lunes, octubre 23, 2006

La serpiente

Escruta cada día el horizonte de las páginas de algún libro que cae en sus manos. Se detiene con avidez en cada uno de los caracteres impresos, como si fuesen ilustraciones encadenadas sobre la página y se deleita en su pronunciación a viva voz, manteniendo la cadencia adecuada, deteniéndose en cada coma, en cada punto. Enfatiza los acentos con vehemencia y se deja arrastrar a lo largo de la serpiente de letras que parece huir de él pero que en realidad le incita a proseguir el camino, a perseguirla a través de las páginas y los libros, y los periódicos y los carteles en las calles, y las notas en una servilleta y los cuadernos de los estudiantes en el metro, y los rótulos sobre las camisetas de los jóvenes, y sobre las instrucciones de civismo que figuran, en varios idiomas, en los medios de transporte, y en los pasquines que le entregan cada día anunciando academias, chamanes y restaurantes de cocina exótica. La serpiente huye y él la persigue, consciente de que oculta alguna verdad, de que en su cabeza se encuentran sus respuestas, incluso para aquellas preguntas que jamás se ha formulado. Persigue a la serpiente y, un buen día, la observa detenidamente sobre una página que le es familiar. Contempla atónito su nombre sobre la piel de la serpiente y comprende que ha sido engullido por ella, que también la serpiente es ahora él, que la serpiente no tiene cabeza porque tiene muchas cabezas y que otros, en el futuro, formarán parte de esa misma serpiente, que se extiende sin cesar en busca de otros que graben sus nombres sobre la piel de suave papel.
Pedro Garrido Vega.

3 comentarios:

Delacroix dijo...

Retorna a por tí

ahora

mismo.

Marga dijo...

Pedro vuelve a escribir!!

Me han empezado a caer bien las pitones de siete cabezas... o más!

Kay dijo...

Pedro's back!

Gran historia, muchacho...

Por cierto, a ver si tienes el móvil encendido de vez en cuando, majete...

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