Al terminar el sexto día de andar sin descanso por la nueva senda, vislumbro a lo lejos un final o división del camino. Desde la distancia que me separa no puedo verlo con mucha claridad, pero la novedad me estimula.
En la mañana del séptimo día llego a la encrucijada.
Contemplo dos caminos muy diferentes y a un anciano de rostro tostado por el sol contemplándome con una fijeza y curiosidad extrema, digna de una vaca.
- Buenos días – exclamé, con una voz que nunca había oído y que me sonaba sin embargo familiar, aunque ronca - ¿Qué tal está usted?
ANCIANO: Muy bien, gracias. Descansando un poco.
YO: ¿Descansando de qué?
ANCIANO: Descansando de toda La Creación.
YO: Lejos estamos, entonces, de los modernos tiempos de los deicidios diarios si nos encontramos en los principios del mundo.
ANCIANO: Estamos al principio del tuyo, no del mío.
YO: No pensaba que hubiera más de uno.
ANCIANO: Es un error bastante común, amigo mío. Te lo dan con el carnet de humano.
YO: ¿Soy yo su amigo, señor? ¿Acaso me conoce?
ANCIANO: La pregunta no es esa, amigo mío. La pregunta es si tú te conoces a ti mismo. No respondas, por favor, la respuesta es obvia: no. No te conoces, y por eso estás aquí.
YO: Sí, es cierto. Se siente uno un poco Descartes, ¿verdad? Aunque ¿para qué querría conocerme? ¿No es acaso este estado de ignorancia perfecta lo que muchos filósofos y muchos sabios orientales persiguen? No soy, no sufro.
ANCIANO: La filosofía no aconseja la ignorancia, sino ignorar lo que sabes para empezar desde cero. Es importante saber quién eres. Me refiero a saber quién eres realmente.
YO: ¿Acaso lo sabe alguien? ¿Acaso importa? ¿Lo sabe usted?
ANCIANO: Yo soy el que soy.
YO: Esa frase me suena.
ANCIANO: Claro, la inventé yo.
YO: Todo esto viene al cuento de las decisiones, ¿verdad? Decidir para poder definirse.
ANCIANO: Sí, amigo mío. Tienes que elegir qué camino coger. Es tu primera encrucijada de muchas.
YO: No parece una decisión fácil.
ANCIANO: Claro que no, pero para eso estoy aquí, para procurar aconsejarte y mostrarte lo que hay, amigo mío. Dime, ¿qué ven tus ojos en el camino de tu izquierda?
YO: Veo una senda oscura, de gruesos nubarrones, árboles negros y retorcidos, blanca luna sobre cielo azul oscuro, aullidos espectrales, lápidas góticas y bosques milenarios. Casi parece que vaya a aparecer el espíritu de Poe en la rama de un árbol.
ANCIANO: Ajá. Buena descripción, Edgar. ¿Y qué ves en el camino de tu derecha?
YO: Un sol radiante cuya soberbia luz desemboca sobre un hermoso prado verde. Las montañas nevadas al fondo sobre un cielo azul salpicado de blancas y algodonosas nubes, grandes árboles, flores, cercados y ovejas.
ANCIANO: Todo muy bucólico, ¿no? A primera vista, la decisión parece obvia, pero...
YO: ¿Pero?
ANCIANO: Vamos, no te hagas el remolón, joder. Tú sabes la respuesta mejor que yo. Que no tenga que decirlo yo todo, ¿vale?
YO: Me atrae mucho más el camino de la izquierda. Concuerda más con mi forma de ser de sentir.
ANCIANO: ¡Eso es! Tu naturaleza se inclina hacia el romanticismo, hacia la luna llena, el búho, las pálidas doncellas en camisón blanco paseando de noche por los acantilados, las estrellas, el color azul oscuro inundándolo todo, hacer el amor sin barreras ni remordimientos, el amor apasionado, vivir un año en un solo día, la vida intensa y la muerte ruidosa.
YO: Supongo que la clave radica en la dificultad, ¿no? El izquierdo me atrae más, pero es un camino complicado, lleno de ríos que vadear, precipicios que saltar, montañas que escalar y bosques profundos que atravesar. El derecho, por el contrario, lo contemplo y me aburre, me deprime, pero es fácil de recorrer.
ANCIANO: Tu encrucijada es común a toda la humanidad, amigo mío. Lo que nos gusta es siempre trabajoso. Lo común a todos es sencillo, cómodo. Una vida simple, una muerte fácil.
YO: ¿He de decidir qué hacer hoy?
ANCIANO: No podrás retrasar mucho la decisión. La duda siempre es peor que equivocarse.
YO: No sé que camino elegir.
ANCIANO: Sí que lo sabes. El de la izquierda es el que quieres y el de la derecha es el que debes. Esto no es una trampa. Las dos decisiones son buenas y malas.
YO: Tengo dudas, muchas dudas...
ANCIANO: Has de decidirte pronto.
YO: No sé...
ANCIANO: Sí lo sabes. Siempre lo has sabido.
YO: Sí, pero…
ANCIANO: ¡Rápido!
YO: ¡De acuerdo! ¡Ya!
ANCIANO: ¿Sí?
YO: Ya. Ya sé. He tomado una decisión. Y es irrevocable. Me voy, anciano. Gracias por todo. Hasta luego.
ANCIANO: Hasta siempre, amigo mío. Que tu camino sea el deseado. Pero no esperes encontrar lo que buscas por la senda de la derecha...
YO: ¿Quién sabe? A veces, en la vulgaridad es donde se encuentra la verdadera sabiduría. Sólo hay que saber buscarla. Adiós, aprendiz de dios.
ANCIANO: Soy Dios.
YO: No te diré lo contrario. Adiós.
ANCIANO: Nos vemos.
En la mañana del séptimo día llego a la encrucijada.
Contemplo dos caminos muy diferentes y a un anciano de rostro tostado por el sol contemplándome con una fijeza y curiosidad extrema, digna de una vaca.
- Buenos días – exclamé, con una voz que nunca había oído y que me sonaba sin embargo familiar, aunque ronca - ¿Qué tal está usted?
ANCIANO: Muy bien, gracias. Descansando un poco.
YO: ¿Descansando de qué?
ANCIANO: Descansando de toda La Creación.
YO: Lejos estamos, entonces, de los modernos tiempos de los deicidios diarios si nos encontramos en los principios del mundo.
ANCIANO: Estamos al principio del tuyo, no del mío.
YO: No pensaba que hubiera más de uno.
ANCIANO: Es un error bastante común, amigo mío. Te lo dan con el carnet de humano.
YO: ¿Soy yo su amigo, señor? ¿Acaso me conoce?
ANCIANO: La pregunta no es esa, amigo mío. La pregunta es si tú te conoces a ti mismo. No respondas, por favor, la respuesta es obvia: no. No te conoces, y por eso estás aquí.
YO: Sí, es cierto. Se siente uno un poco Descartes, ¿verdad? Aunque ¿para qué querría conocerme? ¿No es acaso este estado de ignorancia perfecta lo que muchos filósofos y muchos sabios orientales persiguen? No soy, no sufro.
ANCIANO: La filosofía no aconseja la ignorancia, sino ignorar lo que sabes para empezar desde cero. Es importante saber quién eres. Me refiero a saber quién eres realmente.
YO: ¿Acaso lo sabe alguien? ¿Acaso importa? ¿Lo sabe usted?
ANCIANO: Yo soy el que soy.
YO: Esa frase me suena.
ANCIANO: Claro, la inventé yo.
YO: Todo esto viene al cuento de las decisiones, ¿verdad? Decidir para poder definirse.
ANCIANO: Sí, amigo mío. Tienes que elegir qué camino coger. Es tu primera encrucijada de muchas.
YO: No parece una decisión fácil.
ANCIANO: Claro que no, pero para eso estoy aquí, para procurar aconsejarte y mostrarte lo que hay, amigo mío. Dime, ¿qué ven tus ojos en el camino de tu izquierda?
YO: Veo una senda oscura, de gruesos nubarrones, árboles negros y retorcidos, blanca luna sobre cielo azul oscuro, aullidos espectrales, lápidas góticas y bosques milenarios. Casi parece que vaya a aparecer el espíritu de Poe en la rama de un árbol.
ANCIANO: Ajá. Buena descripción, Edgar. ¿Y qué ves en el camino de tu derecha?
YO: Un sol radiante cuya soberbia luz desemboca sobre un hermoso prado verde. Las montañas nevadas al fondo sobre un cielo azul salpicado de blancas y algodonosas nubes, grandes árboles, flores, cercados y ovejas.
ANCIANO: Todo muy bucólico, ¿no? A primera vista, la decisión parece obvia, pero...
YO: ¿Pero?
ANCIANO: Vamos, no te hagas el remolón, joder. Tú sabes la respuesta mejor que yo. Que no tenga que decirlo yo todo, ¿vale?
YO: Me atrae mucho más el camino de la izquierda. Concuerda más con mi forma de ser de sentir.
ANCIANO: ¡Eso es! Tu naturaleza se inclina hacia el romanticismo, hacia la luna llena, el búho, las pálidas doncellas en camisón blanco paseando de noche por los acantilados, las estrellas, el color azul oscuro inundándolo todo, hacer el amor sin barreras ni remordimientos, el amor apasionado, vivir un año en un solo día, la vida intensa y la muerte ruidosa.
YO: Supongo que la clave radica en la dificultad, ¿no? El izquierdo me atrae más, pero es un camino complicado, lleno de ríos que vadear, precipicios que saltar, montañas que escalar y bosques profundos que atravesar. El derecho, por el contrario, lo contemplo y me aburre, me deprime, pero es fácil de recorrer.
ANCIANO: Tu encrucijada es común a toda la humanidad, amigo mío. Lo que nos gusta es siempre trabajoso. Lo común a todos es sencillo, cómodo. Una vida simple, una muerte fácil.
YO: ¿He de decidir qué hacer hoy?
ANCIANO: No podrás retrasar mucho la decisión. La duda siempre es peor que equivocarse.
YO: No sé que camino elegir.
ANCIANO: Sí que lo sabes. El de la izquierda es el que quieres y el de la derecha es el que debes. Esto no es una trampa. Las dos decisiones son buenas y malas.
YO: Tengo dudas, muchas dudas...
ANCIANO: Has de decidirte pronto.
YO: No sé...
ANCIANO: Sí lo sabes. Siempre lo has sabido.
YO: Sí, pero…
ANCIANO: ¡Rápido!
YO: ¡De acuerdo! ¡Ya!
ANCIANO: ¿Sí?
YO: Ya. Ya sé. He tomado una decisión. Y es irrevocable. Me voy, anciano. Gracias por todo. Hasta luego.
ANCIANO: Hasta siempre, amigo mío. Que tu camino sea el deseado. Pero no esperes encontrar lo que buscas por la senda de la derecha...
YO: ¿Quién sabe? A veces, en la vulgaridad es donde se encuentra la verdadera sabiduría. Sólo hay que saber buscarla. Adiós, aprendiz de dios.
ANCIANO: Soy Dios.
YO: No te diré lo contrario. Adiós.
ANCIANO: Nos vemos.
Cayetano Gea
2 comentarios:
Bueno bueno... pero si tenemos akí a un Pedro Ruiz en potencia jejeje (lo siento, tenía ke decirlo o explotaba jiji)
Me ha encantado la frase de "La duda siempre es peor ke ekivocarse" porke joder, debería aplicármela más a menudo, una kosa es ke esta indecisión permanente venga con el signo (Ay! esto de ser libra...) y con el sexo (ay! esto de ser hembra...), pero ya pasa de castaño oscuro. Sin embargo siempre suelo tomar la decisión correcta...
En fín, a veces hay ke dejar guiarse por en instinto en vez de por la razón, ¿verdad? Siempre he pensado ke todo lo ke se hace en la vida no son más ke impulsos, lo ke yo llamo "inspiraciones" (también aplicable al ámbito literario, dime si no Cayetano cómo leches escribiis tu y Pedro las cosas ke escribís, los tres sabemos ke sin inspiración las palabras ke salen apenas tienen sentido)
Y una duda, si hablas con Dios, ¿también lo haces con el demonio? ¿eh? Este Satanás...
Supongo que lo de Pedro Ruiz será porque esta parte se parece un poco a una entrevista televisiva, ¿no?, pero prefiero al Quintero, je, je, je... Y no te preocupes por ser indecisa (algo normal en las mujeres, jur, jur, sorry...), pero tampoco te pases, no vayas a acabar maniática perdida como Jack Nicholson en Mejor Imposible, ¿eh?, je, je, je...
Pues no sé qué decirte... aunque no lo parezca, no estoy de acuerdo con la forma de actuar impulsiva del
protagonista (de echo, tengo pensado putearle pero cosa mala por tomar la decisión que ha tomado, je, je), ya que yo no soy él, aunque lo parezca... Yo tiendo más a racionalizar, es más práctico. Y para mí no existe la inspiración (oh, musas), sino la práctica, la experiencia y haber nacido con cierta "inclinación" determinada para según qué cosas...
¡Vaya! Me has destripado parte del argumento, porque sí, el prota hablará con Satanás. Yo no, ¿eh? Que si no creo en uno, no puedo creer en su contrapartida, ¿no?
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