viernes, mayo 25, 2007

Aparece


Apareció en un momento en el cual no le interesaba conocer a nadie, cuando corrían por sus venas cantos de sirena solitaria, feliz en su independencia laboral, personal y social. Su vida se articulaba en torno a la lectura, la escritura, el estudio intermitente de cierta lengua extraña, el quedar con sus amigos y amigas y el salir de ligoteo por esa ciudad impía llamada Madrid, siempre que el bolsillo se lo podía permitir, aunque Magerit siempre sabía ofrecer atracciones para todos los gustos y sueldos.

No era una mala vida, sencilla y hogareña a la par que fiestera. Combatía sus noches de cenas solitarias al calor del DVD con otras de parranda social mojadas en cerveza y ron. Comprobó, no sin agradable sorpresa, que resultaba bastante atractivo al público femenino, con su mezcla de verborrea, buen dominio del inglés y look neo-latino, metrosexual en potencia, culto, dicharachero, divertido y algo friki.

A pesar de ello, un vacío anidaba en su pecho, vacío que se manifestaba cuando se apagaban las luces y se quedaba a solas con sus casi treinta perdidos, revolviéndose en las sábanas del alba, al abrigo de sus pensamientos profundos y de su pene eréctil, ansioso de más sexo, foráneo o nacional. El tedio rondaba su cuarto o tercio de vida gastado en epicúreos momentos y en otros de clave tinte intelectualoide, mezcla de Borges con X-Men, de Joyce con Playstation 2, de Cervantes con Bola de Dragón.

Pero ella apareció,
aunque no de golpe,
sino a lo largo del año,
una más en principio,
algo más que eso en el medio,
todo al final.

Como una larga melodía,
un calor lento,
al baño maría,
no una tormenta,
sino un aguacero,
no rain but chill,
un puerto amable.

Corredora de fondo,
incansable,
que lo consiguió,
lo desarmó,
lo hizo enamorar perdidamente,
y así se encuentra ahora,
enamorado, estúpido,
enfermo, feliz,
amando con el corazón
y con la mente,
lo más difícil,
prendido de sus ojos todo el día,

Enamorado de sus manos,
sus pies, su pubis,
su pelo, sus venas,
su alma, su cara,
su sonrisa, su silencio,
su mirada, su cerebro,
sus piernas, sus pechos,
sus brazos, sus nalgas,
más que la suma de sus partes,
ella y sólo ella.
Y ella lo sabe.

Salvaje dios panegírico
a los pies de una vestal,
sátiro carnal sumiso
ante la diosa oscura del alba.








Cayetano Gea Martín




3 comentarios:

Margot dijo...

Ummm, chula la combinación!!

Os sientan bien las mezclas, mi señor...

Un besote! ea!

Kay dijo...

La mezcla es un poco extraña, pero parece que, de momento, funciona...

Aaay... El amor... Mardita enfermedá...

Anónimo dijo...

¡¡¡Amo a Yaura!!! Pero esperare al matrimoniooooo. :D. Ves, como cuando apunto bien las cosas, las encuentro.