El huevo
Queridos amantes y fanáticos del sagrado óvulo gallináceo y sus variantes:
De todos los alimentos, el huevo es el más distintivo. ¿Quién no se ha dejado fascinar alguna vez por sus rotundas formas cual cuerpo de musa neolítica? ¿Quién no ha sentido nunca esa mezcla orgiástica de placer y sufrimiento que se produce al romper el cascarón contra el plato? ¿Quién no se ha sentido tentado jamás de meterse entre pecho y espalda ocho o nueve huevos de una sentada?
El huevo no es un alimento, es una forma sagrada que se venera en todas las culturas conocidas, desde los impávidos islandeses a los desecados bosquimanos. ¿Qué dios puede jactarse de lo mismo? ¿Y quién no se olvida de la muerte cuando ingiere cual néctar divino clara y yema a la par en una pantagruélica tortilla de doce huevos?
Queridos ovo-adictos; quisiera exponer cinco argumentos que sirvieran para terminar de convencer a los indoctos que aún no forman parte de nuestra noble y ovalada sociedad. Helas aquí:
1. ¿Qué otro alimento proporciona tamaña calidad de nutrientes beneficiosos para el cuerpo humano? Bien es sabido que un huevo medio de gallina europea proporciona proteínas, glúcidos y lípidos en dadivosas cantidades; amén de vitamina A, B1, B2, B6, C, PP, hierro, calcio, fósforo, magnesio, potasio y sodio. ¡Chupaos ésta, alimentos de segunda!
2. ¿Qué otro alimento puede ser preparado de tantas y variadas maneras, lo que sin duda contribuye a su óptimo disfrute? Fritos, a la plancha, en forma de mil diferentes tortillas, desde la francesa a la española, pasando por la tamagoyaki japonesa, revueltos para que yema y clara se coagulen mágicamente juntas, escalfados, a la cazuela, deshidratados, en salmuera, encurtidos, fertilizados ¡o incluso, y por qué no, crudos! ¡Uno nunca se aburre con un huevo!
3. ¿Qué otro alimento admite tantos ingredientes a su lado? ¡Piensen en ello! Devánense los sesos pensando en las infinitas recetas que pueden y, qué coño, deben incluir huevos. Desde la sagrada e ibera tortilla de patatas, hasta la de verduras, como masa de suflés y jugosos bizcochos, para elaborar exóticos panqueques y quiches. ¿Qué decir de la pasta al huevo? ¿Y los postres? Me tiemblan las piernas de la excitación enfermiza que me posee cuando pienso en todos aquellos que llevan huevo, como el merengue o el tocino de cielo, ¡el único postre que pone al ser humano en contacto directo con Dios! ¡Incluso los sabios y dipsómanos holandeses lo beben como ponche en su delicioso advocaat!
4. ¿Qué otro alimento puede ser encontrado en tantas especies animales distintas? Desde la noble y bendita gallina común (que los dioses guíen siempre sus cluecos pasos) hasta el enorme huevo de avestruz, pasando por los diminutos, pero tan plenos de sabor que me hacen mojar las enaguas, huevos de codorniz y de perdiz. También se pueden comer y están cojonudos los de pato, pavo, ñandú, iguana, tortuga y esturión. Sí, señores, no olvidemos que el caviar también es ¡un huevo!
5. ¿Qué otro alimento de origen animal es capaz de hacer que los enfermizos vegetarianos tengan que añadirlo a su parca nutrición de querer seguir vivos éstos?
Por todas estas características, les conmino, señores y señoras de la A.O.P., a que alcemos muy alto nuestras voces para que los estultos nos oigan allende los mares, a que utilicemos nuestro intelecto superior gracias al consumo masivo de acetilcolina para hacer llegar nuestro mensaje a todos los pueblos de la tierra: ¡Consuman huevos, mamones!
Me adhiero totalmente a la postura de nuestro queridísimo presidente electo, Monsieur Géant Oeuf, de convocar con carácter de urgencia una reunión en la cual pidamos al grueso de los países europeos que se obligue a todos los ciudadanos a consumir un mínimo de dos huevos de gallina diarios, o su equivalente en otras especies. Todos nosotros creemos firmemente en el increíble beneficio que supondría para el desarrollo de la humanidad.
¡Llega la ovolución!
Monseur Pierre Menard
Traducción: Cayetano Gea Martín