sábado, diciembre 27, 2008

Ideas.


En ocasiones aunque no muy a menudo uno siente la necesidad de pensar, bien porque está solo y no tiene nada que hacer, bien porque mantiene (supuestamente) una conversación que obviamente no mantiene, sino que más bien sostiene porque está dando un uso más profundo a su mollera) y nos encontramos con que hemos tenido una idea. Esta puede ser de naturaleza variable (poética, científica, filosófica...) y puede ser brillante o no, pero no entraré ahora en esos aspectos secundarios de las ideas. La cuestíon principal es que uno cree que esa idea es original, que es la creación de uno mismo y que ha aparecido por primera vez en el vasto Universo, ante lo cual uno puede dejar escapar un pequeño suspiro (¡qué pequeño me siento en este mar de pensadores!) o una leve sonrisa (¡qué grande me siento en este hormiguero de pensadores!). Pero la frustación nos alcanza cuando ese mismo día (ocurre con las ideas en ciencia), unos días después (ocurre con las ideas filosóficas o con otras algo más terrenales como la de organizar una fiesta sorpresa) o años después (ocurre inevitablemente con la literatura) descubrimos que alguien ya había mascado esa idea que nosotros creímos únicamente nuestra. Caben dos modos diversos de enfrentar esta situación: a) frustrarse y dar por sentado que jamás crearemos algo, sino que, como mucho, lo recrearemos o lo redescubriremos, o b) sentirse orgulloso de que una cierta idea nuestra haya ocupado la mente de algún ilustre pensador. Mi recomendación es (seamos optimistas en estos tiempos que corren) optar por esta segunda vía, pero si la situación se repite más de una decena de veces, entonces comenzar a considerar la adopción de la primera vía y de una Colt del 45 bien cargada y sin el seguro puesto.


Y esta breve disgresión se ha originado porque hace unos tres años envié una consulta a la RAE en la que pretendía saber por qué el abecedario tiene el orden que tiene y no otro (por qué la A va delante de la B, la B de la C y así sucesivamente, y no al contrario).

Leyendo hace bien poco "Pensar Clasificar" de Georges Perec, me encuentro con el siguiente pasaje:

"T) El alfabeto:

Varias veces me he preguntado qué lógica había presidido la distribución de las seis vocales y las veinte consonantes en nuestro alfabeto*: ¡por qué primero la A y luego la B, y luego la C, etcétera?


*El alfabeto al que se refiere Perec es, claro, el francés.


De momento he optado por la vía optimista pero guardo la llave de un cajón donde una Colt del 45 con balas y sin seguro aguarda su turno con paciencia...

6 comentarios:

MalaVida dijo...

Las veces que me ha pasado eso de pensar en algo y después encontrarme con dicha reflexión en algún texto, me he planteado si no lo habría leído antes en algún sitio sin prestarle mucha atención y me ha venido a la cabeza como si fuese una idea propia. Procesamos cantidad de información a diario y mucha la pasamos por alto, lo cual no quiere decir que no la procesemos inconscientemente. Podría ser que algunas de esas ideas que consideramos propias formen parte de nuestro bagaje de conocimientos.

Pedro Garrido dijo...

También pensé en eso al escribir este texto. A veces sí que es cierto que al releer algo uno dice: ahhh, ya sé de dónde me vino la idea para esto, pero en otras es diferente porque nunca has tenido contacto con esa obra o con ese autor y de repente ves tus palabras reflejadas en esas obras y es entonces cuando comienza la elección de una de las dos vías...

Un saludo.

Nestor dijo...

Que pesimistas. Cualquier idea que se te ocurra es total y abosolutamente nueva. Ya que aunque en rasgos generales se parezca a otra, los motivos y circunstancias que le han dado a luz son totalmente distintas. Por lo que no tienen un enfoque igual. 8D

Pero claro eso lo dice alguien , cuya una de sus frases favoritas: "Pienses lo que pienses ya habra habido alguien que lo haya pensado. Y probablemente sería griego"

PD: Creo que la razón del orden del alfabeto es por clasificación de como se dicen. Ya sabeís las dentales, paletales y todo eso que no recuerdo.

Unknown dijo...

El orden del alfabeto, viene dado por la importancia que tenía el significado intrínseco de las palabras en los pueblos antiguos. El alfabeto que todavía hoy en día existe es el hebreo, y tiene su similitud con el griego y este por extensión al latino. Como algunos saben, el alfabeto hebreo empieza con alef, beth, gimmel, etc... suena mucho a alfa, beta, gama... etc. por cierto, los valores de las letras hebreas todavía tienen un rastro del significado buey, casa, portal, etc. Y es lógico que empezaran el alfabeto con el buey, porqué era lo que se consideraba como el bien más preciado de ese momento.

Margot dijo...

No hay nada nuevo bajo el sol, que decía aquel...

A mí, en lugar de mosquearme, me gusta comprobar que algunas de mis ocurrencias ya estaban en otros. Hermanan conocimientos, jeje.

Besos, Brainy.

Pedro Garrido dijo...

Feliz ño a todos y que tengamos muchas ideas en este año nuev!!!