sábado, marzo 13, 2010

Jorge Luis Borges - El Aleph


Cuando uno se refiere a los libros que han marcado su vida, su forma de ser, y su propia visión del mundo, es decir, sus libros sagrados, siempre resulta muy complicado hacerlo. Es muy fácil perderse y dejarse llevar por sentimentalismos baratos. Pero es que resulta para mí muy jodido hablar de este libro sin caer en subjetividades. Más que nada porque, junto con cuatro o cinco más, este pequeño libro de relatos cortos (junto con Ficciones) me define bastante como ser humano y como racional criatura que vive para leer.

Digamos que, el bueno de Borges, me ha parecido siempre alguien fuera de este mundo, con sus pros y sus contras. La ventaja, que, a diferencia de Cortázar, sus relatos, ensayos y opiniones no tienen fecha de caducidad. Borges es literatura… Y la literatura es Borges. Resulta tan increíble que, cuando me leo una antología de la literatura griega clásica, una novela de Camus o La divina comedia; tengan un prólogo del ínclito argentino. Este hombre no descansaba nunca y tenía una de las visiones más globales, completas e inteligentes acerca de la literatura que se puede encontrar.

El Aleph reúne algunos de sus más famosos y aclamados cuentos, entre los que destaco muy especialmente el relato que da nombre al libro. Posiblemente, nos encontremos ante el mejor cuento jamás escrito (con permiso de En memoria de Paulina, por supuesto), o uno de ellos, como mínimo. La idea, la profunda metafísica que encierra el relato está más allá de los confines del hombre y de nuestra limitada capacidad de comprensión. No es un relato: es un manual de estilo y para la vida.

Me resulta imposible resumir su idea, hablar de qué va El Aleph. Para mí es algo tan personal e intransferible como mi propio ser. Es más, ni siquiera espero que lo leáis, y no me importa si lo habéis hecho o no. El Aleph fue escrito por el mayor genio argentino para mí, como lo fue en su día El Quijote.

Os dejo con el párrafo final del mismo, que, al sacarlo de contexto y de la sensación de irrealidad que produce el leer el cuento de un tirón, no tiene significancia ninguna, salvo que me parece maravillosamente bien escrito por su concepción poética de la realidad.

“¿Existe ese Aleph en lo íntimo de una piedra? ¿Lo he visto cuando vi todas las cosas y lo he olvidado? Nuestra mente es porosa para el olvido; yo mismo estoy falseando y perdiendo, bajo la trágica erosión de los años, los rasgos de Beatriz”.


Jorge Luis Borges - El Aleph

Alianza Editorial. Biblioteca Borges

208 páginas. 8,00€



Cayetano Gea Martín



4 comentarios:

Cayetano dijo...

Yo siempre digo que es paradójico que un hombre tan mal de la vista viese tantas cosas reflejadas en el aleph.

Kay dijo...

No hacen falta los ojos para ser omnisciente, supongo. Además, se quedó ciego ya de muy mayor...

Pedro Garrido dijo...

Personalmente, como volumen de cuentos prefiero Ficciones. Me parece más completo, aunque algunos de los que se encuentran en El Aleph son memorables. A mí, del cuento homónimo, me gusta más la primera frase, esa en la que muestra cómo alguien que ha presenciado un final vuelve a ser consciente de la realidad exterior, a comprender que el tiempo sigue su curso:

"La candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió,después de una imperiorsa agonía que no se rebajó un solo instante ni al sentimentalismo ni al miedo, noté que las carteleras de fierro de la Plaza Constitución habían renovado no sé qué aviso de cigarrillos rubios; el hecho me doió, pues comprendí que el incesante y vasto universo ya se apartaba de ella y que ese cambio era el primero de una serie infinita".

Kay dijo...

De los pocos sentimentalismos a los que se entregaba JL...