jueves, febrero 07, 2008

Eduardo y yo

Con placer, con el inmenso placer ya conocido, como el más cómodo de los pijamas, termino hoy de releer La verdad sobre el caso Savolta, de mi admirado Eduardo Mendoza. Y como siempre, su estilo depurado y su prosa rápida me han vuelto a cautivar. Es curioso, no me acordaba de lo muchísimo que admiro al barcelonés. Claro que, también, si tuviera que retener en mi memoria inmediata a todos los escritores que me gustan, probablemente me explotaría el córtex frontal.
En el caso de Mendoza, lo que más admiro de él es esa facilidad natural narrativa que posee, esas frases que parecen que estaban ahí ya, a la espera de que él las reclamara como suyas.

También me fascina su sentido del humor, incluso en la novelas más serias, tales como la referida o La ciudad de los prodigios; ese humorismo innato que destilan sus personajes, de engolados diálogos, o las descripciones del entorno en el que se desenvuelven, sobre todo en Barcelona, en esa Barna eterna, hermosa y fea, humana y fría, amigable y terrible, a lo largo y ancho del siglo XX, con su colección infinita de personajes esperpénticos.

Eduardo Mendoza ha sido, y es, un autor muy importante en mi vida literaria. No puedo evitar leerlo y verme contagiado por su prosa cuando intento, acto seguido, escribir. El estilo me surge totalmente mendociano, con esa verborrea prosáica algo pasada de moda con la que se suelen desenvolver sus personajes… Como me está sucediendo ahora mismo, claro.


Cayetano Gea Martín

7 comentarios:

Félix Amador dijo...

Es humano dejarse influenciar, intentar imitar (incluso inconscientemente) a aquellos que apadrinan nuestra admiración.

Yo, a veces, bebo de Cortázar, de Borges, de Proust, incluso de Lope, y sudo prosas que nada tienen que ver. O eso creo yo.

Me han gustado algunas historias de este blog. Prometo volver a releer con más detenimiento.

Margot dijo...

Ya sabes que el gusto por Mendoza es algo que compartimos y las dos obras que mencionas son mis preferidas de él. Las que releo con placer y sorpresa una y otra vez. Pero a finales de los 80, serían los 90? ays que lio me traigo con las fechas, dejó de interesarme lo que hacía. Se me desinfló entre estos ojitos que leen buscando forma y contenido y ser seducidos por ambos.. qué le vamos a hacer!!

Besote!!!

(Mañana sigo que me voy al teatro y me reclaman, más bien, me gritan!! jeje)

Kay dijo...

Félix, supongo que tienes razón y que es inevitable sentirse influenciado por aquellos que se admira (coincido en los de tu lista, por cierto...).
¡Gracias por pasarte!
Saludos

Pues nada, Marga, hasta que no completes tu artículo mendizonil no comento nada, jeje...
Que disfrutes de la obra
Besos teatrales

Margot dijo...

No, no dsfruté de la obra, un vodevil ñoño y obvio como pocos. Eso me pasa por no leer las reseñas antes de meterme... jajaja.

Ná, si lo que me quedaba por decir es que me sucede igual, tras leer un autor que me engancha en su estilo me resulta difícil desprenderme de él durante un tiempo y todo lo que escribo me surge a la "manera de", o eso me parece.

Que besote, mendociano muá.

Pedro Garrido dijo...

Mendoza engancha pero es cierto que al año ya casi no recuerdas sus obras, o recuerdas cosas algo vagas. Eso sí, mientras se lee se disfruta un montón (de su estilo pegajoso ya hemos hablado bastante kay y yo). Lo mismo que con Mendoza me pasa con Millás y con Javier Marías, no sé por qué.

Por cierto, kay, ¿te vienes mañana al teatro?

Isa Segura B. dijo...

Veo que compratimos el gusto por Mendoza y su buen saber hacer a la hora de peinar letras con humor.
Saludos mendocianos, ya que estamos todos en el mismo barco.

Kay dijo...

Brainy... Sí, coincido con lo de Mendoza... Al teatro, ¿dónde? ¿Y qué día es mañana?

Isa, me alegra saber que eres otra mendociana, jeje...
Besos desde este barco chiquitito pero muy marinero