Sócrates dijo: "Conócete a ti mismo". Es la idea del viaje interior,
no del mero turismo que yo practico también, desde luego.
No hay que desdeñar la geografía,
No hay que desdeñar la geografía,
quizá no sea menos importante que la psicología.
Jorge Luis Borges
Ando.
Ando durante toda mi vida. Durante un momento eterno, cíclico, sin recordar nada anterior a esta senda que recorro con paso firme, a esta caminata eterna de día y a mis agitados sueños durante la noche.
Arriba, el cielo de un hermoso azul siempre del color de la media mañana, sin nubes, sin referencias. Un azul profundo, puro, de océano iluminado. Un cielo que sólo cambia de color brevemente por al comienzo y al final de cada día.
Abajo, la tierra, la fresca tierra salpicada de algunas fortuitas matas y suaves terrones que se desmenuzan bajo mis botas, mis sucias y eternas botas que me sostienen. Sí, mis botas me sostienen, no mi cuerpo. Mi cuerpo no existe, casi no lo veo. La única referencia real, mis botas, testigos de mis pasos, de mis eternos pasos, pasos; ando y sigo andando.
A los lados, a ambos lados, la piedra, los muros de piedras sueltas que marcan y delimitan mi camino. Altos y rurales muros que no me permiten contemplar nada más, salvo el camino, el cielo y la tierra.
Y delante de mí, el camino, eterno camino que varía su forma, pasando de ser totalmente recto durante días a curvarse, elevarse y declinar.
Ando.
Sigo andando.
Por siempre, eternamente.
Anoche, mientras reposaba, se me cruzó por la mente una idea terrible: ¿y si estoy andando por un círculo enorme, por un eterno circuito? La posición del sol variaba con el paso de los días, de los meses, por lo que mi teoría no parece ser descabellada del todo. La sola idea de una cosmología tan perfecta y terrible me provocó una crisis de ansiedad desmesurada y maloliente, un dolor opresivo en el pecho.
Hoy, he decidido hacer un montoncito de piedras, para comprobar, cuando terminase de dar una vuelta completa, tarde lo que tarde en darla, si camino en círculos o no. Me dedico a extraer las rocas suficientes del muro, cuando de repente un rayo de sol ilumina mi rostro. A través del agujero en el muro contemplo el sol filtrado por un hermoso álamo.
Preso de una excitación casi sexual, continúo derribando piedras con creciente frenesí, hasta poder meter la cabeza por el hueco y respirar un aire fresco y nuevo y contemplar un paisaje de árboles y montañas al fondo; pero, para mi desconsuelo, delimitado por un nuevo camino de muros de piedra.
Aún así, la nueva perspectiva me parece eternamente más atractiva que la anterior, por lo que termino de derribar el muro y me adentro por el ancho sendero desconocido, salpicado de árboles, con dirección a las nevadas montañas.
Ando durante toda mi vida. Durante un momento eterno, cíclico, sin recordar nada anterior a esta senda que recorro con paso firme, a esta caminata eterna de día y a mis agitados sueños durante la noche.
Arriba, el cielo de un hermoso azul siempre del color de la media mañana, sin nubes, sin referencias. Un azul profundo, puro, de océano iluminado. Un cielo que sólo cambia de color brevemente por al comienzo y al final de cada día.
Abajo, la tierra, la fresca tierra salpicada de algunas fortuitas matas y suaves terrones que se desmenuzan bajo mis botas, mis sucias y eternas botas que me sostienen. Sí, mis botas me sostienen, no mi cuerpo. Mi cuerpo no existe, casi no lo veo. La única referencia real, mis botas, testigos de mis pasos, de mis eternos pasos, pasos; ando y sigo andando.
A los lados, a ambos lados, la piedra, los muros de piedras sueltas que marcan y delimitan mi camino. Altos y rurales muros que no me permiten contemplar nada más, salvo el camino, el cielo y la tierra.
Y delante de mí, el camino, eterno camino que varía su forma, pasando de ser totalmente recto durante días a curvarse, elevarse y declinar.
Ando.
Sigo andando.
Por siempre, eternamente.
Anoche, mientras reposaba, se me cruzó por la mente una idea terrible: ¿y si estoy andando por un círculo enorme, por un eterno circuito? La posición del sol variaba con el paso de los días, de los meses, por lo que mi teoría no parece ser descabellada del todo. La sola idea de una cosmología tan perfecta y terrible me provocó una crisis de ansiedad desmesurada y maloliente, un dolor opresivo en el pecho.
Hoy, he decidido hacer un montoncito de piedras, para comprobar, cuando terminase de dar una vuelta completa, tarde lo que tarde en darla, si camino en círculos o no. Me dedico a extraer las rocas suficientes del muro, cuando de repente un rayo de sol ilumina mi rostro. A través del agujero en el muro contemplo el sol filtrado por un hermoso álamo.
Preso de una excitación casi sexual, continúo derribando piedras con creciente frenesí, hasta poder meter la cabeza por el hueco y respirar un aire fresco y nuevo y contemplar un paisaje de árboles y montañas al fondo; pero, para mi desconsuelo, delimitado por un nuevo camino de muros de piedra.
Aún así, la nueva perspectiva me parece eternamente más atractiva que la anterior, por lo que termino de derribar el muro y me adentro por el ancho sendero desconocido, salpicado de árboles, con dirección a las nevadas montañas.
Cayetano Gea
3 comentarios:
Joder tío, ke bien te expresas, no habeis pensado dedicaros en serio a esto??? igual os sakabais bastantes pelillas, lo digo totalmente en serio, la leche...todavía estais a tiempo ;)
Jum Cayetano y a ver si te contesto tu mail pero mi hermano está todo el día usurpando el ordenador!!! y eso ke se supone ke es de los dos, pamplinas, el simple hecho de ke esté en su habitación le da derechos sobre él... aunke bueno, el viernes se va de vacaciones una semana y será totalmente mío... sólo mío...
Muchas gracias, Miriam, nos vas a hacer salir colorines en la cara, a nosotros, que somos tan serios y no nos reímos nunca, jejeje...
Ah, y pensaba que te habías ido de vacas y que por eso no escribías ná... Y resulta que has sufrido un secuestro de ordenador por parte de tu brotha, jeje...
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