miércoles, septiembre 08, 2004

SIN PERDÓN (Como la peli de Clint Eastwood)


El otro día, una antigua compañera mía del curro me mandó por mail un artículo de Pérez-Reverte. Me lo mandó porque sabe que a mí no sólo no me gusta nada lo que escribe, sino que además me parece un señor bastante maleducado y engreído. Debo añadir que esta ex-compañera es fan acérrima de dicho escritor cartagenero, y que cada dos por tres me intenta convencer, o al menos, que la dé la razón sobre la calidad de lo que me manda de él: artículos varios, frases, sentencias... Aunque todo sea en vano, claro...
Sin embargo, este artículo que me ha mandado entusiasmada refleja, para mí, todas aquellas cualidades que hacen que desprecie al Señor Arturo Pérez-Reverte como escritor y como articulista. Áhí va... Que os sea leve...

"Arturo Pérez-Reverte
Sin Perdón
El otro día, oyendo la radio, me estuve riendo un rato largo. Y no porque el asunto fuese cómico. Todo lo contrario. Era la mía una risa atravesada, siniestra. Una risa con muy mala leche. Muy de aquí. La de cualquier español medianamente lúcido que ve enfrentadas la España virtual, oficial, y la España real, en cuanto se asoma un rato a observar la demagogia y la tontería que gastamos en este país de gilipollas.

La cosa, como digo, no era de risa. Un periodista entrevistaba por teléfono al padre de una joven asesinada. Tardé un rato en enterarme de que la chica asesinada era gitana, porque el entrevistador no mencionó su etnia. Esto, que en el terreno de lo socialmente correcto resulta loable, informativamente hablando es una imbecilidad notoria; porque, se pongan como se pongan los tontos del haba y los cantamañanas, el hecho de que alguien sea gitano o no lo sea aclara situaciones que en otros casos tendrían difícil explicación. Decir que dos familias se tirotean sin matizar que son familias gitanas y hay de por medio un ajuste de cuentas, es escamotear claves necesarias del asunto. Quiero decir lo obvio: no son los mismos mundos, ni las mismas reglas. Que ésa es otra. Porque sólo los cretinos y los que se dedican a la política son capaces de afirmar que existen soluciones para todo.

Pero a lo que iba. Cuando al fin deduje que era un asunto de rapto y asesinato gitano, advertí la parte surrealista del episodio radiofónico: una flagrante confrontación entre la España virtual, encarnada por el entrevistador y sus clichés sobre lo supercorrecto y lo megaincorrecto, y la España real, representada por un padre gitano cabreadísimo por la muerte de su hija. Ha pasado el tiempo, decía el entrevistador, y las heridas estarán cicatrizando, ¿verdad?... Cómo van a cicatrisá las jeridas de mi hiha, respondía el otro con mucha lógica forense, si está muerta y remuerta. Me refiero a las heridas morales, a las suyas, apuntaba el fulano de la radio. Pues no, respondía el padre. A mí, fíhese usté, no me serena ná de ná. Me duele iguá ahora que cuando me la mató ese hihodeputa. Pero quizá haya llegado el tiempo del perdón. ¿Del perdón? –saltaba el otro–. ¿Del perdón de qué? Voy a desirle a usté una cosa: desde que ese perro entró en el estaripé, lo tengo controlao. Sé lo que hase, con quién se hunta. Conosco hente dentro, y ahí lo espero. Me pagará lo que me tiene que pagá.

Llegados a ese punto, el entrevistador vio que la cosa se le iba de las manos. Debe usted confiar en la Justicia, insistió. Ahí el padre se calló un momento. ¿Confiá en la Hustisia?, dijo luego. Lo que yo sé de la Hustisia es que a los quinse año un guardia sivil me dio una palisa de muerte porque moyó cagarme en San Apapusio. Así que confiá, lo que dise confiá, a lo mehó confío. No le digo que no. Pero la Hustisia y el estao de deresho que de verdá no fallan son los de uno. Y le juro que ése no sale del estaripé. Y si por casualidá sale, ahí lo espero. Por éstas. Y que dé grasias su familia que la mía se conforma con eso. En tal punto del diálogo, el entrevistador, claramente descompuesto, buscaba ya el modo de cortar la conexión de forma airosa. Ésa no es forma, farfullaba. Por Dios. El perdón, ejem, la sociedad civilizada, la democracia, los jueces, la Constitución, ya sabe. Glups. Todo eso. Déheme de cuentos shinos, le cortó el padre. A ver por qué tengo yo que perdoná al que mató a mi hiha. Y si no, espere, que se pone mi muhé. La madre. Dígale a ella que confíe en la Hustisia, o que perdone. Que parese usté que no se entera. Oiga."
Cayetano Gea Martín

2 comentarios:

Kay dijo...

¿Ves? Tú has explicado perfectamente la intención del artículo, el no. No me quejo del tema sino de la forma de abordarlo:

1. Carece totalmente de estructura. Es un artículo escrito según le viene.

2. Carece totalmente de estilo.

3. Se dedica a insultar y a faltar el respeto. El método Cela de despreciar mediante palabrotas no hace al articulista más atrevido, en todo caso, lo hace un maleducado.

4. En cualquier manual peridístico viene que las transcripciones literales lo deben ser en cuanto a la expresión, no en cuanto a la fonética.

Era por ello, oye... No por el tema XDD

Kay dijo...

Claro!

El problema es que yo le odio XD