jueves, junio 16, 2005

Un nacimiento desconsiderado


Siempre he pensado que nací en un mal día, puesto que nacer un domingo les fastidió su merecido día de descanso a mis progenitores, tan guapos y tan currantes ellos, claro, poseedores del derecho innegable de relajarse en casita, o ir al cine, o etcétera, los domingos.

Mis papis nunca me perdonaron aquello, y yo les comprendo. Siempre me lo echaban en cara, y ya podía hacer yo la pelota de mil maneras distintas, que no había tu tía, y me parece bien, que conste. Bueno, es cierto que aquella vez que me tuvieron un día (un domingo, claro) atado a mi cama mientras Gladis, nuestra corpulenta ama de llaves rusa, me azotaba las nalgas con su látigo de nueve colas y me gritaba “¡desconsiderado, desconsiderado!”, me pareció un castigo un poco excesivo, que además no sirvió para arrepentirme, sino en todo caso para empezar a cultivar en mi pecho cierto espíritu de venganza.

Esa citada venganza, por cierto, se vio culminada años después con el nacimiento de mi primogénito un viernes, lo que me fastidió no ya el domingo, si no todo el fin de semana…
Cayetano Gea Martín

No hay comentarios: