¿Cómo no comenzar esta lista de listas con Borges? En su obra hay siempre una necesidad de aportar listas. En su caso las listas las conforman casi siempre obras literarias, ya sean reales o ficticias. Una que recuerdo con faciidad es la lista de obras de Pierre Menard en su cuento homónimo, que quizá incluiré en alguna de estas incursiones en el mundo de las listas. En cuanto al poema que nos ocupa, Las causas, lo he incluído porque es una caso de lista un tanto excepcional.
Borges, en su afán por el orden, nos regala una lista que es en apariencia caótica. Muchos otros autores hubiesen concluido el poema sin incluir los dos verso finales que Borges escribió y que son los que finalmente le otorgan un sentido al poema. La lista no resultará tan caótica a quien haya leído previameete a Borges. En ella están todas las obsesiones de Borges. Para este lector no serían necesarios por tanto los dos últimos versos del poema, pues el orden habría quedado establecido desde el caos por el conocimiento previo. Pero los dos versos finales siguen estando ahí, y el lector que ya conoce a Borges, tendrá entonces dos criterios para evaluar y dar sentido a la lsta caótca: el que establecen las obsesiones de Borges y el que determinan los versos finales. Espero que los disfrutéis.
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LAS CAUSAS
Los ponientes y las generaciones.
Los días y ninguno fue el primero.
La frescura del agua en la garganta
de Adán. El ordenado Paraíso.
El ojo descifrando la tiniebla.
El amor de los lobos en el alba.
La palabra. El hexámetro. El espejo.
La Torre de Babel y la soberbia.
La luna que miraban los caldeos.
Las arenas innúmeras del Ganges.
Chuang-Tzu y la mariposa que lo sueña.
Las manzanas de oro de las islas.
Los pasos del errante laberinto.
El infinito lienzo de Penélope.
El tiempo circular de los estoicos.
La moneda en la boca del que ha muerto.
El peso de la espada en la balanza.
Cada gota de agua en la clepsidra.
Las águilas, los fastos, las legiones.
César en la mañana de Farsalia.
La sombra de las cruces en la tierra.
El ajedrez y el álgebra del persa.
Los rastros de las largas migraciones.
La conquista de reinos por la espada.
La brújula incesante. El mar abierto.
El eco del reloj en la memoria.
El rey ajusticiado por el hacha.
El polvo incalculable que fue ejércitos.
La voz del ruiseñor en Dinamarca.
La escrupulosa línea del calígrafo.
El rostro del suicida en el espejo.
El naipe del tahúr. El oro ávido.
Las formas de la nube en el desierto.
Cada arabesco del calidoscopio.
Cada remordimiento y cada lágrima.
Se precisaron todas esas cosas
para que nuestras manos se encontraran.
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3 comentarios:
Todo cabe esta lista de Borges. Un universo entero. Me recuerda el relato del Aleph.
Saludos.
Eh, esto lo he oído yo antes! Mira q es bonito.
En efecto, creo que Borges escribió el aleph varias veces (o lo fue prefigurando). Hay algún otro poema que es de este mismo estilo, como Mateo XXV:30.
Hay otra enumeración que me encanta (esta es más una clasificación) y que de momento no voy a revelar porque será seguro motivo de algún apunte.
Yo, más que oírlo, lo he leído y con el cortisol por las nubes...Y sí, yo creo que muy bonito.
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