Desde que tengo uso de razón, recuerdo haber visto siempre al anciano sentado en su silla de mimbre a los pies de mi cama. Era un viejecito decrépito, marchito, más viejo de lo que pensaba que nadie podría serlo jamás. Y me daba miedo, al principio. Después, según fui creciendo, descubrí entre sus numerosas arrugas dos ojillos tristes, velados de capilares, que me miraban con infinita ternura, y dejé de temerle.
Cuando cumplí los quince años, me empecé a sorprender de su longevidad. A los veinte, descubrí, asombrado, que éste gozaba de un aspecto más lozano que nunca, con un atisbo de color rojo en sus arrugadas mejillas.
A los treinta, ya no me cabía duda: el anciano rejuvenecía día tras día: su piel se volvía tersa, sus ojos se abrían y su espalda se ponía erecta. Gozaba de todo el aspecto de un sano abuelo de setenta años. Aún así, nunca me dirigía la palabra, aunque sus ojos me seguían mirando con un amor infinito.
Cuando cumplí los cuarenta, pude confirmar mis sospechas: el anciano no sólo se parecía a mí, o yo al él, sino que su constante rejuvenecimiento le acercaba poco a poco a mi edad. Además, a estas alturas, ya no se le podía llamar viejo, exactamente: era una madura réplica de mí, pero con veinte años más.
A los cincuenta, éramos dos hermanos gemelos.
¿Para qué seguir? Poco a poco, me iba convirtiendo en el anciano que él fue, mientras él revertía en el joven que yo fui.
Ahora, en mi vejez extrema, lo contemplo en su cuna, a punto de convertirse en una criatura nonata. Sólo parece tener unos días, quizá horas. Me da miedo que desaparezca, temo por su vida y la mía.
Hace un par de semanas que me empiezo a encontrar mejor. Y el niño no para de crecer.
Cayetano Gea Martín
5 comentarios:
Esta es la receta de la inmortalidad. Seria divertido volver a vivir una y otra vez, pero cambiando el guión en cada vuelta.
Ya te habras dado cuenta que visito tu página más a menudo^^.Kisses from Velillacity.
Mmm... Es más una inmortalidad cíclica a lo budismo, quizá, sí... Estaría bien... o no, jejeje...
Ya veo que ahora visitas con mayor frecuencia... ¿Por fin tienes acceso a Internete???
Besosss (ahora mismo) desde la Calle Sevilla esquina Alcalá
Precioso bucle has escrito esta vez,Kay :)))me ha encantado, aunque la idea de que todo se repita una y otra vez me aterra...
He podido hacer un comentario después de varios intentos infructuosos.Cuando ya estaba a punto de abandonar, lo he logrado¡alabado sea blogger beta!
Muchos besos***
Me recuerda mucho a "Cuatro corazones con freno y marcha atrás", pero tu versión relato es muy buena. Me encantó el final.
DALIA NEGRA: Gracias por los halagos (y los temores)... Sí, a mí también me costó enterarme del beta éste, pero, ¡ya está el problema (semi) resuelto! Besos de miércoles de ceniza...
CATUXA: Pues no me lo he leído, fíjate tú, así que me puedo jactar de pobre originalidad, jejeje... Besos en la distancia...
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