sábado, octubre 08, 2005

No en mi nombre

- Tienes toda la razón, desde luego. Es una vergüenza. No sé dónde vamos a llegar; ésto nos deja a la altura de un experimento contra natura. Es ignominioso. ¡Chaval, haz el favor de poner la música más baja!

- Pues ya ves cómo están las cosas, macho. Este gobierno ateo y maricón que tenemos ha dado un nuevo paso en su escalada de entregar el país a los separatistas cabrones que les dictan los pasos. ¿Vas a ir a la mani de mañana? ¡Hijo, o bajas la música o te inflo!

- Claro que iré. Al fin y al cabo, me debo a mis fieles feligreses como tú y tu familia, amigo mío. Hemos de hacer que les entre en la cabeza a esos dirigentes comunistas que tenemos que la familia sí importa. ¡Para quieto, niño!

- Déjale, yo ya doy por imposible al borde éste. ¡Luisito, coño, deja de molestar al padre! Nada, ni caso, si es que no sé que les enseñan en la escuela, de verdad. Claro, que teniendo como tutora a ese putón verbenero separado… ¡Qué se puede esperar de una furcia que abandonó a su marido!

- Se pierden los valores universales que durante tantos años cultivamos, amigo mío. Los jóvenes varan sin una mano firme que les lleve a buen puerto. Y lo que han hecho… Pretender llamarle matrimonio a la pecaminosa unión entre dos desviados… Y no sólo eso, ¡si no igualarlo con el matrimonio cristiano!

- ¡Y si eso fuera todo, padre! ¡El siguiente paso será que los niños sean criados por maricones y bolleras! ¿Qué se puede esperar de un chaval que crezca en ese ambiente? ¿Se imagina cómo saldría? Joder, se me pone mal cuerpo sólo con pensarlo. ¡Luís, ostia, dejar de dar por el culo! ¡Es que ni los domingos me dejas ya descansar! ¡No seas pesadito y vete por ahí! ¡Ponte la tele un rato y déjanos tranquilos, joder! Plasta de crío… ¿Quiere otra cerveza, padre?

- No debería, no debería… pero la carne es débil.

- Claro que sí, joder. Es la única alegría que nos queda a los hombres de bien y que tenemos que soportar que España vaya quedando poco a poco en manos de los moros y de los maricones. ¡Luisito! ¡Ven para acá!

- Y de que las mujeres, a las que Dios dotó de facultades maravillosas, como el hermoso don de criar a una familia, se dedique ahora a trabajar igual que un hombre, cuando no es la función que les ha dado Dios.

- Se pierden los papeles, ya se lo digo yo. ¿Qué será lo próximo? ¿Que prohíban la religión en los colegios? ¡Luís! ¡Tráele una cerveza al padre! Joder, cuando tiene que venir, no viene. Estará atontado otra vez con el Gran Hermano ese de los cojones.

- Déjalo, estar, tampoco pasa nada. Y hablando de lo de la religión en las escuelas, si quieres te hago un hueco en la concentración que haremos unos cuantos miembros de La Obra delante del Ministerio de Educación el próximo viernes.

- ¿De verdad? Joder, ¿de verdad podría asistir? Le doy mil gracias, padre. ¡Ah, aquí estás, subnormal! ¡Mueve el culo a la cocina y tráele un botellín al padre, vamos!

- Ya sé que tu mayor ilusión es entrar en La Obra y, sinceramente, no se me ocurre a nadie mejor que tú. Eres un cristiano ejemplar, buen padre y amante esposo. Y tus donaciones a mi modesta orden son siempre muy generosas.

- Calle, padre, que no hay dinero mejor invertido. Si no nos ayudamos entre nosotros, ¿qué haríamos? Tenemos que formar un puño de hierro contra tanto ateo, rojo, maricón y moro de mierda. ¡Ah, aquí estás! Hala, vete a paseo. Sal a la calle a que te dé el aire y de paso nos dejas tranquilo un rato.

- Hablando del traidor enemigo musulmán, creo que nuestros chicos salen esta noche de misión por La Castellana.

- ¡Que sea enhorabuena! Espero que no los toquen con las manos, que con lo mal que huelen, ¡se te tiene que quedar el hedor pegado para tres días! Mejor que utilicen otros utensilios para llegar hasta su ennegrecido pellejo, ja, ja, ja. ¿Qué quieres ahora, mongolo? ¿Dinero? ¿Otra vez? Joder, te ha hecho la boca un fraile. Disculpe, padre.

- Tranquilo, hombre, no soy fraile.

- Aún así, perdone. Es que el cabeza de chorlito éste me saca de quicio. ¿Otros cincuenta euros? ¡Toma! ¡No sé en que te lo gastas, de verdad! ¡Venga! ¡Vete a la calle y déjame en paz de una vez!

- Pues así están las cosas, amigo mío. Espero que lo de mañana sirva para que la sociedad nos oiga y se dé cuenta de que la única manera de criar a nuestros hijos es con un padre y una madre.

- ¡Eso, coño! ¡Y católicos, como la gente de bien!

- Y católicos, por supuesto.

- Amén a eso, padre.

- Amén.
Cayetano Gea Martín

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