13 de Octubre de 1882
Cada día soporto menos este pueblo de Noruega donde nací, y del que tendré que huir si no quiero morirme de hambre. El siglo XIX agoniza, y Europa muere con él.
4 de Mayo de 1883
Hoy he desembarcado en una ciudad aún más deprimente que mi triste villorrio: Chicago. La gente me mira con asco y odio, como si los emigrantes fuéramos unos apestados. Un chico muy atractivo me ha comentado que es más fácil conseguir trabajo en el campo que en la ciudad, sobre todo para la gente que, como nosotros, dice el chico, no hablamos nada de inglés.
19 de Agosto de 1883
Llevo mes y medio trabajando en la granja de Máx Sorensen, un acaudalado y apuesto terrateniente no exento de cierto encanto. Me dedico a las tareas domésticas, sobre todo a la repostería, ya que siempre me he desenvuelto bien con los postres. Mr. Sorensen es ciertamente goloso, para ser soltero. ¡Ay, querido diario! Creo que me gusta. Pero es un sueño muy grande para esta pobre emigrante noruega.
27 de Enero de 1885
¡Hoy es el día más feliz de mi vida, querido diario! ¡Mr. Sorensen me ha propuesto en matrimonio! Me dijo que el también llevaba tiempo amándome en secreto. Nos casaremos en la primavera, cuando los prados se enrojecen por las flores.
1 de Mayo de 1885
Querido diario: Ayer tuvo lugar mi boda con Máx. ¡Qué día más dichoso! Todo fue perfecto, la comida, los invitados, y mis postres, por supuesto. Pero si el día fue maravilloso, la noche de bodas fue sublime, cuando me entregué a mi esposo sin reservas. ¡Cómo describir con palabras tanto placer y tanta dicha! ¡Cómo contar tantos besos y caricias, tanto cariño con el que Máx me cubrió!
9 de Septiembre de 1885
¡Estoy embarazada! Fue tan grande la manifestación de amor en nuestra noche de bodas que Dios nos ha bendecido con el alumbramiento de una criatura. Estoy muy nerviosa, y me dedico a coser ropa para nuestro hijo todo el día, aún sin saber si será niño o niña.
2 Febrero de 1885
Hoy he dado a luz a mis dos hijos mellizos. Pero la tristeza me embarga, ya que Máx ha muerto, querido diario. Mi amado ha muerto por culpa de unas fiebres que le han tenido postrado durante dos semanas. Oh, mi amor, ¿cómo podré seguir adelante sin ti? Te necesito, mi vida, y no te veo a mi lado, calentando mi lecho.
5 de febrero de 1885
Mis hijos han muerto.
30 de mayo de 1885
Llevo un mes viviendo en Indiana, ya que no podía soportar más los vívidos recuerdos que la granja de Chicago me traía de mis difuntos esposo e hijos. Afortunadamente, mi marido me legó el seguro de vida y todo el dinero de la granja, y con ello podré vivir un tiempo. Aunque, ¿qué más da? No me interesa nada de lo que la vida pueda ofrecerme. Me siento vacía, muerta. Mi corazón se ha ido encogiendo y enfriando en mi pecho hasta casi desaparecer. Quiero morir, pero no tengo el valor necesario para poner fin a esta penosa existencia.
26 de septiembre de 1885
Llevo un tiempo sintiéndome menos desgraciada. Ya que no voy a suicidarme, creo que ha llegado el momento de rehacer mi vida. Mañana he quedado con un señor llamado Peter Gunness, el cual tiene un local vacío que quiero ver, ya que he decidido invertir el dinero de mi buen Máx es un negocio, posiblemente, una pastelería.
3 de diciembre de 1885
Desde hace un mes soy la dueña de “Pastelería-Confitería Belle”. Mr. Gunness ha sido muy amable conmigo, ayudándome a montar el negocio y hablando de mí y de mi negocio entre la gente de Indiana. Gracias a él y a mis dotes reposteras, el negocio va viento en popa. Parece que Dios, después de someterme a tantas duras pruebas, ha decidido concederme una segunda oportunidad.
17 de enero de 1886
Escribo estas notas recluida en un sanatorio mental donde Mr. Gunness me ha traído para que reciba la atención médica necesaria. Sufro daños en mi cabeza malos, muy malos, porque se quemó mi pastelería y me he quedado sin nada. Mi cabeza está mal y cuando miro por la ventana y veo niños jugar se pone peor, al recordar que en unos días hará un año del comienzo del fin de mi vida, mi vida, mi amor, mis hijos, mi negocio. Sólo quiero morir y morir. No, no morir, no. Morir, no, malo, mala muerte. Mejor que pague el culpable, sí, eso sí. Dios, por qué tanto dolor, mal dios. Qué hice yo, Dios asesino y cruel, te odio, te odio y te mataré, sí, algún día, ya lo verás.
3 de julio de 1886
Me he pasado casi medio año en babia, pero ya estoy mejor. No me pienso rendir. Resurgiré de mis cenizas y empezaré de nuevo. Nada se interpondrá en mi camino. Nada. Ni nadie.
14 de septiembre de 1886
Mi vida ha vuelto a dar un cambio sustancial. Al ver que cobrando los seguros de los negocios no conseguía suficiente dinero, he contraído nuevamente nupcias con Peter Gunness. Es un buen hombre, y con eso me basta.
19 de marzo de 1887
De nuevo me golpea la desgracia. Mi esposo Peter ha muerto al resbalarse accidentalmente, propinándose un golpe mortal en la cabeza. Siempre te recordaré, Pete. Al menos, me dejaste tu seguro de vida para que pudiera seguir viviendo. Gracias, Pete.
8 de octubre de 1887
Debido a mi miedo a un nuevo fracaso, no me atrevo a montar otro negocio. Lamentablemente, y aunque la pensión de viudedad de Peter me da para vivir, así como los beneficios que aún me rentan la granja de Chicago, no es dinero suficiente para una joven apuesta como yo; por lo que he decidido poner un anuncio en el periódico. Pero lo haré desde Chicago, ya que he decidido volver a la granja de mi querido Máx y ocuparme de ella otra vez. El anuncio que tengo pensado poner rezará asÍ: “Viuda, rica, atractiva, joven y dueña de una granja busca esposo”.
27 de octubre de 1887
Hoy ha venido a la granja un apuesto caballero en respuesta a mi anuncio. Lo cierto es que resulta bastante atractivo, sobre todo en lo tocante a su inmensa fortuna. Creo que me he vuelto a enamorar. Aunque algo me dice que volveré a enviudar en breve.
16 de septiembre de 1890
Querido diario: Siento mucho la tardanza en escribirte, pero he andado muy ocupada atendiendo los asuntos de la granja. Ha pasado más de tres años desde que puse el anuncio, y éste no ha podido tener mayor éxito: ocho maridos de inmensa fortuna han dormido desde entonces en mi lecho. Desgraciada e incomprensiblemente, los ocho murieron poco tiempo después de desposarme. ¿Cómo es posible que tenga tan mala suerte? ¿Es normal el haber enterrado a diez esposos? ¿Acaso Dios me castiga asesinando a todos los hombres con los que estoy? No creo que eso sea verdad, porque a los ojos de Dios no se oculta nada, ni siquiera mi apasionada relación con Roy Lamphere, un fornido joven que contraté para que me ayudara en las múltiples tareas que conlleva una granja. Ah, mi apuesto amante. Sólo tú, entre todos, tienes el valor y la fuerza suficiente para domarme. Te deseo tanto…
14 de febrero de 1896
Hoy he enterrado a Christopher, mi marido número 14, el duodécimo de los que respondieron a mi anuncio, el cual me veo obligada a renovar con cada triste deceso. Mi querido y difunto Christopher me ha legado otra jugosa pensión, con la que ya he podido emprender las reformas en la granja. Ahora, mi parcela es la más grande de todo Chicago, con más doscientos asalariados, sin incluir a Roy, que me sigue ayudando en ciertas tareas que no creo que pudiera confiar a otro.
29 de noviembre de 1904
Después de dar cristiana sepultura a Thomas, mi marido número 16, he decidido retirar el anuncio, ya que el dinero que cualquier esposo me podría legar sería ínfimo comparado con lo que produce la granja. Además, para lo que me podría valer un marido, ya cuento con la nunca mermante fogosidad de Roy, que aún hoy aviva mi fuego como nadie.
Chicago News – 28 de abril de 1908
INCENDIO Y MASACRE EN LA GRANJA GUNNESS
Anoche se encendió la granja de Belle Gunness, ardiendo la casa principal y los cobertizos de los aledaños. La policía cree que fue provocado por el hombre de cofianza de la Mrs. Gunness, Roy Lamphere, pues lo vieron escapar de la propiedad en le momento del incendio con un recipiente de kerosén.
Al llegar, la policía encontró entre los restos de la casa una cantidad ingente de cadáveres, entre los cuales se encontraban los famosos catorce maridos de Mrs. Gunness y los dos hijos mellizos que tuvo ella con su primer marido, Mr. Gunness, y que supuestamente habían muerto de una enfermedad infecciosa que aflige a algunos los bebés en los días siguientes al parto. Sin embargo, no ha sido hallado el cuerpo de Mrs. Gunness.
Chicago News – 12 de agosto de 1908
EL AMANTE DE LA VIUDA NEGRA, ROY LAMPHERE, CONDENADO
Hoy se ha condenado a Roy Lamphere a 21 años de prisión, acusado de causar el incendio en la granja Gunness. El condenado declaró que él había sido el único hombre al que Mrs. Gunness había amado realmente. Según sus propias palabras, siguió con vida gracias a que no tenía seguro de vida, ya que de lo contrario estaría muerto. También confesó cómo él mismo ayudó a Belle a cometer tremendas atrocidades en las personas de los esposos de Mrs. Gunness y esconder los cuerpos.
La policía encontró cuerpos desmembrados, asesinados con fuertes golpes en la cabeza, y al examinar los estómagos de algunos se encontraron residuos de arsénico. Según el condenado, Mrs. Gunness los envenenaba vertiendo ingentes cantidades de dicho tóxico en las tartas y pasteles que preparaba.
Daily Indiana – 5 de mayo de 1932
LA HERENCIA DE LA VIUDA NEGRA
Hoy, la policía ha detenido a la señora Esther Carlson, acusada de asesinato en primer grado de su marido, Jude Carlson. El caso recuerda a los asesinatos perpetrados en nuestro estado y en el de Chicago por la tristemente conocida Mrs. Gunness hace casi veinticinco años, ya que se sospecha que el móvil de Mrs. Carlson, cobrar la pensión de viudedad de de difunto esposo, es el mismo que el de la Viuda Negra, así como la forma de acabar con la vida del señor Jude, mediante envenenamiento por ingesta de arsénico.
Daily Indiana – 27 de noviembre de 1932
LA VIUDA NEGRA, CONDENADA A CADENA PERPETUA
Hoy se ha dictado sentencia contra Mrs. Gunness, condenándola a cadena perpetua por el asesinato múltiple de más de veinte personas, incluyendo hijos, esposos y pretendientes, durante casi cincuenta años.
La célebre Viuda Negra, que después de la detención de su cómplice y amante, Roy Lamphere, en 1908, se cambió el nombre por Esther Carlson, continuó asesinando a todo aquel hombre que tuviera la desgracia de caer en sus redes matrimoniales.
Sin duda alguna, esta mujer de engañosa apariencia apacible se ha ganado a pulso la terrible reputación de ser la asesina más peligrosa en la historia de Estados Unidos.
Cayetano Gea Martín