sábado, julio 01, 2006

Cuentos menguantes

Una visión diferente.
Lo que ocurrió en realidad fue que la anciana casera, harta de verse sola, decidió pagar sus desgracias con el primer incauto que se le presentara, que no fue otro que su inquilino, un joven apocado y fácilmente sugestionable al que pronto, con un par de burdas tretas logró convencer de la idea de que el asesinato era la única vía posible para mostrar su valentía al mundo. De ese modo la anciana vengaba su soledad tardía y se libraba por fin de una vida a la que ya no encontraba aliciente, salvo ser asesinada por ese joven que, finalmente, la asesinó y sintió una culpa perpetua, que sólo en algún grado logró redimir el amor. Dostoievsky, sin duda más dramático que un servidor, refirió la historia en términos harto más gravosos para nuestro inocente protagonista Raskolnikov.

Lev Tolstoi.
¿El fin?

Mi cerebro se encoge tras cada palabra que emerge del bolígrafo con el que escribo estas líneas. Una letra es un nuevo encogimiento, Debe de quedarme poco tiempo ya para que mi cerebro termine por consumirse del todo, tal vez un último punto y final . Todavía no
Un tesoro.

Era uno de esos tipos guapos, atléticos, sumamente inteligentes y excelentes en el trato con los demás. No podíamos odiarle, por eso lo matamos.
Pedro Garrido Vega.

3 comentarios:

Kay dijo...

Muy bueno el de Crimen y Castigo... Como friki que soy de ese pedazo de libro, sabrías que me gustaría, eh? jejeje

Marga dijo...

Ufff tengo pendiente ese libro, bueno y millones!! pero ese en especial... es imperdonable!! lo sé. El verano es una buena época para él...

El del tesoro me encantó... que capacidad de mezquindad!! guauuu

Martuki dijo...

Pues a mi me ha gustado el último, muchísimo.