Aquella tarde te compré un ramo de magnolias y un anillo de plata. Me dirigí hacia tu casa pero equivoqué la dirección. Llegué a la calle que no era, al portal que no era, pulsé un botón que no hizo sonar el portero automático de tu casa, entré en un edificio que no era el tuyo, subí a un piso que tampoco lo era y pulsé un timbre que no escuchaste.
Me abrió ella.
Me abrió ella.
Se quedó con las magnolias, el anillo y mi corazón.
4 comentarios:
Tendrías que haberte equivocado también y haber publicado esta entrada en otro blog, jejeje...
Tanto desencuentro me pone triste. Aunq en este caso haya un encuentro alterativo.
Si es que ya sabe... nunca se sabe!
Rarito es el mundo y más cuando lo cuentas tú... ayssss
Pobrecita la chica a la que había comprado las flores y el anillo. Por tener un novio atontao que no sabe llegar a su casa se ha quedado más sola que la una. Que putada!
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