viernes, diciembre 22, 2006

Vigilancia, quinta parte


Pero al mes y pico de su tratamiento, como queda dicho, Raquel emergió de su drogada madriguera. Como un conejillo asustado a la espera de un depredador, asomó el hocico a través de la puerta de su casa, husmeando el conocido aroma a descansillo, esa mezcla de polvo, yeso y huellas, que impregnaba el rellano de su planta. Y aunque el miedo seguía tirante, por supuesto, el peso de aquello que llevaba en el bolsillo la tranquilizaba lo suficiente

aquello se movía, oh, sí, parecía dotado de, dotado de

como para atreverse a salir al portal, hasta la puerta cuyos dos cristales rompió hace apenas treinta días. Hace apenas una vida. Y así, valiente, segura, como nunca en todo aquel maldito mes, aferrándose a aquello que era

mi tesoro

frío y punzante, y que despedía un fuerte aroma azulado, consiguió alcanzar la boca de metro y perderse, de nuevo, en la vorágine cotidiana, en la muchedumbre enlatada de siempre, aunque ahora los veía sin máscaras, gracias a aquello, que se retorcía inquieto, guiándola como una brújula hacia Él, hacia el demonio, pues eso era, seguro, Lucifer descontrolado, maldición del hombre y

condena de la mujer expuesta a su falo que eyacula dentro de ella manojos de antidepresivos

perdición de su alma arruinada, triste, vacía, pero, eh, pero con aquello a su lado, sí, marcando la diferencia, oh, qué distinto sería, je, si me lo encontrara ahora, oh, le haría pagar y me quedaría con su poder, je, podría, sí, oh, pensaba mientras observaba a los cuervos grises y a las ratas grises que se movían dentro de los trajes grises, grises

g, gr, gri, gris, grise, grises, grise, gris, gri, gr, g

que no dejaban pasar la luz blanca (y cutre) que proyectaba aquella cosa infernal, aquel tubo de hierro amasado con la saliva de miles de esclavos. Y así, rumiando su enfermedad, atusándose mimosa las dos negras ojeras que devoraban su rostro, llegó hasta la parada de Sol, y se bajó y comenzó a mirar para todos los lados y casi choca con un grupo de turistas, y se perdió entre miles y miles de idiomas, entre cientos de rostros, tratando de verle, de encontrarle, de sentirle de nuevo, de ver que alguien, alguien se fija en ella, que alguien la desnuda con la mirada, Él, el perfecto desconocido, la víctima perfecta de su joven y ajado cerebro, alguien en quien volcar miserias, miedos, frustraciones de esta ciudad que nos hace sentir solos en medio de la multitud, perdidos entre un océano de rostros a la deriva, con desconocidos a los que somos indiferentes y conocidos del montón, artesanos del tedio, del ir, del volver, de los mismos caminos, rutas, olores, el peso de lo cotidiano, las cenas de Navidad con la familia, el novio previsible, los cines, el ajetreo, las tiendas, las copas, los fines de semana en el campo y las vacaciones en la casa de los adorables abuelitos en Santiago de la Rivera.

Entonces, le vio.
Hermoso.
Pecado venial.
Moreno.
Con otro librito bajo el brazo
de un tal Blake sobre la vida de un tal Wes
igual de insignificante para ella, pero Él, oh, Él.
Una tabla en medio del mar a la que aferrarse.
Posó sus ojos en Él.
(Él la reconoció al instante: la loca aquella que hace un mes se dedicó a seguirle por toda la condenada ciudad).
Aquello
pegó un tirón hacia Él.
Se acercó poco a poco a Él, mientras Él trataba de huir. Malo, demasiada gente.
Aquello se retorcía de impaciencia.
Llegó hasta Él.
Aquello saltó y se clavó muy dentro de Él.
El amor duele Dios el amor mata.
Y mientras Él iba dejando de ser, ella volvía a nacer.
Cayetano Gea Martín

7 comentarios:

DaliaNegra dijo...

No veas el susto que me has dado con el link ;)))
Tremendo destino el del chico...
Y la loca homicida me tenía completamente engañada.
Vamos, que me ha encantado de principio a fin, me gusta cantidad cómo escribes,lo que escribes y los links son siempre un salto sorpresivo.
La colina silenciosa...esa URL es condenadamente sugestiva.Pena que no se encontraba la página.
No dejes de escribir,Kay, eres bueno.No es un halago vacío,sino lo que pienso de verdad.
Un beso y felicidades :)))

Marga dijo...

Chapó!!! coincido con Dalia...

Un final apoteósico!! jajajaja

Cómo disfruto de tus entregas a "cachitos"...

Besossssssss dubidá, me encantó!!!

Kay dijo...

No puedo ni siquiera expresar lo agradecido que me encuentro en estos momentos... Os escribo a ambas sendas dos (diosas del verbo) desde mi reducto laboral y mi agradecimiento es eterno... No creo que escriba ni remotamente bien, pero aun asi, muchas gracias desde este madritense con infulas internacionalistas...

Os amo a las dos...

Besos infinitos!!!!

Catuxa dijo...

Un final muy interesante, aunque me hace dudar acerca de la salud mental del autor (la inestabilidad es condición necesaria para relatos de este tipo).

Besinos

Kay dijo...

CATUXA: Mi inestabilidad esta fuera de toda duda: Estoy mal del tarro y se nota ;p

Besosss lejanos

Anónimo dijo...

Veo que he creado escuela con eso de poner vínculos en el relato. Me ha gustado, aunque un poco sangrinto, como siempre. Pero el estilo muy bien.

Por cierto el de Stephen King que me regalaste...no entiendo por qué te gusta. Ya hablaremos detenidamente de él.

Un saludo a todos y felices fiestas.

Volveré, como Terminator.

Pedro.

Mariel Ramírez Barrios dijo...

Bueno !!!
despuès de demasiado tiempo te he leìdo. Confieso que el penùltimo capìtulo no me preparò para la calidad del final. No engordarè tu ego repitiendo elogios. En este momento de risa difìcil,tus comentarios me han sacado una carcajada,lo cual no hace sino agregarte mèritos.Que tenès que publicar,digo,al fin.
Que este final tiene algunas esquinas en las que da gusto detenerse,giros que yo escribirìa en algo màs firme que el cyber espacio,imagenes geniales que me metieron dentro de esta historia.
Y me rìo de nuevo pensando en tu productiva locura.
PD.menos mal que me habìa negado a elogiarte.
Buen año.