Tengo un cuchillo, un cuchillo tengo, uno, dos, tres…
Para cortar todo aquello que sobra: tu mirada, tu cordón umbilical, tus porqués.
Para incidir en tu llaga y retorcerlo dentro de ella con cruel e insano placer.
Para ver la luna reflejada en su superficie cristalina de transparente quinqué.
Para trocear mi cuerpo en segmentos independientes y desaparecer.
Para perder, ganar y caer de nuevo. Y levantarme, otra vez.
Tengo dos almas, dos almas tengo, dos, tres, una…
Una para desear estar muerto en las frías madrugadas,
Y otra para resucitar del fango de tus cenizas enamoradas.
Una para verme al trasluz de mis pecados en la fría alborada,
Y otra para absolverme de toda suerte de condena indeseada.
Ambas brillan solas y juntas y forman el todo de mi esencia compilada.
Tengo tres años por delante, tres años tengo, tres, uno, dos…
Para no prometer nada y prometerlo todo si se tercia a mi son.
Para ventilar las telarañas del quizá a la luz del sol.
Para comprobar que la altura desde la que puedo caer es cada vez mayor.
Para morir como un perro atropellado y renacer con gran dolor.
Para enlazar mis dedos con los tuyos en nuestro común destino de amor.
Para cortar todo aquello que sobra: tu mirada, tu cordón umbilical, tus porqués.
Para incidir en tu llaga y retorcerlo dentro de ella con cruel e insano placer.
Para ver la luna reflejada en su superficie cristalina de transparente quinqué.
Para trocear mi cuerpo en segmentos independientes y desaparecer.
Para perder, ganar y caer de nuevo. Y levantarme, otra vez.
Tengo dos almas, dos almas tengo, dos, tres, una…
Una para desear estar muerto en las frías madrugadas,
Y otra para resucitar del fango de tus cenizas enamoradas.
Una para verme al trasluz de mis pecados en la fría alborada,
Y otra para absolverme de toda suerte de condena indeseada.
Ambas brillan solas y juntas y forman el todo de mi esencia compilada.
Tengo tres años por delante, tres años tengo, tres, uno, dos…
Para no prometer nada y prometerlo todo si se tercia a mi son.
Para ventilar las telarañas del quizá a la luz del sol.
Para comprobar que la altura desde la que puedo caer es cada vez mayor.
Para morir como un perro atropellado y renacer con gran dolor.
Para enlazar mis dedos con los tuyos en nuestro común destino de amor.
Cayetano Gea Martín
3 comentarios:
Por fin me has hecho sentir algo con lo que escribes. Creo que has encontrado tu voz. No la sueltes porque promete mucho.
Un abrazo.
No me digas eso, mamón, que no me mola nada lo que he escrito, en serio...
No, si ahora me va a tener que empezar a gustar la poesía rarita... ¿Me compro ya la pipa de nácar y la boina? Jejejeje
Estás hecho todo un poeta!
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