El castellano, o el español, como gusten ustedes, es el idioma occidental con mayor número de palabrotas y expresiones malsonantes. Es curioso que en una sociedad de tradición católica (esa religión que no nos cansamos de crucificar en la actualidad sin ser del todo conscientes de lo que hacemos, pero eso es tema para otro día), tengamos ciertas expresiones que a la mayoría de los angloparlantes, cuyas respectivas religiones se supone que son más abiertas que la de aquí, se escandalizan al traducírselas literalmente. Si ya “me cago en Dios” suena mal, “me cago en Dios y en su puta madre” añade una fuerza tremenda a la expresión. En nuestro sufrido idioma, cuanto más largas sean las frases y más palabrotas contengan, mejor. Véase el didáctico caso de los bonaerenses y su increíble pero cierta: “Por qué no te vas un poco a la reputa que te remil parió?” O el castizo (y nunca suficientemente alabado) “me cago en la ostia puta”, es decir, defeco en el cuerpo en forma de oblea sosa de Cristo, que no sólo no es sagrada, si no que además ejerce la prostitución galletil.
Y es que si nos ponemos a analizar tamañas perlas del lenguaje una por una podremos hacernos una idea de las lindezas que a veces eructamos por estas nuestras bocas iberas y/o hispanas sin control.
Para solaz y aprendizaje de aquellos que no sean de aquí (y para risas de los paisanos), ahí va mi “Top Ten” (esto hay que pronunciarlo con acento yanqui) de las peores palabrotas y expresiones que, creo, poseemos. Las he colocado en orden creciente de intensidad, así que la número diez es el acabóse (seguro que Pedro y algún que otro se imagina ya cuál puede ser) Perdónenme dos cosas: la primera, que sean locales y oriundas de Madrid en su mayoría. La segunda, la tamaña grosería que están ustedes a punto de leer. Si son de estómago sensible, no sigan. Luego no se me quejen, ¡cojones!
1. Tiene un culo como para mojar pan. Frase mágica que aúna el sexo con la gastronomía.
2. Me cago en la puta de oros. Esta expresión cañí se lleva estudiando siglos. Los expertos aún no han podido descifrarla. La única tesis existente dice que se la puta de oros es la reina de oros de la baraja, dado que hay otra expresión similar, esa de “me cago en el rey de bastos”. Como se puede apreciar, en este país nos cagamos en muchas cosas, pero ni en las espadas ni en las copas. Eso sí, que somos bizarros, pero gentiles.
3. Eres más maricón que un palomo cojo. Como no, en esta patria pequeña nuestra, siempre nos ha encantado zaherir a los homosexuales. Es casi un deporte nacional, de ahí la proliferación infinita de adjetivos (des)calificativos hacia este colectivo: marica, maricón, bujarra, loca, come nabos, folla culos, sarasa, sodomita, pierde aceite, afeminado, mariposa, sáfico, plumas, amanerado, reina, locaza, joto, trolo, leandro, etc, etc, etc… Una vez más se demuestra que, la riqueza léxica del castellano es inabarcable… pero sólo para descalificar, claro. No te jode.
4. Que te folle un pez. Es decir, la zoofilia en el idioma. No contentos con desearnos continuamente roturas anales, encima queremos que las perpetren inocentes osteictios.
5. Eres más puta que las gallinas. De nuevo, vemos como el castellano es un idioma netamente rural. Los ejecutivos y niños pera de la Castellana, que no han visto el campo más que en documentales, dicen esta frase, como mínimo, una vez al año. Y pobre animal, tan sufrido y despreciado.
6. (Sustantivo) es la polla. Frase muy recurrente que viene a significar que apreciamos algo. Por ejemplo, “este helado es la polla” o “la nueva película de Garci es la polla”. Como se puede apreciar, por regla general, las palabrotas que hacen referencia a partes pudendas masculinas suelen utilizarse para cosas positivas. Manda cojones.
7. (Sustantivo) es un coñazo. Básicamente, lo contrario que la expresión anterior. Nada que ver con una vagina desfondada. Como se puede apreciar, por regla general, las palabrotas que hacen referencia a partes pudendas femeninas suelen utilizarse para cosas positivas. Creo que acabo de tener un dejà vu. Mola teta.
8. Vete a tomar por el puto culo. Hilarante, y siempre efectiva. El adjetivo “puto” dota a las expresiones de mayor sonoridad y efectividad en la transmisión del mensaje, de ahí su compulsivo uso en el castellano.
9. Lefa. Posiblemente, la palabra más fea del castellano junto con “retrete” y “esperanzaguirre”. Mira que suena mal… Viene a significar en castizo “semen”. Cualquier combinación que se haga con esta palabra provoca frases horribles capaces de sacar los colores a un rudo estibador. En argentino se dice “huasca”, palabra que, curiosamente, significa “estado etílico” en Perú. Qué cosas, ¿eh? La polla.
… Y llegamos a la última… Horripilante…
10. Follar(te) la boca. No existe expresión más tremenda en idioma alguno humano ni en planetas por descubrir. Expresiones como “te voy a follar la boca”, o “a mí lo que me mola es follarme una boca” son, afortunadamente, no demasiado comunes, pero si se pasea por Malasaña y alrededores un sábado de madrugada no es descartable el poder oírlas. Significa introducir el pene dentro de cavidad bucal, es decir, una mamada, ridiela. Pero se diferencia de ésta en la… violencia de su ejecución y/o movimientos pélvicos mientras se engancha uno de las orejas del mamador o mamadora. Ejem.
Y no tengo nada más que añadir… Salvo que espero que sirva de ejemplo para aquellos que aún piensen que el nuestro es un idioma culto y refinado. En fin… Como decía mi abuelo mascando tabaco y calándose la boina a rosca: “Pa catedral Florencia y pa puta la Fulgencia”. Pos eso.
Cayetano Gea Martín