jueves, enero 29, 2009

Paladar amargo



La noche tiene el paladar amargo como una puta de saldo;
Sabe a colillas y a inmundo orín de perro en las madrugadas;
Desmenuza instantes con la sucias uñas de pergeñar asaltos,
Que huyen despavoridas al compás de fúnebres campanas.

Pero sabemos que en algún momento brillará en el cielo la luna,
Y vendrá a iluminar nuestros fútiles momentos de lujuria.
Y bajo un tálamo de estrellas ya lejanas de su primigenia cuna,
Mostrarán un argentado espectáculo de rabia y odio y furia.

¡Quemad todas vuestras naves, marchitos hijos de Lucifer!
Que no hay Dios que espíe la más sucia de las masturbaciones,
Ni los íntimos momentos entre un hombre y una mujer,

O cualquier otra variante a la que se entreguen los corazones
Que medran en esta ciudad imposible y aún por nacer,
¡Donde los píos utilizan su esperma para hacer abluciones!





Cayetano Gea Martín



lunes, enero 26, 2009

Diario de un bufón

Lo primero que intenté fue ser más alto que mis padres, poder alzarme sobre sus hombros y mirar el mundo desde una mayor altura y perspectiva. Pronto aprendí que el estar más cerca del suelo no te hace más ciego, si no, a veces, todo lo contrario. Primera lección aún por aprender, me temo.

Después quise follarme a la luna, pero no era el único. En mi desesperación adolescente, que aún hoy recuerdo como un extraño amasijo de granos, bigotillo y semen pretérito, no comprendí que para la muy puta no solamente no era yo un amante más, si no que encima despreciaba mis cortos años y mi inexperiencia en el tema del amor. Hoy, pasadas casi dos décadas, sé que ella tenía razón, aunque me jodiera el tener que admitirlo. En homenaje suyo, me masturbo bajo la luz intensa de la luna llena.

Más tarde, cuando conseguí poseer cierto atisbo de seguridad en mí mismo, me colgué del brazo de la mujer más hermosa que recuerdan mis húmedos sueños. Pero destrozó mi corazón entre sus inexpertas manos, como un niño pequeño jugando con un gato recién nacido, cerrando así a mis espaldas algunas puertas que sé que jamás volverán a abrirse. Quizás.

Y llegaron los tres años perdidos, de musas incoherentes y de intenso aunque fútil descubrimiento sexual. Años de camaradería y de camarero, de cerrar el local y copular encima de la barra. Años huecos que intenté llenar a golpe de pelvis. Deseando algo más, deseando amor, sí, y una relación, sin conseguirlo. Yo creo, y si suena cursi, me la pela, en el poder curativo del amor, en su capacidad de perdonar y de hacerme mejor persona. Pero, ¡alas! Es difícil y fugaz.
Después vino ella, ella, a desordenar mis papeles, a ventilar mis cuartos clausurados con aires de renovación, de esperanza y de maravilloso ensueño fugaz. Fugaz, porque los milagros deben ser breves para causar efecto. Una lavativa para el alma y mi agradecimiento y amor eternos.

¿Y ahora? Ahora me siento cercano a algo grande que quizá nunca llegue. Sonrío, sonrío y no puedo parar de hacerlo y, por primera vez en mi vida, me siento feliz estando solo, sin esperar nada, sin sufrir por la espera. Lo que llegue, llegará, y si no llega, bueno, eso no me va a impedir seguir tirando piedras a los gigantes, ni seguir riéndome ni cantando por la calle aunque los demás me miren como si estuviera loco. Porque en este mundo todos se fuerzan por ser infelices. Y a eso se le llama lucidez. Me da igual. Soy un bufón que, con su actitud, hace felices a los demás y a sí mismo.

Suficiente, ¿no?


Cayetano Gea Martín

miércoles, enero 21, 2009

Joker



There’s always a story behind the ashes,
A sole tale geared up to be born again.
It just needs a killer and a string of flashes,
Utterly minds and a recall which remains.

A man steadying tightly against the wind.
His crazy brain is a grubby black hole
Which shallows everything around him,
Before kill you all, and your fickle hopes.

And agent of chaos, a free hound dog
Without our ethnical and futile applies.
Ready to run, to seek, to destroy you.

He’s going to show you through the fog;
He will annihilate your brainless alibis.
Ready to hunt, to track, to rape you.


“I believe whatever doesn’t kill you simply makes you… stranger.”
Cayetano Gea Martín

lunes, enero 19, 2009

Reseñas literarias

Acabo de releer el último de Mendoza y, como siempre, me quito el sombrero que no tengo ante tamaño escritor. Tiene una de las prosas más rápidas, ágiles e inteligentes que se puede leer hoy en día en español. Y, en mi caso, la más contagiosa, ya que llevo dos semanas largas (sois testigos) que cada vez que escribo me sale el señor Eduardo por todas partes. Es que su peculiar mezcla de buen vocabulario mezclado con cachondeo me parece brillante, siempre me lo ha parecido, desde que conozco al barcelonés.

El libro en cuestión se puede englobar dentro de los humorísticos del autor, tales como Sin noticias de Gurb o El caso de la cripta embrujada. De hecho, el protagonista del libro, el tribuno romano de la orden ecuestre Pomponio Flato podría ser un pariente lejano del protagonista descacharrante de El caso de la cripta embrujada, El laberinto de las aceitunas y La aventura del tocador de señoras (o mi trilogía favorita de libros).

El libro parte con la idea de ridiculizar a todas las ¿novelas? que con pretensiones ¿históricas? inundan las librerías y las mentes de los lectores menos exigentes. Básicamente, Códigos Da Vinci y semejantes, que van unos cuantos ya. En la historia, Pomponio viaja hasta Nazaret en busca de una fuente milagrosa para poder curar sus problemas intestinales. Al llegar, descubre que se ha cometido un asesinato. La víctima es el hombre más rico de la ciudad y el acusado un carpintero. El hijo de éste, un muchacho llamado Jesús, decide contratar a Pomponio para que esclarezca la verdad, al estar convencido de la inocencia de su padre.

El género es, obviamente, policíaco, aunque entreverado con sátira, novela histórica e incluso hierografía. Merece mucho la pena, aunque sólo sea por pasar un buen rato con un buen libro. Creo que cada vez que me encuentre deprimido voy a leer algo de Mendoza. Un momento, creo que eso es lo que hago ya. Cachis


Cayetano Gea Martín

jueves, enero 15, 2009

Extracto de la conferencia pronunciada por Pierre Menard ante la Asociación de Ovo-adictos de París



El huevo


Queridos amantes y fanáticos del sagrado óvulo gallináceo y sus variantes:

De todos los alimentos, el huevo es el más distintivo. ¿Quién no se ha dejado fascinar alguna vez por sus rotundas formas cual cuerpo de musa neolítica? ¿Quién no ha sentido nunca esa mezcla orgiástica de placer y sufrimiento que se produce al romper el cascarón contra el plato? ¿Quién no se ha sentido tentado jamás de meterse entre pecho y espalda ocho o nueve huevos de una sentada?

El huevo no es un alimento, es una forma sagrada que se venera en todas las culturas conocidas, desde los impávidos islandeses a los desecados bosquimanos. ¿Qué dios puede jactarse de lo mismo? ¿Y quién no se olvida de la muerte cuando ingiere cual néctar divino clara y yema a la par en una pantagruélica tortilla de doce huevos?

Queridos ovo-adictos; quisiera exponer cinco argumentos que sirvieran para terminar de convencer a los indoctos que aún no forman parte de nuestra noble y ovalada sociedad. Helas aquí:

1. ¿Qué otro alimento proporciona tamaña calidad de nutrientes beneficiosos para el cuerpo humano? Bien es sabido que un huevo medio de gallina europea proporciona proteínas, glúcidos y lípidos en dadivosas cantidades; amén de vitamina A, B1, B2, B6, C, PP, hierro, calcio, fósforo, magnesio, potasio y sodio. ¡Chupaos ésta, alimentos de segunda!

2. ¿Qué otro alimento puede ser preparado de tantas y variadas maneras, lo que sin duda contribuye a su óptimo disfrute? Fritos, a la plancha, en forma de mil diferentes tortillas, desde la francesa a la española, pasando por la tamagoyaki japonesa, revueltos para que yema y clara se coagulen mágicamente juntas, escalfados, a la cazuela, deshidratados, en salmuera, encurtidos, fertilizados ¡o incluso, y por qué no, crudos! ¡Uno nunca se aburre con un huevo!

3. ¿Qué otro alimento admite tantos ingredientes a su lado? ¡Piensen en ello! Devánense los sesos pensando en las infinitas recetas que pueden y, qué coño, deben incluir huevos. Desde la sagrada e ibera tortilla de patatas, hasta la de verduras, como masa de suflés y jugosos bizcochos, para elaborar exóticos panqueques y quiches. ¿Qué decir de la pasta al huevo? ¿Y los postres? Me tiemblan las piernas de la excitación enfermiza que me posee cuando pienso en todos aquellos que llevan huevo, como el merengue o el tocino de cielo, ¡el único postre que pone al ser humano en contacto directo con Dios! ¡Incluso los sabios y dipsómanos holandeses lo beben como ponche en su delicioso advocaat!

4. ¿Qué otro alimento puede ser encontrado en tantas especies animales distintas? Desde la noble y bendita gallina común (que los dioses guíen siempre sus cluecos pasos) hasta el enorme huevo de avestruz, pasando por los diminutos, pero tan plenos de sabor que me hacen mojar las enaguas, huevos de codorniz y de perdiz. También se pueden comer y están cojonudos los de pato, pavo, ñandú, iguana, tortuga y esturión. Sí, señores, no olvidemos que el caviar también es ¡un huevo!

5. ¿Qué otro alimento de origen animal es capaz de hacer que los enfermizos vegetarianos tengan que añadirlo a su parca nutrición de querer seguir vivos éstos?

Por todas estas características, les conmino, señores y señoras de la A.O.P., a que alcemos muy alto nuestras voces para que los estultos nos oigan allende los mares, a que utilicemos nuestro intelecto superior gracias al consumo masivo de acetilcolina para hacer llegar nuestro mensaje a todos los pueblos de la tierra: ¡Consuman huevos, mamones!

Me adhiero totalmente a la postura de nuestro queridísimo presidente electo, Monsieur Géant Oeuf, de convocar con carácter de urgencia una reunión en la cual pidamos al grueso de los países europeos que se obligue a todos los ciudadanos a consumir un mínimo de dos huevos de gallina diarios, o su equivalente en otras especies. Todos nosotros creemos firmemente en el increíble beneficio que supondría para el desarrollo de la humanidad.

¡Llega la ovolución!



Monseur Pierre Menard


Traducción: Cayetano Gea Martín


lunes, enero 12, 2009

Autobuses… en direcciones opuestas… ¿o la misma?


¡Válgame el cielo y válgame el peso atómico del cloro! ¿Habéis visto los autobuses esos que llevan un cartelito con la leyenda “Probablemente, Dios no existe. Deja de preocuparte y disfruta de la vida”? ¿Y su consiguiente réplica “Dios existe. Disfruta de la vida con Cristo”?

Vale.
Esto me sirve de excusa para exponer algo que llevo toda mi pecadora vida opinando: me dan igual los de un lado como los de otro. Quiero decir, ¿quién coño puede afirmar una cosa o negarla? Bueno, el cartel nihilista por lo menos avisa que “probablemente”, es decir, no lo niega categóricamente.


Pero vamos al meollo, para mí, del asunto, Dejen ustedes de lado sus creencias o no creencias particulares y hagan un ejercicio a lo Descartes. ¿Qué intención persiguen ambas religiones? Hombre, aquellos que proclaman a voces la existencia de Dios, creo que sus razones, las terrenales, ya son conocidas. Básicamente, se trata de eliminar el libre albedrío para crear individuos zombies que no protesten cuando les extirpen el cerebro y pongan en su lugar un folleto de los testigos de Jehová, de esos que aparecen idílicas visiones del paraíso con leones retozando con niños sin comérselos. Es decir, lavar el cerebro y aumentar la clientela. Y más cosas de esas que a los rojos nos gusta decir en contra de la malvada iglesia católica, ¡uhhh! Qué bueno es tener siempre un enemigo a mano, ¿verdad?


Ahora bien, como soy un escéptico que te cagas, me pregunto: ¿por qué lo otro, es decir, por qué intentar convencer a la gente de lo contrario? Es decir, no creo en Dios, pero no hago campaña de ello. La verdad es que lo que la gente quiera creer me la trae al pairo. Entonces, ¿por qué intentar convences a la gente de ello? ¿Es que acaso es algo pernicioso el creer en Dios? ¿Me dejarían de hablar unos cuantos si me convirtiera al catolicismo? Mmm… Bien pensado, incluso puede ser una ventaja, pero divago, perdónenme.


He conocido muchos ateos en mi vida que defienden su ateísmo de una forma tan radical o más que monseñor Rouco lanzando espumarajos cuando alguien le susurra al oído “matrimonio gay”. Supongo que será igual que otros ámbitos. Prefiero mil veces tener una discusión política con mi amigo Antonio (el cual, entre otras cosas, es Guardia Civil y de derechas) antes que con algunos veteranos comunistas de mi partido, de esos de barba enorme y cerebro pequeño. Vamos, que se cagan en los fachas y resulta que son tan fachas como los fachas.


Ironías de la vida, vaya.


Por eso me está saliendo un artículo tan poco… fino, dejémoslo allí. Estoy harto de ustedes (no me refiero a ustedes, los que leen estos desvaríos, Zeus me libre, si no al grueso de la población, ya sabéis, ellos). Harto ya de los que defienden un credo o un estilo de vida a capa y espada porque en su puta vida se han molestado de


a) Conocer
b) Respetar
c) Contrastar

Y por eso les va como les va, y por eso pueden afirmar a grito pelado que los maricas son unos enfermos, que los curas son unos pervertidos sexuales, que las mujeres son inferiores a los hombres, que los creyentes son una panda de ignorantes, que los inmigrantes vienen a España a robar, que los policías son malos, que como aquí no se come ni se vive en ningún otro lugar, etc., etc., etc.; un, me temo, eterno etc.


Hartito me tenéis.


Cayetano Gea Martín


jueves, enero 08, 2009

El mismo poema

Cacé el bolígrafo al vuelo,
Más obligación que placer;
Sé que escribir es un deber:
¡Ciego y triste consuelo!

Pero hoy, para no variar,
Surgen los mismos temas
Que vierto en mis poemas.
¡Cruel destino circular!

Así que, me niego en firme
A siempre lo mismo escribir.
Harto estoy ya de repetir
Sin parar, lo que sigue:

Malos sonetos
De chochos ancianos,
Con niños de la mano.

Feos caretos,
Y siempre Madrid,
Recuerdo sutil.

Blancos baretos
De cruel experiencia.
Y Dios y la ciencia.

Flores y setos,
Inútil equipaje
Y ropa de encaje.

Torpes cuartetos,
Ataques verbales,
Sexo a raudales.

Licor Amaretto,
(Frikismos varios).
Humor de urinario.

Pinocho y Gepetto,
Infancia perdida,
Tierras prometidas.

La Maga y Loreto,
Luces y sombras:
Mágica alfombra.

Niñatos del Metro,
Despojos mortales.
La vida y sus males.

Reyes y cetros,
Golpes de estado.
Hoy y el pasado.

Vintage y retro.
Barrio pintoresco,
Tul con arabescos.

Nórdico espectro.
El sur en la sangre.
Bosques y carne.

Y en fin,
Resumiendo,
No son mil
Desvaríos,
Apenas vendo
Treinta y seis
De los míos
Cayetano Gea Martín

viernes, enero 02, 2009

El hígado pincha y las nubes se levantan...

En este año nuevo igual que el anterior, me doy cuenta de que cada vez tiene menos de especial para mí las nimias medidas temporales que creamos a base de calendario juliano... La vida se convierte en una mera sucesión de días y de noches, que, al fin y al cabo, es lo lógico y lo normal.

Desde mi refugio antinuclear, veo a Homer Simpson y a Peter Griffin saludarme y pedirme que abra una Budwaiser y una bolsa de patatas fritas y me una a ellos. No sé, quizá este año recaiga en la estulticia capitalista... Ya veremos. Me prometí que volvería a hacer ejercicio y que dejaría de darle al frasco con tanta frecuencia. Ya no hay excusas. Me encuentro más o menos bien después de mi debacle sentimental y no tengo motivos para seguir autodestruyéndome ("en plan destroyer", Brainy y Elías dixit).

Ya casi no tengo sombra si me pongo de perfil, y se me está poniendo un color de cara sabinero-crápula que no es normal. ¡Y encima así ligo más, maldita sea! Me tiré cuatro años (hace ya) fuertote y guapete y no me comí un colín. En este Madrid canallesco, cuanto más crepuscular, más follas. No lo entiendo muy bien... Será el tipo de público que ronda los bares y que demanda eso...

De momento, comentarles que tengo que escribir un amplio artículo sobre los fundamentalismos, tanto de un palo como de otro, aunque no sé cómo cojones enfocarlos sin caer en otro fundamentalismo: el del camino medio...

En fin, que si por lo menos estas navidades han servido para que tengan ustedes unos días libres, me alegro de todo corazón.
Suyo,


Cayetano Gea Martín