Llevo tus ojos y veo el mundo a través de ellos. Observo y estudio todas aquellas cosas ya escudriñadas por ti mucho antes: las catedrales, los libros, el cielo, las mujeres… las fugaces mujeres de cuerpo de catedral y alma de libro que te llevan al cielo.
Llevo tus manos, y como tú antes que yo, oso dibujar y escribir con ellas. Algún día, tu poesía frustrada y mi prosa hueca servirán para reconocernos.
Llevo tus oídos, y con ellos aprecio lo que me enseñaste a apreciar: los silencios contemplativos y la música atronadora, que tú luego abandonaste en pos de terrenos más armónicos. Te vas haciendo viejo, muchacho.
Llevo tu muerte, la temo más que a la mía. Es mi castigo. Pero a la vez soy tu atea esperanza de eternidad, ya que llevo tus ojos y tu alma, esa en la que curiosamente ni tú ni yo queremos, dentro de mí, padre.
Cayetano Gea Martín
6 comentarios:
Una buena manera de retomar al padre, de reconocerse en pequeñas cosas. Yo me acuerdo de mi padre cuando paso por fuera de un topless y siento una tentación elefantiásica de entrar y quedarme a vivir en la oscuridad.
Je, je...
mujeres con cuerpo de catedral y alma de libro, esa analogia esta genial, algun dia la usare y claro esta, lo citare debidamente Sr. Cayetano.
¡Vaya! Éso me haría sentir más que honrado, Srta. Katrina, se lo aseguro...
Pienso visitar su página en breve, y gracias por entrar en ésta...
Mu potito.
Sorprendida me hallo en mi cubiculo mirando la pantalla de la cual salen vuestras letras que vuelan por mi cabeza y remueven mis sentimientos.
Preciosa dedicatoria, bonita cita!
Alma
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