Caciquismo. El sistema de gobierno más común en España, desde siempre, y el que tiene más solera. Consiste en gobernar como si tus conciudadanos fueran tus esclavos y como si el pedazo de terruño que te ha tocado en suerte fuera tu cortijo particular, en el cual puedes organizar saraos, desfalcos y urbanizaciones. El cacique es un ser parasitario, un dictador de paisano y con tirantes, propenso a los puros, a los excesos gástricos y alcohólicos, a jugar con el dinero de sus vecinos al bingo y a las putas.
Calavera. Cabeza ósea desprovista de piel y de chicha, muy útil para acojonar a los infantes. La más famosa calavera sea quizá la de Horacio, el amigo algo desmejorado de Hamlet, y que rehusó a irse de copas con éste, por miedo a que se le derramara el vaso de vodka danés por el esfenoides. En sentido figurado, un calavera es un crápula que se lo pasa guapamente pero que goza de muy mala prensa entre sus conciudadanos.
Cáliz. Celebrada copa pretérita que utilizaban Jesucristo y sus colegas cuando se iban de farra. El cáliz sagrado tenía la divina habilidad de convertir cualquier brebaje en tintorro y de no vaciarse nunca. Es por ello que los buscadores de tesoros llevan siglos pretendiendo hallarlo. Nada más rápido que encontrar a Dios mediante tamaña y monumental cogorza, está claro.
Calor. Agradable sensación de aumento de la temperatura que se produce en el interior de todo hombre de campo adulto y no homosexual al presenciar el desnudo integral de una cabra.
Campo. Vertedero público.
Canarias. Archipiélago español en África cuyos habitantes odian a muerte todo aquello que huela a peninsular. Tanto es así que, por joder, atrasan sus relojes una hora. El hecho que suelen imputar para justificar tanta antipatía es que los españoles masacraron a todos los guanches (primitivos habitantes de las islas que tenían costumbres tan civilizadas como despeñar a sus hijas por acantilados como sana medida cinegética), cuando ninguno de ellos desciende de estos afables bereberes.
Canibalismo. Escuela filosófica que promueve alcanzar la sabiduría asimilando todo lo que se pueda del prójimo.
Cantautor. Inútil sujeto en posesión de una guitarra y que desea fervientemente una subvención del Partido Socialista.
Capitalismo. Mañoso sistema económico y político propio de los países occidentales. El capitalismo básicamente consiste en producir riqueza de forma colectiva para que la disfruten sólo unos propios privilegiados, que son los que montaron todo este tinglado (muy hábiles, ¿eh?). Es contrario al comunismo, aunque no por ello menos repulsivo que éste.
Capítulo. Partes en las que se divide un libro y que permiten que uno pueda descansar a ratos de su lectura y no morir así del asco.
Caribe. Resort de Estados Unidos, salvo por un par de islas insurrectas. El Caribe es una zona geográfica que sufre un calor infernal, unos mosquitos como cabezas de cerdo, y más enfermedades mortales que en los conductos del aire de los hospitales españoles.
Caricia. Meter mano a alguien de manera suave y consentida, aunque con el mismo fin.
Carisma. Cualidad no innata en los líderes (históricos y futuros) del Partido Popular.
Cartera. Objeto de piel o de plástico, que sirve para guardar el dinero que no se tiene.
Castellano. Antiguo dialecto del español de uso extendido por las dos pretéritas castillas. La simplicidad de su léxico y gramática hicieron de él un dialecto perfecto para los cabreros, campesinos y demás gente acomodada de mal vivir. El culpable de su insana proliferación fue Miguel de Cervantes, que elevó a categoría de idioma tamaño gruñido dialectal.
Caucásico. Denominación de connotación racista, utilizada a modo de insulto por los negros y chinos, no sin motivo. Los caucásicos son unos individuos débiles, propensos a engordar y a emborracharse, que nunca escuchan y que gustan de inventarse religiones y de pisotear otras culturas. Además, su piel lechosa no les protege adecuadamente de la radiación solar, y suelen morir abrasados en las playas y en los arcenes.
Cayetano Gea Martín