miércoles, septiembre 30, 2009

Un acuerdo



Con la firme intención de resolver nuestras eternas diferencias, hoy he llegado a un acuerdo tácito con Dios: yo sigo sin creer en Él… y Él a cambio sigue no existiendo.


Cayetano Gea Martín

lunes, septiembre 28, 2009

Thomas Bernhard - Tala


Thomas Bernhard fue un escritor maldito en vida. En su ciudad natal, Viena, se le despreciaba con ese odio sistemático y a la vez tan sutil de la sociedad austríaca. Ahora, sin embargo, tras su muerte, es todo un símbolo del nacional. Leyéndolo, se comprende por qué no cayó en gracia en su día: con desalmada ironía y con verdadero conocimiento de causa, Bernhard se ensaña con la burguesía vienesa y sus carencias, tanto afectivas como intelectuales. Nada se escapa a su mirada cargada de ese odio que solamente los escritores son capaces de albergar: ni la señora de clase alta venida a menos y que tiene que aparentar delante de sus invitados una opulencia de la cual carece, ni el actor del Burgtheater al que todos adoran como si fuera un Dios, cuando en el fondo no es más que un viejo inútil.

Pero Tala es, por encima de todo, un análisis de la tremenda complejidad de los sentimientos y de las relaciones humanas. En pocos libros he podido encontrar un análisis tan exhaustivo como en éste.

El libro está escrito en primera persona y resulta bastante autobiográfico. Al igual que el hombre del subsuelo de Dostoievsky, el personaje de Thomas resulta nauseabundo debido a su cobardía física y a su pusilanimidad, aunque no deja de tener razón en cuanto a sus críticas a la sociedad.

En los primeros instantes, el libro se puede hacer algo cuesta arriba, debido a que no tiene capítulos y está todo en un mismo párrafo. Aún así, cuando se vence el tedio que puede entrar al lector poco experimentado en este tipo de literatura en primera persona (libros en los que se expresan los pensamientos del escritor tal cual, como el Ulises de Joyce), sorprende, agrada y enriquece.

Un libro muy recomendable, sobre todo para aquellos que conozcan lo bello de la capital austríaca, pero no sus vericuetos y su sociedad altanera y decadente. Aunque, como dice el propio Thomas Bernhard en el libro:

“Por espantosa que la haya encontrado siempre, es para mí, sin embargo, la mejor de las ciudades, esa Viena siempre odiada por mí, mi querida Viena.”

Thomas Bernhard – Tala
Alianza Editorial. Biblioteca de Autor (bolsillo)
208 páginas. 6,75 €.

miércoles, septiembre 23, 2009

Visita




-¿Puedo pasar?

“Por mí como si quieres ponerte a cagar en medio del salón.”

-Claro, por supuesto. Adelante.

-Vaya, veo que la vida de soltero no te va demasiado, ¿eh? A esta casa le falta una mano de mujer. La mía, de hecho. ¡Con lo bonita y bien decorada que dejé yo esta casa!

“La mano… En fin… Me voy a callar, mejor”

-Sí, bueno… Últimamente, con el trabajo y las clases, pues eso, no he tenido demasiado tiempo para encargarme de la casa como es debido. Pero estoy en ello, de verdad.

-No me tienes que dar explicaciones. Es tu casa, no la mía.

“Entonces, no las pidas, maldita bruja”.

-Claro. ¿Quieres tomar algo?

-No, bueno, sí. ¿Te queda café del mío? ¿Del que compraba yo? Creo que me dejé un par de paquetes cuando me fui.

“Los tiré a la basura, junto con los tres discos repugnantes de pop español asqueroso que te dejaste por aquí, más ese peluche horrible con forma de elefante subnormal con el que solías dormir. Pero te dije que lo perdí, como los discos, ja, je, ji, jo, ju.”

-No sé por dónde andarán. Mira a ver.

-¿Tú ya no tomas café o qué?

“Del tuyo no, puta.”

-Sí, pero el mío es barato: Saimaza Mezcla de toda la vida.

-Ay, qué poca carrera he hecho de ti, Luisito. Ni el gusto por tomar un buen café he conseguido inculcarte. Culpa mía, por supuesto.

“Jódete, zorra, ya tengo una madre.”

-Lo siento.

-¿Qué tal tu madre y tu padre?

“Como si te hubieran importado alguna vez, como si hubieras hecho tú algo por ellos aparte de insultarles y reírte de ellos a sus espaldas.”

-Están bien.

-¿Se acuerdan de mí, de vez en cuando?

“Vaya que sí. Se acuerdan de cómo le jodiste el corazón a su hijo”.

-Me preguntan por ti, claro.

-Ajá.

“Me preguntan si la zorra aquella sigue viva, básicamente”.

-Sí…

-Bueno… Yo…

“¿Sí?”

-¿Sí?

-Nada ha sido lo mismo desde que cortamos, ¿eh?

“¿Desde que cortamos, puta de mierda? ¡Te liaste con mi mejor amigo! ¡Con mi mejor amigo! ¡Maldita tú y maldito Marcos! Pero eso no fue lo peor, lo peor fue que te perdoné, que os perdoné. ¡A los dos! Tú te arrepentiste muchísimo y te pasaste un día entero llorando en mi regazo, diciéndome que eras lo peor, que no me merecía a alguien como tú, siendo yo tan bueno como soy yo, un cacho de pan, un corazón de oro, fácil de dañar y sin demasiados remordimientos, como hace todo el mundo. Todo el puto y asqueroso mundo. Me dijiste que nunca más, me juraste que eras a mí al que querías. Me dijiste que el engañarme te había hecho darte cuenta de que estabas más enamorada de mí que nunca. Dijiste que me querías. Juraste por todo lo jurable que me querías. Y a las dos semanas, ¡a las dos putas semanas! me vienes con un tenemos que hablar. Me dices que somos muy diferentes. Me dices que me quieres, pero que no estás enamorada. Me dices que yo soy demasiado bueno para ti. Me dices que siempre serás mi amiga. ¡Amiga! ¡Qué palabra más odiosa! ¡Qué premio de consolación repugnante, sucio, impío montón de estiércol humano! Me dejaste. Después de que me pones los cuernos con mi ex-mejor amigo, de que te perdono y me creo tus lágrimas, me dejas. ¡Me dejas! ¡Oh, cómo te odié! ¡Cómo te sigo odiando! ¡Cómo os sigo odiando a los dos! ¡Cómo me gustaría que vuestra mutua promiscuidad se cebara en vuestros cuerpos y os pegarais mutuamente un sidazo o una gonorrea chunga que os joda la vida! Han pasado ya tres meses ¡tres meses! y te sigo odiando tanto… Os sigo odiando tanto…”

-No, nada ha sido lo mismo desde que cortamos.

-No…

“Zorra. Puta. Zorra. Maldita zorra arruina vidas.”

-No, la verdad es que no.

-Esperaba que pudieras perdonarme algún día.

“¿Cómo? ¿He oído bien?”

-¿Sí?

-Esperaba que pudieras perdonarme hoy ya.

“¡Jamás!”

-Claro.

-¿Sí?

“No, nunca, ¡jamás!”

-Claro, mujer. Lo pasado, pasado está.

-¡Eres tan buena persona! ¡Gracias, cariño, muchas gracias!

“Maldita zorra embustera… ¡Ojala te ahogues con el café!”

-De nada.

-Oh, ¡qué café más horrible! ¿Cómo puedes beber este brebaje insulso?

“¿Cómo puedes tener la vergüenza de venir a mi casa, insultarme en mi puta cara y encima atreverte a pedirme perdón?”

-No sé… A mí me gusta… Es el que bebía en casa de mis padres.

-Tus padres, tus padres…

“¡Atrévete a decir algo malo de mis padres, zorra! ¡Atrévete!”

-Sí…

-Ya…

“¿Qué te estará rondando por esa mente retorcida? Maldita seas, joder, ¡maldita seas! ¡Solamente sabes joder al prójimo! No hay nada bueno dentro de ti, ¡nada!”

-Sí…

-Bueno…

“Suéltalo ya, puta, antes de que te ahogues en mi sofá.”

-¿Sí?

-Creo que cometí un error, ¿Sabes?

“¿Uno sólo?”

-¿Y eso?

-Creo… Creo que nunca debí dejarte.

“¿Cómo?”

-¿Cómo?

-Creo sinceramente que me equivoqué… Marcos es un cerdo, un auténtico cerdo. Pero a veces las chicas nos sentimos atraídas por los cerdos como él, en lugar de darnos cuenta de que los hombres buenos, como tú, no abundan. Y que habría que cuidaros más. Ya sabes, nos pasamos la vida quejándonos, diciendo que todos los hombres son iguales… Y cuando descubrimos uno que no lo es, nos asusta tantos que decidimos volver con los cerdos de siempre…

“Maldita hija de puta farsante de mierda. ¡Sal de mi casa!”

-Bueno… Yo también tengo mis malos momentos. Siento mucho que no funciones lo tuyo con Marcos.

-¿Ves? A eso me refiero: a pesar de todo el daño que te he hecho, te sigues preocupando por mí y por mi felicidad.

“Sí, vamos, no veas, tú.”

-Somos amigos, ¿no?

-Amigos…

“No.”

-Sí.

-Bueno… Es lo que te quería contar. Por eso he venido…

“Suéltalo, maldita, escúpemelo en la cara, para que pueda devolvértelo con creces, para que pueda sentirme bien de nuevo, para que pueda recuperar algo de la dignidad que me robaste”.

-Dime.

-Me preguntaba... Ay... Me preguntaba si habría alguna posibilidad, por remota que fuera, de que me dieras otra oportunidad.

“¿Otra oportunidad? ¡Oh, Dios mío! ¿Cabe tanta maldad dentro de un cuerpo tan pequeño?”

-No sé…

-Entendería si me dijeras que no.

“¿Entenderías si te dijera que no? ¿Pero realmente crees que puede haber otra respuesta? No, ¿me oyes? ¡No! ¡Jamás!”

-No sé. Creo que sí, depende.

-Bueno. ¿Qué te parece si hoy me quedo contigo y te hago la cena, ¿eh? Pero en plan amigos. Y mañana vamos viendo. Sin prisas. Sin presiones.

“¡No, jamás, ¡jamás! ¡Acabarías con lo poco que queda de mí! ¡Sería mi muerte! ¡Jamás!”

-Bueno…

-¿Sí o no?

“¡No! ¡Jamás! ¡Jamás! ¡Jamás!”

-Sí.

-¿Sabes? Te he echado mucho de menos.

“¡No!”

-Y yo a ti.

-Te… Te quiero, Luis.

“¡Te odio con toda mi alma! ¡Has arruinado mi triste y miserable vida!”

-Yo también te quiero, Ana.


Cayetano Gea Martín


domingo, septiembre 20, 2009

Frases de Wade Wilson

No soporto a los monjes. Me resultan antinaturales. Encima que vives con un puñado de calvos, te pasas el día rezando por la paz y todo eso. Qué tonterías. Que vayan al fútbol, o a un concierto, o que vean reposiciones en la tele.

Plantarse ante la ventana de alguien sólo para verlo dormir solía considerarse romántico… Pero hoy lo llaman “acechar” y generalmente es ilegal.

En serio, ¿qué narices hace el bazo? ¿No es para digerir los chicles que te tragas o algo así?

¿De qué sirve un bidet? O sea, si uno domina los entresijos del papel higiénico, ¿para qué quiere más cañerías?

Mi abuelo me enseñó a ser bueno con los animalitos que se mean encima… También me enseñó a abrir botellas con los dientes, pero eso no viene al caso…

Hay algo que me fastidia de los australianos: todos parecen neocelandeses. Qué gente más engañosa.

Odio a los canguros. No me fío de ningún animal que tenga más espacio de almacenaje que yo desnudo.

Estás más perdido que una vigilante de la playa en una clase de arte dramático.

Eres tan gordo que te planchas la ropa en la carretera.

Eres tan feo que tu madre tenía que atarte a un filete para que el perro jugara contigo.

Mujeres… Tendrían que venir con un chip anti-histeria instalado, o al menos un botón de pausa.

Al fin y al cabo, las religiones organizadas no son tan malas como parecen… Vale, sí, con lo de la Inquisición, las guerras, la flagelación, el dogma, los toqueteos a menores y los aviones lanzados contra edificios… Bueno, puede que tengáis dudas, ¿verdad?

lunes, septiembre 14, 2009

Perlas literarias...

... O listado de citas contra grandes escritores que para mí no lo son tanto y que nunca entendí su éxito. Me adhiero totalmente a ellas.



Leopoldo Alas “Clarín”
Clarín, aquel concejal de las letras.
Francisco Umbral

Isabel Allende
Me parece un mala escritora, simple y llanamente, y llamarla escritora es darle cancha. Ni siquiera creo que sea escritora, es una escribidora.
Roberto Bolaño

Jane Austen
La simple omisión de los libros de Jane Austen haría una librería bastante decente de una que no tuviese un solo libro.
Mark Twain

Truman Capote
Truman Capote ha hecho del mentir una arte. Un arte menor.
Gore Vidal

Camilo José Cela
Un figurón que repugna a nuestra madurez, ora con estentóreos desplantes que son obras maestras de grosería y vulgaridad, ora con desfasadas pompas de aristócrata parvenu que entran simplemente en el terreno de la ridiculez.
Terenci Moix

Agatha Christie
No tiene nada de malo que uno se entretenga con prosa de mala calidad (aprecio a buen número de escritores horribles como Agatha Christie) pero es importante ser consciente del hecho de que son malos.
Gore Vidal

Joseph Conrad
No puedo soportar el estilo de tienda de souvenirs de Conrad, sus collares de conchas hechos de clichés románticos. Es irremediablemente infantil: la mascota de la sala de estudiantes, el consuelo y apoyo de los bachilleres.
Vladimir Nabokov

Gustave Flaubert
A pesar de lo mucho que se esforzaba por escribir, las frases no le salían bien. Cae en un estilo burocrático que apaga el interés del lector. No trata de ser interesante; la impresión que da no es de impulso, si no de insistencia en una materia ingrata.
Jorge Luis Borges

Sigmund Freud
Dejemos que los crédulos y los vulgares continúen creyendo que todas sus aflicciones pueden curarse mediante una aplicación diaria de mitos griegos en sus partes íntimas.
Vladimir Nabokov

Ernest Hemingway
Traduje un libro suyo y me molestó ese truquillo del pintoresquismo de muchos norteamericanos. Él coloca palabras en español para demostrar su mundología. Y están mal escritas.
Quim Monzó

Pablo Neruda
Escribe una poesía fácil, bobalicona, al alcance de cualquier plumífero. Es la poesía especial para todas las tontas de América.
Vicente Huidobro

Arturo Pérez-Reverte
Es la novela sin estilo. Su principal mérito es su legibilidad, que le permite ser el más leído. Es decir: el que más libros vende. Legible lo es. Ameno lo es. Vende mucho.
Roberto Bolaño

Marcel Proust
Leer a Proust es como bañarse en el agua sucia de otro.
Alexander Woollcott

El Marqués de Sade
Terrible mezcla de cursilería y de falta de sentido del ridículo. Literatura sin grandeza y ni siquiera amena. Y al final un apellido que sólo sirve para que numerosos desocupados llamen a un teléfono erótico.
Juan Luis Panero




jueves, septiembre 03, 2009

Tribus urbanas: Los emos




Los “emos” son una tribu urbana de nuevo cuño. Suelen ser gente muy joven que adoptan la filosofía de poner de moda lo que no está de moda. En resumen, están en el montón de los que no quieren ser del montón. Son una especie de cruce entre un gótico venido a menos y un homosexual pasivo.

Los emos sufren y les gusta sufrir. Piensan que nunca serán felices y son bastante introvertidos socialmente. Su carácter suele ser ñoño y pastelero hasta el exceso. Tienen la tendencia de llorar continuamente, hacer de sus problemas comunes un mundo (en plan “mi madre no me ha planchado aún mi camisa de Tokyo Hotel, creo que voy a verter gruesas lágrimas sobre los pétalos de una rosa negra”), y predicar la anarquía vistiendo ropas de 300 euros o más.

Hablando de ropa, y aunque muchas variantes, un chico emo que se precie debe llevar unos pantalones ceñidos en exceso, chaquetas llenas de parches y chapas de bandas emo punk, gafas de pasta aunque vean perfectamente y las Converse de rigor, aunque también suelen llevar Vans slip-on (las de abuelo a cuadritos). Usan siempre un cinturón de cuadritos de colores o bien cinturones de tachuelas. Tienden a usar bordados con forma de estrellita de colores, corazones y caritas tristes o pseudo-cadavéricas.

El emo es una criatura de la Red. En el Messenger suelen llevar cosas como xXx^┼AngelicFruitCakeSebastian┼^xXx y tienen todos página en Facebook, Myspace, Livejournal, Fotologo, Tuenti y/o Hi5.

Sus gustos fílmicos van en consonancia con su estética, obviamente. Afirman que las mejores películas del mundo son Pesadilla Antes de Navidad, La Novia Cadáver o cualquier otra de Tim Burton.

Sus gustos musicales es lo más importante que tienen y lo que les define. Las bandas emos se caracterizan por su pop descafeinado que aburre a las piedras y porque el cantante debe llevar flequillo y ser homosexual.

En resumen, y para que ustedes los reconozcan por la calle, el canon estético típicamente emo/gafapastista es el siguiente: un semblante triste por defecto y una actitud artificialmente bipolar. Un flequillo a lo pijo alternativo que puede cubrir tres cuartas partes de su cara y en ocasiones sus ojos, no vaya a ser que se los vean y terminen abusando de ellos. Tampoco son demasiado corpulentos, dado que los individuos en cuestión no practican ningún tipo de ejercicio físico. Van juntos de la manita. Si van solos, se pueden encontrar apoyados en callejones oscuros, con su iPod. Y suelen ser muy jóvenes. Cuando tengan diez años más escucharán a Moby y a Depeche Mode y vestirán como seres humanos.


Cayetano Gea Martín