Hablar de Geroges Perec es conducir la mirada hacia los límites de la creación. Y, aunque esta parezca una frase hecha, nada más lejos de la realidad. Su literatura es un continuo moverse entre límites, imponiendo restricciones a la creación pero, paradójicamente, para impulsarla a zonas antes inexploradas. No es, de hecho, Perec, un autor convencional. Aunque contaba historias no se le puede considerar un narrador. Ni falta que hace. Entendía la literatura desde la vertiente más creativa de la misma, desde esa que explora el lenguaje, juega con él y nos lo devuelve empaquetado de un modo que nunca antes habíamos visto. Te presenta además, como su amigo Raymond Queneau en Ejercicios de estilo, todas las variantes posibles (siempre abiertas, claro, a la intervención del lector) de una misma situación o personajes.
Por algún motivo que desconozco Perec no es muy conocido entre el público general, no relacionado con la literatura. Y a pesar de eso se ha traducido gran parte de su obra al español, lo que denota interés por ella, aunque tal vez sea sólo capricho de los traductores, que ven en dichas traducciones un reto intelectual. Posiblemente el mayor de ellos sea traducir La disaparition (El secuestro, en nuestro caso), novela en la que Perec no emplea jamás la letra e, la más común en la lengua francesa. En España, los traductores decidieron no emplear la letra a, jugando así con esos límites impuestos por Perec. En otros casos, sin embargo, no es posible tal traducción, como en El Gran Palíndromo (http://www.ed4web.collegeem.qc.ca/prof/rthomas/textes/palingp.htm) , que consta de unas 1300 palabras.
Hay obras de Perec, de esas que suelen denominarse inclasificables, como Especies de Espacios (uno de esos libros a los que vuelvo una y otra vez), en los que Perec intenta agotar todas las denominaciones de espacio, desde los más minúsculos a los que la vista no abraca, incluyendo los espacios virtuales, como aquellos definidos por las líneas geográficas de los mapas. Otro de esos libros es Pensar, clasificar, un conjunto de textos, donde Perec juega con las listas, la variaciones sobre esas listas y las descripciones minuciosas de objetos, al modo de la nouveau roman, pero sin tanta parafernalia postmoderna. Se puede uno perder también en Me acuerdo, una suerte de agenda donde Perec intenta apuntar todas aquellas cosas que recuerda (esta es posiblemente la peor de las limitaciones, la de la memoria). En los tres últimos años, más o menos, se han publicado otras cuatro obras entre las que se encuentran Un hombre que duerme (esta es una reedición, puesto que ya la publicó Anagrama hace algunos años) y en la que la desidia parece ahogar al personaje, que se niega a inmuscuirse en la actividad de la vida. Desea sólo dejarse llevar. Este es un breve fragmento de la misma:
"Más tarde, llega el día del examen y no te levantas. No es un gesto premeditado, no es un gesto siquiera, sino una ausencia de gesto, un gesto que no realizas, gestos que evitas realizar. Te acostaste temprano, has dormido plácidamente, habías puesto el despertador, lo has oído sonar, has esperado a que sonara, durante varios minutos por los menos, ya despierto por el calor, o por la luz, o por el ruido de los lecheros, de los basureros, o por la espera. Tu despertador suena, tú no te mueves en absoluto, te quedas en la cama, vuelves a cerrar los ojos. Otros despertadores comienzan a sonar en las habitaciones contiguas. Oyes ruidos de agua, de puertas que se cierran, de pasos que se precipitan por las escaleras. La rue Saint-Honoré comienza a llenarse de ruidos de coches, chirridos de neumáticos, cambios de marchas, breves sonidos de bocina. Los postigos golpean, los comerciantes levantan sus persianas metálicas. Tú no te mueves. No te moverás. Otro, un sosia, un doble fantasmagórico y meticuloso hace, quizá, en tu lugar, uno a uno, los gestos que tú ya no haces: se levanta, se lava, se afeita, se viste, se va."
Hace tan sólo unos meses se publicó El aumento. En esta obra, la restricción viene impuesta por el esquema de la obra. Se trata de agotar todas las posibilidades que se pueden plantear cuando un individuo va a pedir un aumento de sueldo a su jefe, y como esquema de la obra se presenta uno de esos esquemas de evaluación de opciones en los que a partir de una misma opción existen varias posibilidades de acción. Hay muchas otras obras de Perec, con restricciones interesantes, como Qué pequeño ciclomotor de manillar cromado en fondo de patio, Lo infraordinario o El gabinete de un aficionado.
Pero queda hablar de las grandes obras de Perec que, a mi juicio, son Las cosas y La vida: instrucciones de uso.
Las cosas fue su primera novela. En ella ya se ve perciben algunos de los rasgos que definirás después a Perec, sobre todo su gusto por las enumeraciones. Éstas no son casuales, una mera exposición de sustantivos en orden, sino que definen a los personajes pues su posesión les define de algún modo, pues son extensiones más allá de sus cuerpos. Las relaciones entre los personajes de esta novela se establecen, de hecho, a través de dichos objetos. Y además la obra comienza empleando un tiempo condicional, algo que nunca había visto el comienzo de una novela.
Pero su gran obra es, sin duda, La vida: instrucciones de uso. Aquí se dan cita todos los Perec posibles. Definir la trama no es posible, aunque a grandes rasgos, trata acerca de la vida de los inquilinos de un edificio de pisos (de todos ellos) aunque con especial énfasis en alguno de ellos, como un millonario que decide llevar a cabo la obra de su vida que consistirá en viajar a diversos países donde pintará un determinado paisaje. Después ordenará realizar puzles con esos paisajes para finalmente reconstruirlos y destruirlos, para que no quede nada de su obra al morir. Pero este argumento e sólo para aquellos que deseen ver una historia. El resto pueden disfrutar con la cantidad de voces posibles que hay en la novela, con las inmensas descripciones y listas de objetos que aparecen en la misma (recuerdo perfectamente una acerca de las herramientas de una ferretería) y en el camino se mezclan historias de misterio, algún amor y sobre todo muy buena literatura. Y, por supuesto, la estructura formal de la novela no podía ser sencilla. La mirada viene determinada por el movimiento del caballo en el ajedrez.
Me dejo por el camino muchas otras virtudes de este autor, que es posiblemente uno de mis cinco preferidos (no me atrevo a nombrar a los otros cuatro para no dejar a ninguno fuera). No creo que haya existido nunca un autor tan creativo como Perec, que haya aportado tanto a la estructura formal y a los juegos con el lenguaje. Con Perec hay que olvidarse de la trama y perderse en el fondo de la literatura, que no es sólo narración sino también, y sobre todo, búsqueda de nuevas formas empleando el material de este arte, que es la palabra.
4 comentarios:
Problemillas con el blogspot?
oops, no me habíoa dado cuenta. Es que he estado experimentando con colgar directamente desde Word. Pero ya lo arreglo.
No conocía a este autor. De todas formas es de valientes y audaces decir que está entre tus cinco preferidos. Yo necesitaría un abanico de digamos cincuenta por temor a dejarme alguno muy bueno fuera.
Perec...Perec...Creo que ahora caigo:
¿No es el que escribió aquello de "Una lágrima cayó en la arena. En la arena cayó tu lágrima." A lo mejor lo confundo con otro.
Un saludo.
Sé que es atrvido situarlo en uno de esos puestos, pero es mi impresión personal. A su primogénito, por ejemplo, no le gusta. Por cierto que eso de la canción me ha recordado una vez que a Cayetano, que estaba leyendo un libro de Borges, una señora le dijo que le encantaban los narizotas que dibujaba aquel señor.
Un saludo desde ultramar.
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