Yo no visto de azul ni llevo el pelo a media melena ni voto a vuestro partido. Yo no fumo puros tremendos en bodas, bautizos y comuniones… de hecho, ni siquiera voy a ellas. Yo no creo en vuestro Dios ni en vuestro sistema arcaico de valores que le achacáis a Él sin que me quede muy claro dónde terminan Sus intereses y empiezan los vuestros. Yo no celebro comidas de cuarenta parientes, ni siento a mis sobrinas en las rodillas, ni llevo tirantes ni luzco un gran bigote negro. Yo no escucho zarzuelas ni saco a baliar a la novia. Yo no voy al estadio a insultarle a un señor de negro, ni me gustan los coches ni las zapatillas de marca. Yo no me creo mejor que mi vecino porque yo sea español, hombre y heterosexual. Yo no me arrodillo ante vuestro altar ni ante ninguno. Yo no compro mi caridad dándole una moneda a las ricas viejas solteronas que sacuden la hucha católica los domingos por la mañana. Yo no juro por Dios ni por el rey, ni creo que se viviera mejor con Franco.
Pero yo no digo que lo mío sea lo mejor, ni mucho menos. No me considero en absoluto mejor que nadie. Probablemente, sea el típico intelectualillo de pseudo-izquierdas, ése que os gusta tanto cagaros en su estampa. Pero yo no os obligo a ser como yo. No os insto a estudiar más religiones ni creencias que la vuestra. No intento que seáis más abiertos de mente, ni que procuréis conocer gente de todos los palos y latitudes. No quiero haceros ver que vuestras actitudes son trasnochadas y retrógradas. Yo no os digo que abortéis, ni que legalicéis la prostitución, ni nada semejante. Ni que cambiéis la Biblia por el Manifiesto comunista.
Entonces, ¿por qué yo si tengo que comulgar con vuestro sistemático desprecio, asco y obligatoriedad? ¿Cómo demonios os atrevéis a decirme lo que está bien y lo que está mal? ¿Quién cojones os creéis que sois? Si yo no creo en vuestro Dios, ni en vuestra religión, ni en vosotros mucho menos, ¿cómo podéis tener la poca cara y la falta de vergüenza de venir a contarme cómo tengo que vivir mi sexualidad, mi relación con los demás, mis vínculos afectivos? ¿Dónde se ha visto que un atajo de momias supuestamente célibes den consejos conyugales cuando ellos no viven en pareja con nadie, en teoría? ¿Qué coño van a saber de sexo, de amor, de cariño, de dependencia, de nada?
Sólo pido que me dejéis en paz, que dado que yo no os digo lo que tenéis que hacer o pensar, me respondáis con la misma moneda. Comprendo que a algunos os tenga que joder el hecho de no poder quemar ya a nadie, pero, troncos, la cosa ha cambiado. Hay mucha, muchísima gente que no cree en vosotros. Hablad para los vuestros, no para todos. Sois la rémora que se ancla en el fondo del barco. Una herida sangrante que hay que limpiar de vez en cuando. Un vestigio inadaptado, un arcaicismo.
Y aquellas especies que no se adaptan al medio se extinguen.
No puedo decir que os vaya a echar de menos, la verdad.
Cayetano Gea Martín