Nacemos tumbados porque acabamos de abandonar la muerte. Según envejecemos, nuestra nariz cada vez se empeña más en tocar el suelo y morir, por eso nos vamos encorvando. Nuestra posición vertical inicial es sumamente antinatural y opuesta al reclamo oscuro de la tierra. Sí, el suelo nos llama con voz profunda, a sabiendas de que, tarde o temprano, los gusanos tendrán su festín.
Cayetano Gea Martín
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