sábado, septiembre 03, 2005

Corticoide dos de tres...

Es bajo los efectos de un poderoso corticoide que escribo estas líneas desde el ordenador de mi hogar. Una horrible urticaria vegeta en mi piel desde hace dos días sin saber aún su causa, y el corticoide que me han recetado me deja casi en estado vegetativo y con el rostro fatigado e hinchado. Al menos hoy no he tenido que ir a trabajar deslizándome por las calles de Madrid.

Siempre que me encuentro bajo los efectos de algún tipo de droga, y casi siempre, de forma involuntaria, que conste, que vocación de experimentación no tengo, que no me considero ningún De Quincey, me da por escribir de corrillo para ver qué sale de toda esta montaña de cortisona que recubre mi cerebro ahora mismo y entorpece mi visión y mis enlaces sinápticos.

Así, he empezado a golpear con dedos surcados de prurito rojizo el teclado y de fondo he puesto el disco de Los Poetas han Muerto de Avalanch, mientras me deleito en el tremendo giro musical que dio este grupo desde que se fue el critter que cantaba antes. Libre, pues, de las influencias del rock patrio, este grupo se ha convertido en su propio referente y estandarte, lo que no deja de suscitar críticas dentro de sus sectarios compañeros de profesión.

Estupendo, el corticoide me hace crítico musical de medio pelo a lo Rafa Basa. Por lo menos, su efecto se empieza a notar en mi piel, la cual comienza a verse libre de manchas rojas, al menos, durante las próximas doce horas, una tregua que me hará feliz y me hará creer que ya está, que retomo mi vida de nuevo y dejo de rascarme de forma compulsiva de una vez. Las piernas aún me pican como un demonio, aunque algo menos. Por lo visto, el picor se desplaza arriba y abajo sin razón huyendo de la cortisona.

Perdón, me estaba rascando los gemelos. Sé que no debo, pero es inaguantable. Dios, que pase esto pronto, por favor. Es de lo más perturbador, aunque he descubierto otro remedio casero de lo más eficaz y que potencia el efecto del corticoide: la masturbación. Así que os dejo aquí aprovechando la soledad de esta casa y os emplazo a la siguiente entrega del Día D ese, cuando llegue, que siempre que empiezo una historia larga me voy cansando según sigo.

Sed buenos y recordad que los poetas han muerto, que se marchitan las rosas que un tiempo sus lágrimas regaron para ti.
Cayetano Gea Martín

1 comentario:

El Chukustako Tiroleiro (¡ajua!) dijo...

fabuloso, para variar.

Saludos!