martes, enero 16, 2007

Carta de despedida.

Cuando leas estás líneas será ya demasiado tarde para hacer nada. Es posible que, al leerlas, me maldigas y te maldigas a ti misma por no haberlo visto antes, por no haber sabido reaccionar a tiempo. Pero no te culpes. La responsabilidad es sólo mía y de esa demencia que no me abandona desde hace tiempo. No pienses tampoco que este ardid es una venganza hacia ti. Muy al contrario, es un gesto de agradecimiento, de gratitud por tu apoyo constante y tu compañía sin condiciones. Tú eras parte necesaria en este ardid. De otro modo no hubiera sido posible, o tal vez sí, pero más deslucido, sin duda. A estas horas estaré en el anatómico forense. Algún médico estará inspeccionando impensables rincones de mi cuerpo en busca de la causa de mi muerte. Dará con ella, no te apures. Sabrá que habré muerto envenenado y que tú habrás colocado ese veneno en mi café, por la mañana, y que lo guardabas en algún rincón de tu armario o en cualquier otro lugar que no voy ahora a confesarte. Sabrán que no habré sufrido y verán en ello un gesto de compasión que, a su juicio, te honrará. La policía vendrá pronto a casa a hacer un severo registro ya que las sospechas pronto se centrarán en ti. Una nota anónima que envié ayer a la comisaría tomará rápidamente sentido para algún subalterno que esté al tanto del caso y gracias a ello darán con el pastillero en el que se encuentran los tres gramos de veneno que han sobrado tras colocar la dosis letal en mi café. Por si acaso, he dejado mínimos rastros del veneno en la ropa que llevabas puesta hoy. No te molestes en buscar el veneno. Tardarás más tiempo en encontrarlo del que tarde la policía en llegar a casa. No trates tampoco de lavar la ropa. En una nota en mi diario he consignado cada una de las prendas que vestías esta mañana. Por eso siéntate, coge una de las revistas de encima de la mesa (lee, y este es mi último deseo, el artículo de Juan Serrallet sobre los incas del suplemento dominical), abre el mueble bar y bébete un bourbon a mi salud. La policía comprenderá que bebas para sobreponerte a la impresión que te habrá causado mi muerte. No te preocupes por mis amigos: ya les advertí que temía por mi vida, que alguien trataba de envenenarme, que últimamente no me sentía demasiado bien. Has de reconocer que el plan ha sido casi perfecto. El único cabo suelto en todo este plan es esta carta que sostienes entre tus dedos y que piensas que es tu escapatoria. El problema es que difícilmente un jurado pueda considerarte inocente de mi asesinato prestando atención únicamente a esta carta, pues muy bien podrías haberla escrito tú misma y tratar de hacer creer al jurado que eres tan sólo una víctima de un demente que tan sólo buscaba notoriedad con su suicidio. He de recordarte que ninguno de mis reconocimientos psicológicos fue anormal. Soy una persona normal, un suicida normal, con una mujer normal. No me guardes rencor, sabes que lo hago por ti, mi amor.
La mujer a la que hace alusión la carta fue acusada y posteriormente absuelta del asesinato de su marido. Busca ahora a otro tonto a quien envenenar. Abstenerse aquellos que no posean un seguro de vida en condiciones.
Pedro Garrido Vega.

9 comentarios:

Anónimo dijo...

tan desconcertante que es resulta fantástico, como todo lo que escribes

Pedro Garrido dijo...

Gracias por el halago pero últimamente no tengo muy buen concepto de mis historias (no sé si alguna vez lo he tenido). Espero que se me pase pronto. Y sobre todo, a ver si escribo algo que me haga sentirme orgulloso de haberlo escrito yo.

Anónimo dijo...

pero... ¿estas tontito u qué? Si escribes genial! Ojala a mi se me ocurriesen ideas la mitad de buenas y supiese transmitirlas así.

Un poquito de ego, ¡Por Dios!

Marga dijo...

A mí también me resulta muy bueno pero... me callo, si andas dudoso mejor no echar leña!

Martuki dijo...

No es q ande dudoso, es q es así. En cierto modo es una pena, xq estoy segura d q hay cosas q no ven la luz precisamente x la autocensura. Te queremos, Peter!!! Quiérete tu tb.

El Chukustako Tiroleiro (¡ajua!) dijo...

Salud Kay! Feliz 2007 y feliz prosa. ¡Que siga el blog con tanta calidad como hasta ahora!

El Chukustako Tiroleiro (¡ajua!) dijo...

y saludos a Pedro también, claro está, perdón por el desatino.

Pedro Garrido dijo...

No te preocupes, ya estoy acostumbrado a que Kay se lleve todos los elogios, jo.

Es broma. Feliz año a todos e intentaré hacer más aportaciones a la página para que no os olvidéis de mí y penséis que es Kay quien escribe todo aquí (aunque, en realidad, esa apreciación no es muy desatinada).

Catuxa dijo...

Magistral.