Parece cosa de magia. Abracadabra. Parece que tenemos a Gandalf empujando por un lado y al otro ese que le imita (el mago tope baranda de esos libros del niño ese inglés de treinta años con una cicatriz con la forma del dragón de la espalada de Amaral en la frente, o algo así), a ver quién es el más poderoso, el más gay y el que tiene los cojones más grandes. Y por eso se mueve el vagón. Si lo sabré yo. Que también soy un mago.

Y aquí estoy. Aquí llevo ya un buen rato. Haciendo que leo el manga. Dando vueltas. Vueltas circulares a través de una línea circular. ¡El metro de Madrid es infinito! ¡La línea 6 no tiene principio ni fin! ¡Alabados sean Gallardón, la Espe, los dioses telúricos, el circo del sol, y el MOPU ese que no sé si ahora se llamará de otra forma! ¡Y benditos sean Borges y Cortázar, aunque se líen a puñetazos cada dos por tres! ¿Serán némesis de sí mismos? Hola, soy mi propia némesis. Qué gilipolleces se me ocurren.

Pero el caso es que me encuentro mal. Muy mal. Mal de mal, consuelo de nadie. Tan mal que empiezo a no poder soportar el tener que viajar con el puto loro hortera que se sienta a mi lado. ¿Cómo pude yo, en mi insano juicio, comenzar a salir con la niñata ésta? Y mira que hasta hoy, bueno, vale, es idiota pero soportable. Y la come bien (y eso es importante, diga lo que diga Rajoy al respecto, si es que dice algo al respecto, claro). Y no pide mucho a cambio. Una sonrisa por aquí, un cunnilingus por allá. Pero lo de hoy. ¡Lo de hoy no tiene nombre! Ahora lo suelto. Denme ustedes medio segundo, lo que tardan en comenzar a leer el próximo párrafo.

Resulta que mi novia, este cacho de carne de aquí, lleva una camiseta que reza “I love NY”, lo que traducido al idioma de Cervantes, Quevedo, Lorca, Umbral y demás maricas significa “Yo quiero a Nueva York”. Pero claro, la cosa no queda aquí. Resulta que a algún gracioso se le ha ocurrido la idea de tachar la N mayúscula en “NY” y convertirla hábilmente en una M. Y a continuación ha escrito en una tipografía repugnante “boyfriend”. De tal forma que el mensaje queda reconfigurado en “I love MY boyfriend”, o sea “Yo quiero a mi novio”. Ja, ja, ja… Qué divertido, ¿verdad? Es tan ocurrente y gracioso como los chistes de Los Morancos.

Pues resulta que ahora a todas las gilipollas que en Madrid son llevan una camiseta así. Las odio. Odio esa carencia de originalidad, como la última temporada de Prison Break. Todas las cretinas la llevan. Y se creen fashion. Y originales. Buah, tía, no veas. Y va la estúpida esta macarra de barrio que tengo por novia y se pone la misma. Y encima me implica a moi, en tanto en cuanto su novio, quiero decir.

No sé.

...

Creo que podría matarla solamente por ello.



Cayetano Gea Martín



lunes, octubre 19, 2009

Brian Keenan – An evil cradling


Me encontraba en el lugar de siempre, en el mejor local que existe en Madrid. La tarde invitaba a leer un rato. Luke, el camarero, me dijo en su complicado inglés australiano: “Oye, tío, te tienes que leer este libro. Lo leí hace ya tiempo en la Universidad y ha sido desde siempre uno de mis diez libros favoritos”. Obedecí encantado, sabedor del buen gusto literario del señor Carter.

An evil cradling, es un libro impresionante y de temática muy difícil, por lo menos para el autor, ya que es autobiográfico. Brian Keenan, profesor norirlandés de Belfast, fue secuestrado en 1985 en Beirut por fundamentalistas chiitas. Y durante cuatro años y medio permaneció en sus manos sin saber por qué. Este libro es la historia de su secuestro.

Keenan relata, por genialidad y buena prosa, su horrible periplo durante el tiempo que duró su secuestro, su relación con los secuestradores, la soledad y la importancia de la vida humana a cualquier precio. El libro me ha impresionado como pocos, la verdad. El sentimiento de cariño y de comprensión que destila el libro es, sencillamente, acojonante. ¿Cómo puede caber tanta comprensión en un ser humano vejado y torturado? Keenan nos relata de forma magistral la forma de pensar integrista, sus grandes carencias y sus pocas virtudes. “Niños con Kalasnikov”, como describe él a sus secuestradores, los cuales son incapaces de pensar por sí mismos, atrapados en una espiral de violencia, odio sin sentido e, irónicamente, películas de acción norteamericana. Keenan nos cuenta, y uno no puede evitar estremecerse, cómo a veces le pegaban sencillamente como válvula de escape a su sexualidad reprimida. Sus secuestradores estaban más encarcelados que el autor.

Un libro, pues, muy, muy recomendable y necesario. Atrapa enseguida y se lee rápido, gracias a la peculiar mezcla de ternura, horror y, claro está, sentido del humor absurdo ante las situaciones más terribles que se pueda llegar uno a imaginar.

Brian Keenan – An evil cradling
Vintage. Non-Fiction
296 páginas. 6,50 €.
A la venta en segunda mano en J&J (seguramente, el único ejemplar, el que leí yo)


Cayetano Gea Martín



viernes, octubre 16, 2009

No se fíe


No se fíe usted de los vendedores de enciclopedias, ni de sus corbatas verdes, ni de sus pantalones pobres de pana que revelan su extracción humilde. A la que se descuide usted, señora, se encontrará con cuarenta inútiles tomos descansando en precario equilibrio sobre sus gruesas rodillas.

No se fíe de esos dos loros avejentados y con cara de iluminados que llegan a su puerta para preguntar si lee usted La Biblia. ¡No diga nada! A la primera de cambio, descubrirá asombrada que el último número de Atalaya prende de sus dedos pulgar e índice, mientras usted se pregunta cómo coño ha llegado allí.

No se fíe, señora, de su vecino gordo con bigote y con manchas de sudor debajo de los sobacos, ese que siempre está pidiendo un poco de azúcar, de sal, medio pollo. Jamás le devolverá el favor. Intente ir usted a su casa a pedir algo: Lo más probable es que su simpático y orondo vecino la reciba con una salva de fusilería.

No se fíe usted de los pedigüeños con cara de pena, por mucha lástima que puedan llegar a producir en su noble corazón. Los pobres del mundo son una plaga, ¿sabía usted? Realmente, esos tipejos no quieren trabajar, abominan el tener que agachar la espalda para ganarse el sustento y prefieren ir pidiendo por las casas para seguir viviendo del cuento. Si usted les ayuda económicamente, está perpetuando esa codiciosa raza de parásitos sociales.

No se fíe, señora, de ese joven forzudo peruano vestido de naranja con una bombona al hombro. En realidad, desea forzarla a usted. Y cuando el ser abyecto y vil haya consumido su concupiscente propósito, se despedirá a la francesa, sin intercambiar con usted ningún número de teléfono.

No se fíe usted, señora, no se fíe, se lo ruego, de sus hijos cuando vengan a visitarla los domingos. ¿Dónde estaban ellos el resto de la semana? ¿Acaso la han defendido a usted de todos los peligrosos individuos que rondan su puerta? No, ¿verdad? No abra usted la puerta, señora. No abra la puerta a nadie, se lo ruego. Y a sus hijos, menos.


Cayetano Gea Martín


miércoles, octubre 14, 2009

No me creo nada de ti



No me creo nada de ti, nada.

Imposible volver a tener fe en ti.

No intento comprender ni asimilar ninguna de tus mentiras, tan cuidadosamente planeadas, siempre con tu ya tristemente famosa doble, y triple, intencionalidad, tus hola por aquí, puñaladas en la espalda por allá.

He tenido suficientes sacos rotos en mi vida como para no darme cuenta de la cantidad de ideales y promesas que voy perdiendo en el devenir de mis días: no me hace falta tu filfa ayuda al respecto. Me basto y me sobro para que mi vida sea un infierno.

No me interesa más, y mucho menos viniendo de ti. Lo que sea viviendo de ti. Nada que venga de ti. Nunca más.

Mientes; mientes mucho y sigues mintiendo. La mentira es parte de tu personalidad. Es tu personalidad. Tienes que mentir. Necesitas hacerlo.

Dices que estás de mi lado, que eres como yo, que me apoyas en mi camino y en mis decisiones, que me comprendes, que sabes lo que siento, que estás aquí, conmigo. Que nunca me faltarás. Mentiras. Más mentiras de nuevo.

Vuelves a mentir y de la peor manera posible: de forma obvia; ni siquiera te molestas en ocultar tus mentiras, en disimular un poco. Tus mentiras son evidentes y crueles. ¡Tan crueles!

Eres la peor clase de canalla que puede haber en este mundo: tiendes tu mano hacia mí, me pides, con lágrimas en los ojos, que confíe en ti, y luego extraes un puñal de Dios sabe dónde y juegas con él, maquiavélicamente, con una sonrisa enfermiza en tu rostro, ofreciéndomelo, ahora la empuñadura, ahora el filo, empuñadura, filo, hasta que decides clavármelo.

Pero hoy vuelves a pedirme fe: ¡fe!

¿Después de tus promesas vanas, de tus fracasos consentidos, de tu inutilidad sistemática, de tus ataques rabiosos, de tu amistad huera, de tu violencia mediática?

Ya no me creo nada de ti.

Nada, jamás: adiós.

Hasta nunca, Partido Socialista Obrero Español.


Cayetano Gea Martín


martes, octubre 13, 2009

Mi resumen de Ágora

La película se resume en la frase que le dice Hipatia (filósofa y científica) a Sinesio (obispo de Cirene) cuando este la insta a abrazar la fe cristiana:
-Tú no puedes dudar de tus creencias. Yo debo.
Después no se desarrolla más esta idea, aunque no queda mucho que decir, la verdad.

Aun así, prefiero la nueva de Woody Allen, que me hizo reír mucho y me dejó mucho menos frío que el intento (fallido, en mi opinión) de Amenábar.

Volveré.

lunes, octubre 12, 2009

Susanna Clarke – Jonathan Strange & Mister Norrell


Mi primer recuerdo del libro que hoy me ocupa es el de mi amigo Javi relatándome a viva voz (con esa voz de barítono impresionante que tiene) pasajes del mismo. Cautivado por las historias que él me desgranaba con pasión, decidí comprármelo un buen día. Y en inglés. Mejor.

Y es que éste es uno de esos libros que yo no recomendaría leer en otro idioma: su lenguaje preciosista y clásico parece extraído de Dickens, pero con cierto regusto al norte de Inglaterra; acorde tanto con el cuándo como con el dónde se desarrolla la acción. Estilísticamente hablando, el libro es impecable: de la mejor prosa inglesa contemporánea que he podido leer en mi vida, con una riqueza de vocabulario tremenda, un sentido del humor muy fino y victoriano, un ritmo que va en aumento según avanzamos en el libro y, lo que más me llamó la atención en su día, los pies de página.

El libro está lleno de pies de página ficticios que hacen referencia a acontecimientos y a autores de libros que no existen. Al fin y al cabo, si escribes ficción, es una forma inmejorable de crear un trasfondo “real” para tu historia.

Pero vamos con la trama del libro en cuestión. Nos encontramos en el año 1806. Inglaterra se encuentra extenuada e incapaz de ganar la guerra contra Napoleón. Y, claro, ya no queda magia como antaño para favorecer a los ejércitos. Magos sigue habiendo, pero son teóricos de la magia, no prácticos. Hasta que un día se descubre la existencia de un mago real: el señor Norrell. Éste ofrece sus servicios a la corona inglesa para cambiar el decurso de la guerra. Pero pronto aparecerá un nuevo mago, Jonathan Strange, cuya magia será mucho más espontánea y sin necesidad de tener que estudiar toda la vida enormes y aburridos tratados como hace Norrell. Juntos al principio, enemigos más adelante, los dos magos involucrarán con su peligrosa magia el devenir de la historia. Por ejemplo, ante la imposibilidad de alcanzar Pamplona antes que el ejército francés, el duque de Wellington pide ayuda a Strange. Éste, ni corto ni perezoso, cambia de sitio la ciudad. Es más, Pamplona sigue estando hoy en día en un lugar que no le corresponde, pese a las protestas españolas.

Sé que habrá gente (otros no) que en cuanto oigan la palabra “magia” se les quitarán las ganas de leer este libro… o cualquier otro. Reconozco que a mí también me cuesta bastante. Pero con este libro, lo de menos es la magia. No es más que una excusa para que la historia avance. Y de qué manera. Menudo final tiene el condenado libro.

La verdad es que una novela fabulosa en todos los sentidos: por su ambición narrativa y por las historias extraordinarias que cuenta. Mezcla de fantasía e historia, de caballeros magos y personajes reales como el duque de Wellington, Jorge III o lord Byron, la novela plantea una versión alternativa de la historia de Inglaterra. Y el resultado es convincente, y el despliegue de personajes y aventuras hipnotiza al lector desde la primera página hasta la última.

Pero no es un simple libro para pasar el rato: es denso. Densísimo. Y cuesta. Como cualquier buen libro que se precie de serlo. A pesar del trasfondo mágico. Es, ante todo, un manual de estilo victoriano. Como dicen en el libro:

“-¿Puede un mago matar a un hombre por arte de magia? -le preguntó lord Wellington.
Strange frunció el entrecejo. Pareció que no le gustaba la pregunta.

-Supongo que un mago podría -admitió-; pero un caballero, jamás…”

Susanna Clarke - Jonathan Strange & Mr. Norrell
Editorial Salamandra
1.006 páginas. 24,90 €.


Cayetano Gea Martín