Imaginemos una tarjeta en la que leemos: nunca digo la verdad.
Damos la vuelta a la tarjeta y leemos: nunca digo la verdad.
¿A qué atenernos? Es la llamada paradoja de la verdad.
Damos la vuelta a la tarjeta y leemos: nunca digo la verdad.
¿A qué atenernos? Es la llamada paradoja de la verdad.
Imagen usurpada de aquí.
Pedro Garrido Vega (de verdad)
1 comentario:
De pequeña era una voraz devoradora de paradojas, me gustaban casi tanto como los trabalenguas pero... al final lo dejé, total! todo es una paradoja aunque no lo parezca... jeje.
Sí, también me lo decían, acabarás loca... cachis!!
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