viernes, octubre 01, 2010

A propósito de...Rodolfo Walsh.


Hace algunos años (éramos unos pipiolos con ganas de revoluciones), yo insistía mucho a Kay con aquello de que los escritores no sólo tenían que saber escribir buenos libros sino además implicarse en la lucha proletaria y la defensa de los derechos de los ciudadanos. Hoy no suscribo esas ideas. Lo que cada uno haga en su tiempo libre es cuestión de cada uno. Es posible que si Borges o Kafka se hubiesen dedicado a esos menesteres no nos hubiesen ofrecido su obra tal y como hoy la conocemos (bueno Kafka ni siquiera lo quiso pero por suerte sus papeles se salvaron del fuego).
A veces, sin embargo, la mejor forma de implicarse en la defensa de los derechos o en una determinada acusación es escribiendo un buen libro. Ya lo hicieron otros, basándose en hechos reales o no. Y entre esos están El otoño del patriarca, Pedro y el Capitán, Ensayo sobre la lucidez, La fiesta del Chivo, El señor presidente o Yo, el supremo.
Rodolfo Walsh digamos que aunaba tanto la parte de denuncia literaria como su implicación a nivel personal en todo lo que significase lucha contra las desigualdades y frente a los gobiernos totalitarios, algo que argentina conoció bastante bien (y otros que estamos a este otro lado).
Conocí a Rodolfo Walsh por sus cuentos policiales. La novedad que aportan es una interesante descripción de los métodos policiales que habitualmente no suele verse en las novelas policiacas. También estos cuentos presentan una trama excepcional. Si no, no serían buenos cuentos policiales. Además, sus personajes están bien trabajados y pronto es fácil identificarse con alguno de ellos.
Pero Walsh tenía otra faceta. La de periodista. Y escribió muy buenos reportajes. Pero sobre todo escribió dos libros excelentes, a medio camino entre la novela y el relato periodístico. Recuerda por momentos a Capote en A sangre fría pero con la excepción de que en este caso el autor sí valora lo que está relatando y se implica en ello. Las dos obras a las que me refiero son ¿Quién mató a Rosendo? y Operación Masacre. Ambas presentan un esquema idéntico, con la presentación de los personajes, seguida de los hechos (el primero, el asesinato de varios sindicalistas a manos de sus propios compañeros, el segundo, el fusilamiento de varios civiles sin razones justificadas) y por último el desenlace de los hechos y un epílogo en el que tratan de enmarcarse los hechos en la historia argentina. Walsh fue protagonista de esos hechos porque los dio a conocer a través de sus artículos periodísticos y se jugó el pellejo por publicarlos. Tanto fue así que acabó acribillado a tiros.
No merece la pena describir los hechos que narran estas novelas. Es mejor leerlas. Comenzaría con Operación Masacre. Durante su lectura aparecen esos raptos de ira que a menudo se hacen presentes con la lectura de muchas de las novelas que he citado al comienzo. Son esas novelas el testimonio de lo que cualquiera puede llegar hacer cuando se le permite acceder a ciertas cotas de poder.
No os lo perdáis. Y si no queréis leer novela-denuncia entonces leed sus cuentos, que son fantásticos.
P.G.V.

1 comentario:

Martuki dijo...

Habrá q ir a x los cuentos, entonces. Los ataques d ira intento reducirlos x prescripción médica :D