viernes, noviembre 02, 2007

5.Deseo desde el Averno.

Apelando a una actitud agnóstica, y teniendo en cuenta que hemos dado cabida a un posible deseo de muerte proferido por el mismo Dios, sería injusto no consignar en estas mismas páginas y, con especial intención, en páginas enfrentadas a las anteriormente citadas, el deseo de muerte que proferirá el Diablo contra este señor que viste traje de Versace y unos extraordinarios Martinelli de piel recién estrenados. Para emprender esta disgresión es preciso, por tanto, salvar los obstáculos de la razón y el empirismo y dejarse llevar por una fe, acaso literaria, acaso sentimental, acaso religiosa, si es que las tres no son la misma, que nos permita entendernos en un mismo espacio de pensamiento. Quedarán a un lado pues las motivaciones de Dios para crear al Diablo o la probable (no olvidemos que estas no son más que especulaciones) identificación del Uno con el Otro.
Tratar de inmiscuirse en los motivos del Diablo para con Dios y sus criaturas acaso sea excesiva pretensión, si queremos dar por terminada alguna vez esta novela. Se ha propuesto la envidia como motor principal de la inquina del Diablo, pero las fuentes son de dudosa validez. Más bien obviemos los motivos y atengámonos a los hechos, que de seguro nos proveerán de una más lúcida exposición.
El Diablo se atiene a su definición clásica de señor del Mal por excelencia, con esa m mayúscula que desbarata toda posibilidad de identificar tal predisposición del Diablo con cualquier chiquillería o desatino cometido en un instante de enojo. Él representa la esencia de todo lo negativo, moralmente hablando (¿podrían los números negativos optar a tal dignidad?). Esa es su principal ocupación, implícita en su cargo, y a ella se encomienda con tesón sin igual, por lo que Dios ha decidido mantenerle en el cargo durante algunos siglos más.
El Diablo no puede matar. Esa es la única regla que Dios le ha impuesto. El golpe de gracia corresponde únicamente a Dios. Pero él Diablo puede tramar tantas ideas como su imaginación le permita para conducir a los mortales hacia su muerte. Hay estrategias que a lo largo de la historia no han fallado, como inyectar el virus del ateísmo, las creencias en falsos dioses, las revoluciones políticas, las guerras de todo tipo o la simple caída accidental. En otros casos ha refinado las técnicas y se ha ayudado de las nuevas tecnologías que han aparecido de la mano del hombre, y así han surgido los accidentes automovilísticos, las electrocuciones, los barbitúricos, la caída de edificios colosales, y tantos otros...
El Diablo se afana en su trabajo como cualquier otro lo haría en el suyo. No cobra sueldo alguno por ello pero ese no es problema alguno para un ser que no tiene necesidades fisiológicas y cuyo pensamiento, motivaciones y sentimientos son independientes de un sistema nervioso. Su único pago por su ardua labor se realiza en almas que volverán a habitar cuerpos en el Infierno, para deleite de sátiros, masoquistas y otras gentes de extrañas preferencias.
El Diablo desea que todo hombre muera porque sabe que casi con certeza todos irán con él. Muy pocos son los afortunados que quedan a la Diestra del Otro, entre jarras de hidromiel y huríes danzarinas. Desde su omnipotencia contempla a aquel hombre del que nos hemos venido ocupando. Sin duda estará con él algún día pero, precisa algún tiempo más de vida para afianzar las perversiones que pueda cometer el sujeto y asegurarse así, sin duda, un boleto directo a las cueva 203 del infierno, planta 5. Por tanto, el deseo de muerte del Diablo, es un sí pero no, un quiero y no puedo, un aquí te espero, pero espera tú un tiempo, que nos veremos las caras y ya sabrás de mí, pero no temas, que yo no tengo culpa de nada, que el que me creó fue otro, al que deberías pedir cuentas alguna vez.
P.G.V.

2 comentarios:

Germánico dijo...

El diablo no sabe lo que es el mal, es inocente. Simplemente disfruta con el sufrimiento ajeno. Cree que el dolor es la esencia de la vida y que sin él, que nos lo trae, no somos nada. Si Dios dejara de soñarnos no existiríamos, pero si el Diablo dejara de hacerlo no seríamos.

Delacroix dijo...

Hola, he echado un vistazo a tu blog y me gusta su contenido y lo que escribes. Busco colaboradores para mi blog. Si te interesa escríbeme a horacio@um.es . Saludos. Delacroix (http://aleatoreidad.blogspot.com)