lunes, junio 16, 2008

En la selva, la imponente selva


Los dos amigos se pararon a la vez, sin creerse ni por un desquiciado segundo lo que tenían ante sus ojos. Donde antes estaba su barrio ahora florecía una jungla tropical. Por doquier, enormes árboles extendían sus ramas plagadas de simios hacia el nublado cielo londinense. Un cerdo salvaje hozaba cerca de los pies de los dos atónitos vecinos.

El primero en reaccionar fue Mike, el mayor de los dos y el más dotado de flema británica. -Caramba, -comentó en voz alta, -creo que hoy no encontraremos abierto ningún pub donde poder ver el partido, Pete.

El nombrado aún permanecía en estado catatónico, por lo que apenas pudo balbucir algunas palabras inconexas. Simplemente, permanecía con los ojos como platos contemplando la imponente selva y sin poder ver ni rastro de los edificios o de las calles. Cierta cancioncilla se filtraba a través de su cerebro…

In the jungle, the mighty jungle, the lion sleeps tonight…

-Bueno, -suspiró Mike, -supongo que deberíamos intentar localizar nuestras casas, o lo que sea que se alce en su lugar, ¿no te parece?

Pete consiguió, al fin, hablar, y le respondió a su amigo: -No sé si es una buena idea, Mike. Creo que deberíamos volver al centro.

-¿Al centro? ¿Para qué?

-No sé, a lo mejor allí alguien sabe qué está pasando. Quizá en este momento estén dando por televisión algún tipo de reportaje sobre lo sucedido.

-Vamos, vamos, Pete. Sabes tan bien como yo que las cadenas de televisión tienen ya suficientes noticias con el fútbol, la familia real y la inmigración.

Mike comenzó a adentrarse en la jungla antes de que su amigo pudiera replicarle. A regañadientes, Pete le siguió.

A los diez minutos habían llegado a donde, en teoría, debería comenzar su calle. Allí no había ningún rastro visible de civilización. Solamente árboles y más árboles que formaban un impenetrable muro verde. Algo rugió. Algo que le sonaba a Pete muy grande y muy cercano. La condenada canción no se le quitaba le la cabeza…

Near the village, the peaceful village, the lion sleeps tonight…

-Hum, -murmuró Mike, -esto es bastante inusual.

-¿No has oído nada? -Dijo Pete en asustado tono a su amigo.

-Sí. Debe ser ese perro de la vecina. Alguien debería decirle a esa vieja cacatúa que educase mejor a su maldito chucho.

-¿De qué demonios hablas?, -respondió Pete al borde de la histeria, -¿No te das cuenta de que es el rugido de un león?

-Eso es totalmente imposible, amigo mío. Por dos razones categóricas: no hay leones ni en Inglaterra ni en las selvas.

-¡Me da igual!, -chillo su compañero, -¡Me da igual! ¡Joder, Mike, hay un puto león ahí fuera!

-Ya te he dicho que eso es impos…

El león que surgió atravesando la floresta cortó su perorata. Los dos amigos se quedaron paralizados, aunque Mike fue capaz de decir: -¡Vaya, esto es realmente…

Nuevamente no pudo terminar la frase, aunque esta vez fue porque el león corrió hacia él y clavó las fauces abiertas en su desprotegido cuello. Mike intentó zafarse de su cazador, pero sus fuerzas mermaban a increíble velocidad. En apenas diez segundos dejó de patalear y expiró.

El león soltó a su presa, y clavando sus ojos felinos en el cuello del inmóvil Pete, fue acercándose poco a poco hacia él.

Antes de morir, le pareció que la bestia, con la boca y el hocico embadurnados de sangre, tarareaba para sí otra estrofa de la canción…

Hush, my darling, don't fear, my darling, the lion sleeps tonight…
Cayetano Gea Martín

2 comentarios:

Isa Segura B. dijo...

¡Ay Cayetano! cómo está la city ultimamente, yo ya no sé si poner un pie en la street o encerrarme forever con mis libros, claro que siempre puede sonra la musiquilla...in the jungle...
Un abrazo y gracias por la sonrisa.

Anónimo dijo...

Tenso Dijo:
He vuelto a encontrar tu blog!!!
Desde luego el día que me organice va a ser mminino.

Mola el cuento.