-¿Da usted su permiso, padre?
-Ah, sí, hijo mío. Entra, por favor. Y ten la amabilidad de cerrar la puerta detrás de ti. Eso es. Muchas gracias.
-De nada, padre.
-Bueno ¿Qué tal todo? ¿Cómo te va entre nosotros?
-La verdad es que no me puedo quejar, padre. Todos los hermanos han sido de lo más amable y cariñosos conmigo.
-Vamos, vamos. Habrá algo que no te guste. ¿Acaso no echas de menos el mundo exterior, con sus ruidos y sus tentaciones?
-Bueno... Supongo que algo sí... Pero más que nada añoro el poder sentir la luz del sol sobre mi rostro, o pasear al aire libre.
-Ah... Es normal, no te preocupes en demasía por ello. La clausura siempre es algo difícil de sobrellevar al principio, hermano.
-Pero no es que no me guste el encierro, entiéndame, padre. Amo y respeto la vida monacal, su sencillez perfecta, completa. Los rituales crean una paz en mi ser como nunca pensé que podría llegar a alcanzar.
-¿Y qué es lo que más te gusta de nuestra estancia con nosotros?
-Oh, padre, ¡todo! Adoro el estar sentado en mi escritorio, afanándome en la lectura de los manuscritos, o bien dibujando y escribiendo yo el mío propio. Las horas de las comidas son de lo más distendidas. ¡Qué humor tan tierno poseen los hermanos! Uno se siente bien, que forma parte de algo más grande que uno mismo, algo que conecta directamente con Él. Mi vida posee ahora trascendencia y significado. Me siento feliz, completo. Por primera vez.
-¡Oh, hermano! ¡Cómo se alegra mi alma al oírte hablar con tanta sinceridad y convicción sobre tus sentimientos! Pero debo hacerte una pregunta más, lamentablemente... ¿Tienes tentaciones de... incumplir tu voto de castidad?
-No, padre. Debo admitir que los primeros días añoré a las mujeres impías y concupiscentes que arrastran con su lujuria demoníaca a los incautos hacia las llamas del infierno. Pero ya no. Eso quedó atrás de manera sorprendentemente fácil, cuando fue sustituido por un amor eterno hacia mis semejantes, hacia el Señor y hacia su obra. Donde antes hubo pasión, ahora hay piedad. Donde hubo lujuria, ahora hay iluminación.
-Entonces, hermano, ¡ponte de pie y responde al juramento que te convertirá en uno de los nuestros de pleno derecho!
-De voluntad propia y con mi corazón levantado espero sus preguntas, padre.
-¿Rechazas, pues, a Satanás y sus tentaciones de lujuria y de deseos carnales?
-Sí, oh, padre. Abjuro de Belcebú y de todas sus malas artes. Y que sea condenado al fuego eterno si alguna vez falto a mi palabra.
-¿Aceptas en tu corazón a Dios nuestro Señor, único y verdadero creador del universo?
-Acepto con alegría, padre, a Dios en mi alma mortal.
-¿Aceptas sus colores?
-Acepto el azul y el blanco que Él me brinda.
-¿Aceptas vivir de ahora y para siempre entre nosotros, tus hermanos, tus únicos semejantes en todo el orbe?
-Acepto por voluntad propia. Con amor fraternal abrazo a mis fratis.
-Firma, pues, hermano. Y que tu sangre sobre el papel sea como una saeta de fuego que ilumine tu rostro con la pureza de Dios.
-Firmo, padre.
-Ya está, entonces. Ya eres uno de nosotros de pleno derecho. ¡Alabado sea el Señor!
-¡Alabado sea!
-¡Bien hallado entre nosotros seas!
-Gracias eternas, padre.
-Por favor, puedes apearme del tratamiento. Ahora tú, yo y el resto de tus compañeros somos todos iguales. Ya no eres ni serás nunca más un simple becario. Ahora eres... ¡analista!
-¡Sí, oh, Señor, sí!
-¡Bienvenido al BBVA, hermano!
-¡Gloria eterna a las finanzas corporativas!
-¡Amén!
Cayetano Gea Martín, desde el BBVA de Alcalá 16
7 comentarios:
Cayetano, sal d ahí antes d q sea demasiado tarde!!! O quizá ya lo es...
¡Ay Cayetano! ¿Ahora le damos a la publicidad con subliminales? Ahora en serio, me has recordado un anuncio de un periódico en el que el becario iba paseando por los distintos pisos hasta llegar al infierno...
Saludos y gracias por la sonrisa.
Marta, tranquila, que no es demasiado tarde: la semana que viene, por fin, me voy a volver a dedicar a lo mío, es decir, al diseño gráfico...
Besos por descontado
La de los Peines: Jajaja... La publicidad subliminal tiene puede tener muchas lecturas, ¿no? En este caso, un aviso...
¡Y gracias a ti por pasarte!
Jajajaja estás fatal....
Alabada sea tu conversión, oh, hermano... yo he pasado ya por tantas que parezco una puta de las finanzas (con todos mis respetos a las señoras prostitutas). Cachis, qué mundo!!
Pues sí, hermana superiora... Afortunadamente, no me quieren en el monasterio, y podré dedicarme a placeres más mundanos y concupiscentes...
Y sí, estoy fatal, pero mucho, jejeje
Besos de obispo
jajajaja,muy bueno :)))
Besos y gracias,me voy a dormir de mejor humor después de leerte.***
Bueno, Dalia, si contribuyo a tu descanso, joder, ya es algo por lo que escribir, ¿no?
Goodnight kisses
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