Al compás de tus calles sucias
Se descoyunta en trazos mi ser:
La criatura triste de mirada lúcida
Sin integridad posible ni lamentos de fe.
Sigo los renglones torcidos del Dios
Que olvidó su bastón en tu asfalto
En el mar en calma su rostro viró
Y ahora persigue faldas y llantos
¡Qué poco tacto de deidad superada!
¡Qué abandono necio envuelto en rosas!
¡Qué lamento torpe sin símil de amor!
Si me dieran un segundo, mi quijada
Se alzaría decadente y orgullosa
A reconocer que ese Dios soy yo
Cayetano Gea Martín
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