jueves, julio 26, 2007

¡Vacaciones!

Pues eso, a pasarlo bien, que yo por mi parte espero desconectar todo lo que pueda en Finlandia

¡Un saludo y nos leemos a la vuelta!


Cayetano Gea Martín

lunes, julio 23, 2007

¡Viva El Jueves, coño!

¡Pulsar y descojonarse, todo en uno!


Viva la libertad de expresión, chatos. Aunque claro, ésto es una injuria a la monarquía... Lo que sigue, publicado por Jiménez Losantos en Liberta Digital, esa página web suya y de sus amiguitos tan democrática, no.




"...Este Golpe de Estado, como el de Primo en 1923 que liquidó el régimen de la monarquía constitucional ideado por Cánovas, nace también en Barcelona y a la sombra de las grandes empresas y fortunas catalanas, que fueron a despedir al general golpista a la Estación camino de Madrid y que, en esta ocasión han pedido públicamente la aprobación de este Estatuto anticonstitucional y antinacional del que pueden sentirse orgullosos. Este Golpe de Estado cuenta también, como el de entonces, con el respaldo del Rey, al que los socialistas echaron luego la culpa de la implantación de un régimen dictatorial del que ellos mismos se apresuraron a formar parte. Largo Caballero y Prieto, que colaboraron con la dictadura de Primo de Rivera, el primero nada menos que como Secretario de Estado de Trabajo, fueron los mismos que condenaron al exilio y luego a la ignominia a Alfonso XIII y los mismos que en 1934 perpetraron junto a ERC el Golpe de Estado que, de hecho, dio origen a la guerra civil. La Historia tampoco enseña nada a las dinastías..."




Tierra llamando al juez del Olmo...




Cayetano Gea Martín




viernes, julio 20, 2007

Käännös sanalle!


Siempre empiezo a contar el año desde julio, ya que siempre me ha parecido que es cuando realmente empieza. Por lo cual, hoy, mirando hacia atrás, veo que hace un año de muchas cosas, de muchas pistas perdidas, de infinidades de luces de tráfico colapsadas bajo mis pupilas. El camino recorrido, la senda mortal en la cual voy dejándome tropezar, alimenta mis pasos con la simiente de aquello que sabemos no va a durar, pero que sigue siendo adicto recorrer. ¿Y no he de temer? Cualquier horizonte nuevo provoca la inseguridad en mis pies, demasiado acostumbrados y costumbristas como para cambiar ahora. ¿Y qué si no ha pasado nada? Yo diría que sí, y hagamos balance de los últimos trescientos sesenta y cinco días, si ha bien tienen: un amor serio, otro anterior de broma sin gracia, tres países, cinco idiomas, siete amigos, tres de ellos del alma, dos cortes de pelo, una perilla rala, poco gimnasio y muchos libros.

Se completa, pues un ciclo. Comienzo el nuevo haciendo lo mismo que en el anterior: viajando por quince días a cierto país nórdico que sigue despertando en mí una fascinación y unas sensaciones jamás encontradas en otro lugar. Como anticipo, mi amigo de allá viene a pasar unos días a Madrid. ¿Y después? No sé. Como digo, los cambios me asustan aunque supongan un posible beneficio a medio plazo. A veces me siento atrapado por mareas que sé que solamente valen para que mi cabeza asome después a través de ellas con alguna cana nueva despuntándose.

¿Habrá que pasar página?

Cayetano Gea Martín


Todo tiende a cautivar
Aunque estemos condenados
En la prisión del tiempo.

Un minuto y algo más
Configuran un pasado
Vestido de silencio.

Morti - Renuncia al sol

miércoles, julio 18, 2007

Obcecación (otra conjura de los necios)


Nunca he envidiado a las personas que sois capaces de utilizar de forma correcta palabras grandilocuentes, o de hablar de autores griegos como si los hubierais leído realmente. Vamos, no me mintáis. ¿Quién se ha leído a Homero? ¿O el Quijote? En el fondo os gusta la misma mierda que a todos, ¿no? Pero de cara a la galería, al snobismo que os rodea, queda chulo ir de intelectual con perilla y pipa y todo Proust bajo el brazo, que hay que tener bemoles, menudo coñazo. Ah, sí, la música, claro. Sois amantes de palo del Jazz fusión y la música clásica, pero no Bach, no, si no algún autor de nombre impronunciable que a lo mejor ni existe y es una marca de pasta dentífrica del Súper Plus. Y con el cine, tres cuartas de lo mismo: os morís por decir que habéis ido a ver la última obra maestra de cierto aclamado director malasio, con subtítulos en ucraniano, eso sí, siempre. Qué bonito es el ucraniano, no jodas. Vamos, anda. Os gusta lo que a nosotros, lo que pasa es que yo lo reconozco, niños y niñas. Y vais de progres y de liberales de boquilla. Tenéis amigos argentinos pero no ecuatorianos o marroquíes, porque para vosotros, como para todos, hay emigrantes y emigrantes. No comprendo esa manía vuestra de hacernos creer que os gusta hacer cosas distintas que la mayoría. Seguro que os mola el fútbol, los toros, los bares, leer El Código da Vinci, ver la última burrada de acción yanki y escuchar a Bisbal, pero es que a lo mejor ni siquiera lo sabéis. Sois mediocres, sois como nosotros...
¿Oh, no?

Y no digamos de aquellos que piensen distinto:
el fin justifica los medios, siempre que sea mi fin.
Y es que el mundo no es como es,
El mundo es como yo digo que es

Juan Abarca - Obcequeitor


Cayetano Gea Martín


martes, julio 17, 2007

Impedimento

No podía salir. Lo supo en aquel preciso momento. En el preciso momento en que intentó salir, claro. El vagón, infestado de criaturas anónimas, se detuvo en su estación. No en la del vagón, si no en la suya. En la que él tenía que bajarse. Empero, no podía. Algo se lo impedía. Llegaba tarde al trabajo. Dos faltas aquel mes. Una más y ya no tendría que preocuparse por su puesto. Pero no podía salir. Abandonar aquel tren le resultaba doloroso. Cosas del destino, pensó. Quizá deba permanecer aquí, llegar al final-principio de línea. Cabecera. Ver que se esconde allí. Porque bajarme creo que no. O sí, no sé. ¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?

-Eh, usted. Bájese o quédese, pero deje de obstruir las puertas, coño.

Una mano lo empujó. Se encontraba ahora inmóvil, en el andén. El frío aire acondicionado del vagón se disipó. Olor a repollo de las estaciones viejas. Conductos de ventilación saturados de bacterias. El tren siguió su curso. Su destino se escapaba de su vida con movimiento uniformemente acelerado.


Cayetano Gea Martín

jueves, julio 12, 2007

El podeeer, la maldaad...


Aaah, cómo molaría que el bueno de Mazinguer Z se paseara por Gran Vía... Pinchad en la foto y verla en grande... ¡tremenda!

Bueno, como parece ser que el volumen laboral no disminuye, mi pobre y mal amueblado cerebro se estrecha cada vez más entre sus cuatro paredes, estrujándose para extraer algunas perlas literarias... Creo que se me ha secado la fuente, temporalmente... Qué ganas tengo de que llegue el día 27 y pueda tocarme los cojones durante un mes seguido, ooommm...

Coloco (o subo, o como se diga) un resumen de un articulillo anónimo que circula por la red desde hace bastante tiempo y que es muy friki pero muy real, je, je...


Si yo fuera el señor de mal...

...o 20 errores que suelen cometer los villanos en el cine


1 Mis conductos de ventilación serían demasiado pequeños como para poder arrastrarse por ellos.

2 Mi noble hermano bastardo, cuyo trono usurpé, sería asesinado, no encarcelado en secreto en una celda olvidada de mis mazmorras.

3 El artefacto que es la fuente de mi poder, y del cual depende mi existencia, no sería guardado en la Montaña de la Desesperación mas allá del Río de Fuego custodiado por los Dragones de la Eternidad, o alguna chorrada semejante. Estaría en mi caja fuerte.

4 Cuando hubiera capturado a mi adversario y él dijera “Antes de matarme, ¿podrías decirme al menos de qué va todo esto?", yo diría "no", y le dispararía. Pensándolo mejor le dispararía y entonces diría "no".

5 No incluiría un mecanismo de autodestrucción, a no ser que fuera absolutamente necesario. Y en ese caso, no consistiría en un gran botón rojo con una etiqueta que dijera: “Peligro, no pulsar”.

6 No interrogaría a mis enemigos en el interior de mi sancta sanctorum: un pequeño hotel, lejos de mis fronteras, funcionaría igual de bien.

7 Mis agentes no tendrían ningún tatuaje que les identificara como miembros de mi organización, ni se les pediría que llevaran botas militares o que siguieran ningún tipo de norma referente al vestuario.

8 El héroe no tendría derecho a un último beso, último cigarrillo, o cualquier forma de última voluntad.

9 Nunca construiría clase alguna de maquinaria que fuese indestructible salvo por un pequeño e inaccesible punto vulnerable.

10 Mi monstruo mascota estaría guardado en una prisión segura, de la cual no pudiera escapar y en la cual yo no pudiera caer accidentalmente.

11 Vestiría con ropas de colores brillantes y alegres, para sorprender a mis enemigos.

12 Todos los magos divagantes, terratenientes torpes, bardos sin talento y ladrones cobardes serían ejecutados de forma preventiva.

13 Toda la magia y tecnología, que pudiera resucitar milagrosamente a un personaje secundario que hubiera dado generosamente la vida, serían destruidos y prohibidos.

14 No me enfurecería ni mataría a un mensajero que trajera malas noticias sólo para demostrar lo malvado que soy. Los buenos mensajeros son difíciles de encontrar.

15 No requeriría a los altos mandos femeninos de mi organización que lleven corsés de acero inoxidable. La moral mejora con una forma de vestir más sencilla. De la misma forma, los trajes de cuero negro serían reservados para ocasiones formales.

16 No me convertiría en una serpiente. Nunca sirve de nada.

17 Estaré seguro de mi superioridad, por lo que no sentiré ninguna necesidad de probarla dejando pistas en forma de acertijos o dejando mis enemigos más débiles vivos para demostrarles que no suponen una amenaza.

18 Cuando tenga consejeros, escucharé sus consejos de vez en cuando.

19 Nunca seré caballeroso ni deportivo. Si tengo un arma imparable, la usaré tan pronto y tan a menudo como sea posible en lugar de reservarla.

20 Nunca construiré una computadora pensante más inteligente que yo



Cayetano Gea Martín


lunes, julio 09, 2007

Prólogos

La vida es un prólogo, recuerdo que me dijo él en una ocasión, en aquel banco que daba al anochecer más hermoso que se puede contemplar en Madrid, el del Parque del Oeste, rumbo hacia el sur. La vida es un prólogo, repitió, con su pinta de charnego errante, como decía aquella vieja canción de pope gabacho, con su acentazo andaluz-catalán, perdido en la seca atmósfera de carácter de meseta que su espíritu de litoral nunca terminó de comprender. Quizá por eso su tristeza.
La vida es un prólogo, insistía mi amigo, una sucesión de textos iniciales, con letra Arial doce y con pocas ganas de continuar. Yo le expliqué que la continuidad, salvo de los imposibles parques, casi nunca se daba. Él me miró con sus suicidas ojos avellana y se rió para adentro, como un vaso sifónico.
No tienes ni idea, castellanufo, me dijo, utilizando ese apodó tan total y absolutamente demodé, pero que él usaba de forma compulsiva siempre que hablaba conmigo, y que extrajo de la sabiduría del Poble Sec y de Juan Marsé años ha, cuando vivía en el Barrio Chino. Y continuó. So it goes...

No tienes ni puta idea, Todo eso de que la vida es casual, levedad y falsedad es mentira. Esas absurdas teorías budistas acerca de la irrealidad de la existencia no son más que chorradas para ateos que buscan desesperadamente creer en algo. Intentar alcanzar la eternidad mediante ejemplos trillados no es útil ni verdadero. Decir que dos copos de nieve nunca son iguales revela una prepotencia tremenda. ¿Quién coño es nadie para poder afirmarlo? ¿Alguien conoce todos y cada uno? La verdad, como suele suceder, es bien distinta. Todo es un prólogo. La vida es un prólogo. Nos quedaremos siempre vomitando sangre de la rabia y la envidia ante las puertas de lo auténtico, de lo que vendrá a continuación. Nos moriremos de pena sabiendo lo cojonuda que puede ser la vida que jamás conoceremos.
Le sentaba tan bien el pesimismo que decidí adoptarlo. Una chorrada más en mi cuenta bancaria de las causas perdidas...
Cayetano Gea Martín

miércoles, julio 04, 2007

Friquismo


Pablo no entendía tanto jaleo. A él le parecía lo más normal del mundo, o en todo caso una afición como cualquier otra. No sabía de dónde venía tanto ruido. Podía oír, cual Ignatius Reilly, el murmullo de voces a su alrededor, aquella conjura de los necios de decibelios intransigentes. Como el rumor negro de los recuerdos perdidos o azarosos, algo así como tocar el saxo desafinado de Lisa Simpson en una azotea de Nueva York, sintiendo la mirada enmallada de Spiderman mientras se columpia de edificio en edifico, para desespero de su jefe, el editor del Daily Bugle, un tipo nada simpático pero con mucho carisma, eso sí, con un bigote de los recortados al milímetro como un cepillo para los pies, que recordaba a ese otro famoso bigote, el del fontanero italiano aquel en busca del Santo Grial en forma de princesa ninfómana con debilidad por los tipos draconianos y las setas alucinógenas.

Claro, y por qué no decirlo, por qué quedarse ahí, arañando la superficie y no hablar de que siempre le ha parecido que las críticas vertidas sobre la nueva trilogía de Star Wars, son una muestra evidente de no haber sabido envejecer como es debido. No como, por ejemplo, El Enterrador, que ahí le tienes, macho, a sus cincuenta años y aún le puede dar la vuelta a la cabeza de aquel que se atreva a chistarle. Ahí es ná. Eso es madurar como un buen vino, y no a lo Logan, sin recordar nada de tu pasado, sin saber si, quizás, has surcado el Mar de Fuego en compañía de Haplo y su perro encantador.

Pero ellos no lo comprenden, joder, no saben lo triste que le ponía a Pablo el no haber cogido ese avión para naufragar al lado de Kate, bah. ¿Qué sabrán ellos de los periplos de los hermanos Schofield o de los sórdidos agujeros en las mallas de Tim Curry mientras trata de insuflar vida a su Rocky Horror? Nada, no saben nada, macho. Ni siquiera que pasaría si el anillo único (to rule them all) estuviera hecho de adamántium. Ja, apuesto a que eso le jodería los planes a los dos enanos gays que trepan descalzos por esa especie de Teide en la Alemania Oriental

Por todo eso, y por muchas cosas más, se sentía perseguido en aquel barrio de ignorantes. Oh, cómo deseaba tener un colisionador a positrones en su espalda o un condensador de fluzo en el coche. ¡Lo que iba a fardar! Seguro que entonces, aquella vecinita suya que le despreciaba y le llamaba friqui rolero pajillero así, todo de golpe, sin respirar, caería rendida a sus pies cual Heather Graham ante los mocasines de charol de Austin Powers.
Sí, nena, sí.


Cayetano Gea Martín

lunes, julio 02, 2007

No comprendes que no

No comprendes que no escupo al cielo por no mojarme el pelo.

No comprendes que no escribo por silencios, que no canto por soleares, que no lloro por mojar la cama, que no fumo para no caerle bien al sábado, sabadete.

No comprendes que no leo pérdidas de tiempo, que no veo más allá de vuestros ombligos, que no escucho más que la llamada de la selva, nunca del mar, que no navego a no ser que no me queden más cojones.

No comprendes que no me interesa más que estar vivo, que no sé vivir sin vida ni morir sin ella, que no aguantan mis párpados más de doce horas sin contemplar la palabra del hombre, nunca la de Dios, que no creo en Él, que no sé por qué hay que encajar con calzador a un Creador en la ecuación si cuadra perfectamente como está.

No comprendes que me desubica el verso florido, que no soporto la redundancia modernista, que odio también la simpleza neoclásica, que no todo es blanco o negro, que no me gusta cerrar bares al son de melodías desaforadas.

No comprendes que lo que para ti es dañino a mí me beneficia, que no hay nada como llevarte la contraria, que no abro paraguas salvo dentro de casa.

No comprendes que no bajo al infierno por no encontrarte.
Cayetano Gea Martín