viernes, abril 08, 2011

Diccionario cínico. Pequeña muestra de la "ec" a la "em"

Ecología. Ciencia que defiende la naturaleza como si ésta valiera para algo. Las personas que siguen esta corriente de pensamiento se denominan ecologistas. Suelen ser individuos barbudos (ellas también), sucios y mal alimentados. Y te cortan el rollo si los invitas a una barbacoa.

Economía. Monopoly gigante, real y, por ende, más peligroso. Rige los designios de los pobres mortales. El mayor estudioso de la economía actual capitalista fue Groucho Marx, cuya definición de la misma sigue siendo, hoy por hoy, la más consensuada entre los calvos y doctos expertos económicos: “la parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte”.

Ecuador. País centroamericano que comparte capital con España.

Ecuménico. Dícese de cualquier fenómeno de carácter universal, como las hemorroides, la resaca o los dolores de cabeza femeninos a la hora del coito.

Edad. Gran putada numérica, si pasa de los cincuenta.

Edipo. Príncipe de Tebas que sentía un intenso amor hacia su madre.

Ejecución. Zanjar, definitivamente, un problema entre el estado y un individuo, en detrimento de éste.

Ejército. Grupo de inútiles e inadaptados sociales que, incapaces de trabajar en otra cosa, sirven como carne de cañón en los frentes de batalla.

Electricidad. Fuerza de la naturaleza poco fiable que hace que funcione el televisor y las luces de casa, y que usted debe pagar en cómodos mensualidades. La electricidad fue descubierta en el siglo III por un monje budista, al contemplar la magnífica energía luminosa que poseían las luciérnagas.

Elefante. Mamífero africano que posee las patas de una señora.

Elemento. Una de las cuatro unidades primigenias en las que los antiguos griegos dividieron toda materia (con fines alquimistas y pecuniarios, todo hay que decirlo). Estos cuatro elementos son: hez, polución, incendio y lixiviados.

Elfo. Criatura ficticia típica de la mala prosa folclórica y de la aún peor que pulula por la ¿literatura? denominada “fantasía épica”. El elfo es un trasunto entre un delgaducho imberbe amante de la música New Age y un homosexual reprimido y orejudo con tendencia a sacar de quicio al más pintado con sus modales pausados, como si hubiera consumido estupefacientes al por mayor.

Emancipación. Día glorioso en el que los padres se libran de una vez de sus hijos y recuperan el cuarto de baño como algo propio.

Embutido. Cadáver encurtido de rica grasa de cerdo cancerígeno.

Emigrante. Esclavo moderno e importado desde otro sitio más pobre, donde resultan más baratos. Un emigrante es un ser humano venido a menos, sin derecho alguno, salvo el de trabajar hasta romperse el espinazo, morir joven, emborracharse e insuflar nuevos aires multicolores a los barrios más desfavorecidos de las grandes ciudades del primer mundo, con sus puestos de comida y sus alegres melodías étnicas que resuenan por todo el bloque un martes cualquiera a las tres de la mañana.

Empatía. Capacidad inexistente de percibir como propios los mezquinos problemas de los demás. Es la excusa de los débiles de carácter para excusarse en sus acciones. El célebre orador y retórico romano Cicerón era famoso por su exceso de empatía, tanto es así que pasó de ser un firme defensor de los valores de la república a un veleta bien pagado del nuevo imperio.

Emperador. Versión 2.0 de un rey, mucho más poderoso que éste. El poder del emperador abarca varias naciones, o mejor dicho, abarcaba. Lo de los emperadores es una cuestión del pasado. Hoy en día, su papel es llevado a cabo por los accionistas mayoritarios de las multinacionales más pintureras. El emperador era amado y respetado por todos sus súbditos, salvo por aquellos que no, que eran mayoría. Solían acabar mal sus días, después de toda una vida de lujo, vicio y sana depravación. El emperador más famoso de la historia fue Julio César, el cual nunca llegó a serlo.

Emplear. Contratar a un esclavo para que haga el trabajo sucio.


Empresa. Barco pirata que surca con brava porfía los turbulentos mares de las finanzas. Qué frase más sublime.



Cayetano Gea Martín


1 comentario:

Cayetano dijo...

Lo de emperador romano es cierto. ¿Quién era Julio César? Casi todos dicen eso. A lo mejor se merecía el título más que otros como Nerón o Calígula.
¿Tú qué dices de los 50? Lo mejor de la vida. Sólo tienes que leer "La tía Julia y el escribidor" o El Quijote.
Tu definición de ecología coincide sospechosamente con la de Aznar. No sé. No sé.