En la hora más oscura,
Cuando se queman los mapas,
En el tiempo que supura
Cuando ardo en mis brasas.
No deja de ser una payasada
Que en mi jugos me lamente
De las decisiones pasadas
Más que de los tormentos presentes.
Y la marea del futuro
Ni es futuro ni marea,
Ni a tus pies perduro.
Ya que sólo se desea
Poder contemplar seguro
En tus manos arder la tea.
En la hora más oscura,
Cuando mueren las sendas,
Cuando mi mal no tiene cura
Ni mis tristes ojos vendas.
Cuando no hay quien entienda
La desesperación de mi grito,
Ni el dolor, ni la negra prenda
Que legaré a mis proscritos.
En esta condena sin perdón,
De patético y epicúreo yacer,
Envuelto en mi maldición
De hombre a medio hacer,
Oculto en el juglar rincón
De mi alma sin florecer.
En la hora más oscura,
Cuando me cortan las alas,
Y el rumor negro perdura
Al compás de las balas.
Y cuando a veces siento
Que se para en un instante
Todo aquello que pienso:
Lo que me queda por delante.
No lloréis, gente sin nombre,
Hojarascas de negras camisas,
Por el dolor que me hace hombre.
Pues mañana, ya sin prisas,
Veréis que, con esfuerzo enorme,
El bufón no a perdido su sonrisa
Cayetano Gea Martín