lunes, febrero 18, 2008

Breve tratado sobre fantasía

Las preguntas, si están bien formuladas (y cuando vienen de quienes tienen que venir), siempre crean dudas en las almas inquietas. La mía, modestia aparte, supongo que debe tratarse de una de dicha categoría. Es por ello que, razonando sobre el tema de la fantasía en la literatura, he llegado a conclusiones que me gustaría poner por escrito.

La premisa de la que parto es la de la sugerencia de que yo sea incapaz de disfrutar con lo fantástico por el mero hecho de serlo, sin tener que recurrir a manidas comparaciones de índole cultural o mitológica. Pensando en ello, he llegado a la conclusión de que depende más del tipo de fantasía sobre el que estemos hablando que de el concepto o el personaje fantástico en cuestión.

Por ello, creo que, en función de mi propia concepción de lo fantástico como tal, y para entender este interesante punto planteado, debería hablar, primero, brevemente de mi concepto de fantasía; y, en segundo término, desglosar los tres tipos de literatura o metaliteratura fantástica que concibo como tales.

1. Lo fantástico en la literatura
Desde el comienzo de los tiempos, el hombre ha sentido una innegable atracción por aquello que desconoce, por todos esos otros mundos accesibles por vías no convencionales y alejados de la esfera cotidiana del nuestro, que no de su influencia.
La literatura, como expresión máxima, última y definitiva de la inteligencia humana, se ha hecho eco a lo largo de la historia de este sentimiento, creando corrientes y estilos que casi siempre han ido intercalados por períodos de calma y racionalidad. Así, a los movimientos románticos se les interpone casi siempre otros más modernistas o neoclásicos, aunque no siempre la línea divisoria sea obvia.
Tampoco conviene confundir el concepto de fantástico con el tan manido entre la pseudo-intelectualidad de realismo mágico. Cuando cualquier lector con inquietudes que quiere eliminar su pasado fantástico en aras de una, aparentemente, mayor calidad literaria (porque confunde fantasía con literatura menor), cae en el error de proclamar su gusto por el realismo mágico, cuando dicho movimiento literario se basa en cuatro o cinco autores consagrados nada más, siendo, claro está, Julio Cortázar su máximo exponente.
No, lo fantástico, la fantasía, la metaliteratura fantástica es otra cosa, y es un fenómeno que siempre ha habido y habrá, desde La vida es sueño a El señor de los anillos, desde La invención de Morel hasta La guerra de las galaxias. Como dijo Borges, “Yo creo que en la fantasía, la cadencia y la imagen son más importantes que el sentido. Hasta puede no tener sentido y sin embargo, ser buena”.

2. Tipos de literatura fantástica
Para entender el por qué de mi aparente impedimento a dejarme arrastrar por cualquier concepto fantástico en el cual no exista factor humano donde asirse, he dividido la metaliteratura de fantasía en tres tipos bien diferenciados. Paso, pues, a exponerlos.

Primer tipo: Fantasía como arte o fantasía mayor. Constituyen este tipo todas aquellas obras maestras de la humanidad que han pasado por el tamiz de los años y que sostienen su validez en cualquier época. Obras como El Quijote, Drácula, La vida es sueño, El laberinto de los tártaros, La invención de Morel, El Aleph, La divina comedia, etc., son fantásticas. Y a éstas sí que me siento inclinado a aceptar sus términos sin ningún tipo de duda o de premisa por mi parte, o de intentar establecer relaciones históricas o mitológicas para asimilar mejor los conceptos desglosados. Al encontrarme en manos de obras universales, me integro en su universo sin hacer más preguntas, ya que el genio de los escritores que los crean me hace ser partícipe sin reservas de las maravillas que despliegan ante mis ojos.

Segundo tipo: Fantasía media. Este tipo lo forman aquellos libros, muchos de ellos modernos o contemporáneos donde, al ser la calidad literaria buena o muy buena pero no magistral, obliga a los autores a utilizar referencias y trasfondos mitológicos que ayuden a la mejor asimilación de la historia y de los personajes. Obras como El señor de los anillos de Tolkien, Hiperión de Dan Simmons, La torre oscura de Stephen King, Harry Potter de Rowling o La guerra de las galaxias en el terreno del cine, conforman claros ejemplos de este grupo. Dado que, como ya he comentado, su calidad literaria puede estar sujeta a interpretaciones, digamos que “me tienen que convencer” con conceptos en los cuales me sienta más cómodo para poder disfrutar (en el caso de que lo haga) de dichas obras. De ahí que busque constantemente referencias cuando las leo o veo, y que si no las encuentro, ¿qué me queda? Porque si me centrara solamente en cómo está escrito, no leería nada de este tipo de obras, las cuales, por otra parte, me gustan bastante y me han aportado muchos momentos de diversión y de interesantes relaciones de conceptos.

Tercer tipo: Sub-fantasía. La definición de este tercer grupo es muy sencilla: Son aquellas obras que se basan en las del segundo tipo para crear su universo, o lo que es lo mismo, son extensiones redudantes de las anteriores. En ellas, la fantasía desplegada resulta a todas luces inaceptable, ya que parten del hecho de que no hace falta la más mínima explicación sobre nada, y que todo el mundo está empapado de la pseudo-ficción en cuestión. Amén, claro, de que la calidad literaria suele ser baja o nula, por lo que son libros de consumo rápido destinados a un público muy específico y que conozca mucho los entresijos de la historia y que, claro está, no se plantee el por qué de tanta mitología de tercer orden.

En definitiva, creo que la imposibilidad, a veces de “dejarse llevar” por un personaje o una historia fantástica se debe más, por lo menos en mi caso, al tipo de fantasía que se trate más que a una ceguera fantástica a priori.
Cayetano Gea Martín

5 comentarios:

Shangri-la dijo...

Hola. Te invitamos a visitar nuestra publicación. Un saludo.

Margot dijo...

Pues es que a mí la palabra fantasía me da algo de repelús, no sé la razón...

No me suelen llamar la atención ese tipo de obras o en tus categorías yo sólo me quedaría con las que denominas categoría mayor... No sé si fantásticas, me quedo mejor con el término invención.

Filias y fobias propias... jeje.

Besote, debiéndote uno, lo sé, malaje.

Isa Segura B. dijo...

Quizá haya tantas categorías (al igual que Margot sólo me quedo con el primer grupo) porque la fantasía o la libertad de imaginar no llega por arte de magia, necesita tiempo, severidad, pertinacia, rigor, hasta matemáticas, pero sobre todo rigor. O quizá, porque intentando resolver los grandes enigmas del mundo, seguimos una fantasía llamada razón o simplemente seguimos nuestra razón que, por lo general, no es más que una peligrosa fantasía que a veces funciona y otras no.
Saludos.

Kay dijo...

Marga,

No tengas miedo a llamar a las cosas por su nombre... Que Hamlet era fantástico, en todos los sentidos...
Y yo también me quedo con el primer grupo, por supuesto, pero he pasado buenos ratos con los del segundo (a veces), y algunos están bastante bien escritos y pasan desconocidos..
Y sí, me debes uno, hale... Bs

Isa, yo diría que tienes razón en ambas cosas. La fantasía puede ser el fruto de la perseverancia o del camino que seguimos sin pensar en ello demasiado... Pero la imaginación es dejarse llevar... ¿o puede que no?
Besos fantásticos

Ometopía dijo...

Tu categoría no está nada mal. Creo que también mientras más calidad tenga el texto, más público tendrá, por ello que las que tienes en arte mayor han sido leídas por más personas, tal vez no agradas por un género particular.

Tu texto me pareció genial.

Espero poder comunicarme contigo después. Tengo intereses por la literatura fantástica (estudio Letras) y tal vez podamos compartir opiniones.

Un saludo.


Jaa na !!