lunes, febrero 05, 2007

Desde algún lugar, un villancico lograba filtrarse hasta un rincón remoto de su mente...

Como a diario, caminaba por los túneles apenas consciente de sus giros y vueltas, perdida su vista entre los apretados caracteres de algún libro en edición de bolsillo, y aún menos consciente de la multitud que acompañaba sus pasos, cada uno perdido en los renglones de su propia vida. El último giro le había conducido a un corto túnel, prácticamente una arcada, que desembocaba en el estrecho andén de la vieja estación. Aquel rincón remoto de su mente captó más rostros desconocidos hacinados en éste de lo que era habitual, lo que le llevó a levantar inconscientemente la mirada, buscando la familiar leyenda: "Último tren pasó...", y

La vieja esfera de cristal del reloj estaba ennegrecida por el paso de los años, y múltiples grietas ajaban su superficie, pero aún se podían ver con claridad las grandes agujas de metal negro, señalando la una las nueve y la otra, más larga, algo más de las doce. El tiempo se había detenido para ese reloj a las Nueve y Cuatro Minutos de algún día lejano e ignoto. Y su memoria tuvo a bien brindarle un recuerdo. Una vez, dos años atrás, en otras navidades, otras circunstancias, y quizás en otra vida, su mirada se había detenido en ese mismo reloj, en esas mismas agujas, petrificadas ya entonces a las Nueve y Cuatro. ¿Cuántos giros no habían dado esas agujas en ese tiempo? ¿Cuántos minutos y horas habían dejado de señalar mientras las mareas de humanidad se precipitaban a su alrededor? ¿Cuántas personas, como él mismo, se habrían percatado de ese estático pasar de días? Y cuántas, como él, se habrían preguntado, súbitamente indignados: ¿Qué he hecho yo con todo ese tiempo?¿Cuántas de esas horas han sido, también para mí, horas perdidas?¿Qué

una ráfaga de aire anticipó la llegada del tren. Gente saliendo. Gente entrando. Los rostros desconocidos copaban los asientos. En pie, perdió de nuevo la mirada en el interior de su libro. Sólo ese rincón remoto de su mente percibió el silbato de salida y el cerrar de puertas.


Francisco Javier Ruiz Moreno

2 comentarios:

Marga dijo...

Qué bien!! uno nuevo y encima cuenta de trenes...

Me gusta vuestro blog al alimón de varios aun con el tic tac metido en la cabeza de este cuento, se escurre entre los dedos, el tiempo o su percepción? aysss

Kay dijo...

Hola, Marga, Cayetano informa...

Lamentablemente, el bueno de Javi no tiene las mismas, eh, posibilidades que Pedro y yo de conectarse a internet, por lo que no sé cuándo le será posible entrar de nuevo en la página...

Le haré llegar tus elogios en la mayor brevedad posible...

Besos al alimón :p