Dedicado a Nieves, con la que estoy en deuda desde hace mucho
Si no fuera porque me despierto y sigues a mi lado, sospecharía que no existes, que te sueño cada noche. Pero ahí estás, ocupando las tres cuartas partes de la cama por tu manía de dormir despanzurrada como una estrella de mar. Pero por el amor que te profeso encuentro divertida y muy erótica esa forma tuya de dormir.
En mi lecho.
Si no fuera para mirarte, no tendría cinco sentidos, como dice la canción. Con los otros me basto y me sobro para recorrerte. Me inclino ante tu cuerpo desmadejado que yace en la cama y comienzo a besarte y a acariciarte por donde me lleve el deseo. Te haces la dormida a sabiendas de lo que vendrá a continuación, aunque no puedes eliminar la sonrisa picaruela de tus labios.
Comienza el juego.
Si no fuera por este verano apasionado, pensaría que nada de esto es real. Las emociones que atesoro en mi corazón me dan la razón y me obligan a creer en ti, en reconocer a mi diosa y natural señora de ojos verdes como simas vegetales.
Mi templo.
Si no fuera por las dudas que nacen en mi pecho, seguiría confiando ciegamente en ti como hasta ahora. El otoño va dando paso al frío invernal. Con su marcha, algo más se va marchando.
Caen las hojas.
Si no fuera por el dolor que me impide dejar de llorar, saldría de esta ducha ardiente en la cual trato de borrarte sin éxito. La extirpación, y más en contra de la voluntad, siempre es dolorosa. Lo que merecía la pena de mí, va contigo. Al final, me quedo solo, menos que uno.
Apenas nada.
Si no fuera porque aún te sigo amando, saldría de este confortable nido de melancolía que he ido construyendo con pedacitos de mi corazón. En vez de eso, me regodeo en mi destino y me envuelvo en la fría y oscura mortaja de la noche.
Desespero.
Si no fuera por los que me rodean, hubiera llorado tu ausencia el resto de mi vida. Uno a uno, a su manera, fueron recogiendo mis pedazos y ensamblándolos. Y aunque lo que resultó era apenas una sombra del original, al menos podía mantenerse de pie, e incluso andar.
Adelante.
Si no fuera por tu memoria, no abría cometido errores. El recuerdo del daño que ocasioné me persigue aún y me recuerda que, posiblemente, deberé pagarlo caro algún día.
Retribución kármica.
Si no fuera por tu abandono, no hubiera conseguido encontrar el equilibrio al cabo del tiempo. No habría disfrutado de las ventajas de la soledad. No hubiera surcado el cuerpo de más mujeres. No me hubiera conocido a mi mismo. No habría vuelto a amar.
Confianza.
Si no fuera porque me enseñaste a amar, jamás hubiera seguido amando.
En mi lecho.
Si no fuera para mirarte, no tendría cinco sentidos, como dice la canción. Con los otros me basto y me sobro para recorrerte. Me inclino ante tu cuerpo desmadejado que yace en la cama y comienzo a besarte y a acariciarte por donde me lleve el deseo. Te haces la dormida a sabiendas de lo que vendrá a continuación, aunque no puedes eliminar la sonrisa picaruela de tus labios.
Comienza el juego.
Si no fuera por este verano apasionado, pensaría que nada de esto es real. Las emociones que atesoro en mi corazón me dan la razón y me obligan a creer en ti, en reconocer a mi diosa y natural señora de ojos verdes como simas vegetales.
Mi templo.
Si no fuera por las dudas que nacen en mi pecho, seguiría confiando ciegamente en ti como hasta ahora. El otoño va dando paso al frío invernal. Con su marcha, algo más se va marchando.
Caen las hojas.
Si no fuera por el dolor que me impide dejar de llorar, saldría de esta ducha ardiente en la cual trato de borrarte sin éxito. La extirpación, y más en contra de la voluntad, siempre es dolorosa. Lo que merecía la pena de mí, va contigo. Al final, me quedo solo, menos que uno.
Apenas nada.
Si no fuera porque aún te sigo amando, saldría de este confortable nido de melancolía que he ido construyendo con pedacitos de mi corazón. En vez de eso, me regodeo en mi destino y me envuelvo en la fría y oscura mortaja de la noche.
Desespero.
Si no fuera por los que me rodean, hubiera llorado tu ausencia el resto de mi vida. Uno a uno, a su manera, fueron recogiendo mis pedazos y ensamblándolos. Y aunque lo que resultó era apenas una sombra del original, al menos podía mantenerse de pie, e incluso andar.
Adelante.
Si no fuera por tu memoria, no abría cometido errores. El recuerdo del daño que ocasioné me persigue aún y me recuerda que, posiblemente, deberé pagarlo caro algún día.
Retribución kármica.
Si no fuera por tu abandono, no hubiera conseguido encontrar el equilibrio al cabo del tiempo. No habría disfrutado de las ventajas de la soledad. No hubiera surcado el cuerpo de más mujeres. No me hubiera conocido a mi mismo. No habría vuelto a amar.
Confianza.
Si no fuera porque me enseñaste a amar, jamás hubiera seguido amando.
Gracias.
Cayetano Gea
1 comentario:
Te ha quedado perfecto ;)
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