sábado, febrero 27, 2010

Juan Eslava Galán - Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie


Juan Eslava Galán siempre ha sido uno de mis autores favoritos, por numerosos motivos, pero sobre todo por su erudición admirable y castellana. Como autor de ficción, sus libros reflejan momentos del pasado con todo lujo de detalles, tanto a nivel lingüístico como de rigor histórico. En busca del unicornio es uno de los libros más divertidos y a la vez mejor escritos que me he leído jamás. Lo mismo sucede con El comedido hidalgo, que nos narra la vida de Cervantes en Sevilla.

El primer libro que me leí de él como no ficción ha sido el mejor libro acerca de la historia española que me he leído jamás: La historia de España contada para escépticos (gracias, Eloy), altamente recomendable para todos aquellos que quieran conocer la historia de este país desmitificándola del todo.

El libro que hoy nos ocupa, Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie, sigue la misma línea que su predecesor, esto es, rigor histórico, castizo sentido del humor y anécdotas que sirven para construir la historia.

De todo el anecdotario que puebla el libro, mi favorita siempre ha sido la de "Unamuno versus Millán-Astray" en la Salamanca recién ocupada por el bando nacional. Paso a resumirla para aquellos que no la conozcan:


El 12 de octubre de 1936 en la Universidad de Salamanca se produjo un altercado entre Millán-Astray y Miguel de Unamuno, al que habían asistido diversas personalidades con motivo de la celebración de la Fiesta de la Raza.

Lo que sucedió es lo siguiente: el profesor Francisco Maldonado pronuncia un discurso en que ataca violentamente a Cataluña y al País Vasco, calificándolas como "cánceres en el cuerpo de la nación. El fascismo, que es el sanador de España, sabrá como exterminarlas, cortando en la carne viva, como un decidido cirujano libre de falsos sentimentalismos."

Alguien grita entonce el famoso lema "¡Viva la muerte!". Millán-Astray responde con los gritos con que habitualmente se excitaba al pueblo: "¡España, una, grande y libre!". Después un grupo de falangistas ataviados con la camisa azul de la Falange hacen el saludo fascista al retrato de Francisco Franco que colgaba en la pared.

Miguel de Unamuno, que presidía la mesa, se levanta y dice: "Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia. Quiero hacer algunos comentarios al discurso -por llamarlo de algún modo- del profesor Maldonado, que se encuentra entre nosotros. Dejaré de lado la ofensa personal que supone su repentina explosión contra vascos y catalanes. Yo mismo, como sabéis, nací en Bilbao. El obispo, -dice Unamuno señalando al arzobispo de Salamanca-, lo quiera o no lo quiera, es catalán, nacido en Barcelona. Pero ahora acabo de oír el necrófilo e insensato grito "¡Viva la muerte!" y yo, que he pasado mi vida componiendo paradojas que excitaban la ira de algunos que no las comprendían he de deciros, como experto en la materia, que esta ridícula paradoja me parece repelente. El general Millán-Astray es un inválido. No es preciso que digamos esto con un tono más bajo. Es un inválido de guerra. También lo fue Cervantes. Pero desgraciadamente en España hay actualmente demasiados mutilados. Y, si Dios no nos ayuda, pronto habrá muchísimos más. Me atormenta el pensar que el general Millán-Astray pudiera dictar las normas de la psicología de la masa. Un mutilado que carezca de la grandeza espiritual de Cervantes, es de esperar que encuentre un terrible alivio viendo cómo se multiplican los mutilados a su alrededor."

En ese momento Millán-Astray exclama irritado "¡Muera la inteligencia! ¡Viva la muerte!", aclamado por los asistentes. El escritor José María Pemán, en un intento de calmar los ánimos, aclara: "¡No, viva la inteligencia! ¡Mueran los malos intelectuales!".

Miguel de Unamuno, sin amedrentarse, continúa: "Éste es el templo de la inteligencia, y yo soy su sumo sacerdote. Estáis profanando su sagrado recinto. Venceréis, porque tenéis sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis. Para convencer hay que persuadir, y para persuadir necesitaréis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil el pediros que penséis en España. He dicho."



Juan Eslava Galán - Una historia de la guerra civil que no va a gustar a nadie

Editorial Planeta. Divulgación histórica.

376 páginas. 9,95 €



Cayetano Gea Martín



3 comentarios:

Mai Puvin dijo...

Excelente entrada, Kay... me tentaste.

Abrazos.

Cayetano dijo...

No obstante, el mutilado y desdentado Millán Astray, tuvo un detalle cuando acabó el acto. Como los ánimos de muchos asistentes estaban exaltados, en especial los de los falangistas, con el fin de evitar alguna agresión al salir del acto, el legionario dijo a Unamuno: cójase del brazo de la señora. La señora no era otra que la esposa de Franco.

Kay dijo...

Gracias, señorita. Encantado de tentar :D

Pater,
Y no te olvides de un dato muy curioso: Era un apasionado de la poesía japonesa; en particular del Bushido. Millán Astray fue el traductor de varios libros divulgativos budistas del japonés al español... ¿Curioso, no?