El joven Sharimad, perdido en el vasto desierto arábigo, encuentra, sepultada bajo la cálida arena, una vieja lámpara, que frota para devolverle su lustre original. De su interior surge un espeso humo que adquiere rápidamente la forma corpórea de un genio:
-Soy Basienoth, el genio encerrado en esta lámpara durante siglos, el que todo lo puede. Por liberarme de esta penosa prisión te concederé dos deseos. Pide pues lo que gustes.
Sharimad piensa, mirando al horizonte durante un minuto.
-Deseo un espejo.
-Concedido.
Al instante aparece un espejo frente a Sharimad, que contempla su propio reflejo con detenimiento.
-Puedes ahora pedir tu segundo y último deseo.
Sharimad se contempla una vez más en el espejo antes de pronunciar las palabras que conforman su segundo deseo.
-Quiero ser tú.
Pedro Garrido Vega.
sábado, junio 03, 2006
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2 comentarios:
Se q tu no quieres ser nadie más q tu mismo. Yo estoy trabajando en ello...
No sé si es un parábola zen o existencialista o una simple paradoja... pero da miedo que al final uno acabe deseándo ser uno mismo
Saludossssss, Pedro!
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