Un señor muy laborioso y de excelente memoria, aunque no tanta como aquel famoso Funes pero sí con la suficiente como para recordar extensos fragmentos de novelas ejemplares y una gran variedad composiciones poéticas, se propone emprender una aventura literaria que tal vez ocupe el resto de su vida pero cuyos resultados podrían ser de extraordinaria valía para la humanidad. Su propósito no es otro que el de crear una obra-resumen de la historia de la literatura, que consistiría en aunar en un solo volumen el contenido esencial de un número aún no determinado de obras cumbre de la literatura universal. La idea es genial ya que ahorraría al lector escaso de tiempo la tediosa tarea de entregarse a la lectura de voluminosas obras en las que apenas veinte páginas son dignas de una concienzuda lectura mientras que el resto no pasan de ser un buen ejercicio de estilo pero con poco que aportar al lector (Borges, por ejemplo, se ufanaba de haber sido capaz de lograr escribir algunas páginas válidas a lo largo de su vida, lo cual es un acto de suprema inmodestia disfrazada de modestia). Para llevar a cabo esta misión es necesario que este señor tan laborioso lea con detenimiento un amplio número de novelas y de entre ellas escoja las que considere más relevantes, aunque en este punto comenzarían los problemas pues los gustos son como los colores, que a cada uno le gustan unos más que otros, y si él, es un suponer, escogiese a Dante, Shakespeare, Cervantes y Joyce, otros le echarían en cara el haberse olvidado de Dostoievsky, o de Homero , o de Kafka o de Proust, por eso cree que la mejor forma de llevar a cabo su empresa sería mediante una encuesta inicial propuesta a un número significativo de críticos y expertos en literatura, de modo que la democracia vendría a servir a la tarea de nuestro voluntarioso protagonista. Un segundo paso, no menos complejo que este primero, sería el de escoger un número determinado de obras, digamos, por ejemplo, cincuenta, número que tal vez a algunos resultaría excesivo y a otros, claramente ínfimo para hacerse una idea de la literatura universal. El tercer paso sería escoger los pasajes y aforismos más relevantes de las obras escogidas, algo en lo que seguramente también habría disensiones entre los lectores de la obra final. El cuarto paso sería enlazar esos fragmentos de modo que se construyese una obra compendio de todas las demás, donde pudiésemos deleitarnos con un diálogo a tres bandas entre el sagaz Ulises, el discursivo Alonso Quijano y el dubitativo Hamlet. Nuestro protagonista afirma que ese sería el modo de evitar muchas obras ineficaces que únicamente repiten lo escrito con anterioridad pero, la mayor parte de las veces, mucho peor. Por otro lado, sería un modo de perpetuar a esos autores y hacerlos converger en el tiempo, interactuar entre ellos y que se conozcan a través de sus personajes, pues eso es lo que nos queda de ellos y lo que de ellos debe sobrevivir. Por lo que sabe el autor de estas líneas, las encuestas ya han sido enviadas a dos mil críticos de ochenta países diferentes y el protagonista, ese laborioso señor, está esperando con ansiedad el resultado de las mismas, deseando ponerse a trabajar en su idea original empleando para ello las ideas originales de muchos otros.
Pedro Garrido Vega.
1 comentario:
elegir,decidirse entre uno y otro. Es una ardua tarea,me parece un poco limitante,pero la calidad será garantizada. de todas formas,si él pudiera hacer una historia interminable,como la de Ende....
los libromaníacos estaríamos en la lista de fans de tu personaje,que por cierto,se las verá negras.mariel
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