lunes, enero 31, 2005

CUADERNOS DE ESTILO: Stephen King

Mientras conduzco mi Chevrolet por la pequeña carretera local de Maine, camino de la finca de Jameson, no paro de olerme el dedo anular, ya que con él acabo de masturbar a Elaine, mi chica. Cojo otro cigarrillo del paquete a medio fumar de Pall Mall, el segundo paquete del día. El humo asciende hasta estrellarse contra el sucio techo del coche. Pienso que acabaré como el tío Jonas, con los pulmones más negros que el asfalto, con un cáncer tan desarrollado que se afeitaba y todo. A pesar de ello, el cabrón de Jonas todavía se follaba a alguna jovenzuela dispuesta a comérsela por un par de pavos.

Aparco el Chevrolet al otro lado de la carretera, enfrente del anuncio de McDonald’s, y entro en la finca del cabrón de Jameson. El muy

(cerdo hijo de la gran puta bastardo católico irlandés de mierda)

iluso no sospecha que voy a por él, si no, no me recibiría en calzoncillos, con medio testículo fuera, y bombeando esa barriga suya tan jodidamente asquerosa, con nódulos de grasa reptando por debajo de la piel. Descubro que voy a matarle aunque sólo sea por cómo oscila ese saco de sebo. Aunque el motivo no es ése, claro. Tomé la decisión de ir a por él cuando uno de mis chicos le vio dándole a mi vaca favorita por el culo.

Llego hasta él y me saluda golpeándose ligeramente con el seboso dedo índice de su mano izquierda esa jodida gorra suya de los Chicago Bulls. - Hey, Mike -me dice- ¿Qué te trae hasta mi casa, sinvergüenza? - Vengo a cobrarme lo que me corresponde, Jameson -le espeto- Tú rellenaste a mi vaca con tu sucio semen, por lo que creo que es justo que te rellene yo las tripas de plomo. Asustado, Jameson se mueve para atrás con la intención de esconderse en su casa, pero no lo hace con la suficiente rapidez. Salto hacia él y le engancho de los amarillentos calzoncillos con la mano izquierda, mientras que con la derecha comienzo a golpearle con la culata de la pistola. De repente, el muy cerdo pega un grito de niña histérica, el típico alarido afeminado que se les da tan bien hacer a los gordos de mierda, mientras consigue alcanzar de el rellano un roñoso machete cubierto de óxido con el que me descarga un tremendo golpe seco a la altura del trapecio. Puedo oír a mi clavícula partiéndose en dos mientras el dolor más intenso que haya sentido jamás recorre en oleadas mi cuerpo. Grito con todas mis fuerzas mientras trato de no desmayarme, pero no puedo evitar que se me caiga la pistola y que ésta ruede por los tres escalones del porche hasta el sucio suelo del patio. Mientras observo, a través del dolor que empaña mis ojos, cómo Jameson alza el machete para descargarme un golpe mortal con él en la cabeza, consigo alcanzar el cuchillo que llevo siempre entre mi bota izquierda y mis vaqueros. Empleando toda mi fuerza, descargo mi brazo contra su barriga, clavándole el cuchillo hasta la empuñadura. Jameson comienza a proferir alaridos de cerdo degollado mientras trata torpemente de detener el chorro de sangre que sale disparado de la herida, utilizando uno de sus rechonchos dedos a modo de tapón.

De repente, misteriosamente se hace una pausa que

(detiene el tiempo y la sangre y la vida y el mundo se vuelve torpe y gris)

no presagia nada bueno. Nos quedamos parados, mirándonos a los ojos. Algo de color del hielo asoma en el fondo de las pupilas de Jameson, una especie de determinación fría, y comprendo que voy a morir, aunque me lo llevaré conmigo. Al unísono, nos provocamos uno al otro nuestra herida mortal, como una hermosa y sangrienta coreografía. Mientras que yo rajo su cuello de parte a parte, él me propina un machetazo en el costado que me destroza el hígado y que me encorva en un ángulo extraño, como un muñeco roto. Envueltos en nuestras mortajas carmesíes, y demasiado desangrados como para hablar o seguir luchando, nos abrazamos como dos maricas mientras la oscuridad nos cubre con sus negras alas y voy perdiendo la conciencia.

Y siento frío antes de no sentir nada.

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No hay autor de ficción tan famoso y tan controvertido como el bueno de King. Sus novelas se venden por millones en todo el mundo y su nombre es un reclamo publicitario rentable; sin embargo, muchos críticos y aficionados al género contemplan con reticencia su popularidad. Tal vez sean acertadas las acusaciones de sus detractores (superficialidad, maniqueismo, abuso de cierto falso psicologismo); la verdad es que King, a pesar de no ser, para mí un gran escritor, es un dotado narrador, creador de páginas estremecedoras, y que sabe atrapar como nadie la atención del lector.

Stephen King nace en Portland, Maine, estado que se complacerá en retratar en el futuro. Cuando tenía dos años su padre abandona a la familia y durante largo tiempo se ve obligado a cambiar una y otra vez de hogar, junto a su madre y su hermano mayor Dave. Al fin, en 1958, se instalan de forma estable en Durham. Estudia en el Lisbon Falls High School y al terminar ingresa en la Universidad de Maine, en Orono.

Los cuentos de esta época (La noche de tigre, Apareció Caín, La imagen de la muerte) son ejemplos de un escritor que todavía no ha encontrado su tono. Terminada la universidad, se casa con Tabitha Spruce y tienen dos hijos en poco tiempo. Es acabado su primer año como profesor cuando empieza a escribir Carrie. En un principio debía ser un cuento breve; pero la historia fue creciendo por sí misma. Entre las dudas en su propia capacidad de realizar una obra más ambiciosa y su temor a estar perdiendo el tiempo en algo que quizá no le reportará ningún ingreso, acabó convirtiéndose en una novela.
Sería inútil, amén de imposible, citar todas las novelas de King, pero, éstas serían para mí las mejores: El resplandor (1977), El umbral de la noche (1978), Cementerio de animales (1983), It (1986), Misery (1987), La mitad oscura (1989), La tienda (1991), Insomnia (1994) y El pasillo de la muerte (1996).

Mención aparte merece su innovadora serie de fantasía, La torre oscura, que empezó a escribir en la universidad y va publicando lentamente, como una especie de capricho personal ajeno a sus contratos millonarios con las editoriales. Esta saga, inspirada parcialmente en el poema de Robert Browning “Childe Roland to the dark tower came”, y que podríamos definir como de revólver y brujería, es, para mí, lo mejor que ha escrito Stephen King, tanto en temática como en estilo, convirtiéndose en una especie de compilación de todos sus libros. La torre oscura, todavía inconclusa a la espera de sus dos últimas partes, consta de siete libros, La hierba del diablo, La invocación, Las tierras baldías, La bola de cristal, Lobos del Calha, La canción de Sussanah y La torre oscura.
Cayetano Gea Martín

viernes, enero 28, 2005

Live and Learn

In an sceptic, cold and wet island, during the time of the biggest dictator in democratical history, a young gentlemen crosses Hungerford Bridge with no idea in which way his footsteps lead him, although he knows with a distant sadness that he heads slowly to the West End, where his soul almost always turns into an amber colour the contemplation of the magnificence of the illumination who cross Trafalgar Square.

He remembers his father always told him: if you are tired of London, then you are tired of life. Today, he doesn’t agree with this affirmation. With his young age, between man and teenager, he went round the city guts, making him more and more sick of it.

Admiringly, he looks at how Soho has withstood the Christmas and Thatcher avalanche. Its gloomy streets, full of prostitutes and Sex-Shops, continue to be depressing. For any site, in any corner, night professionals offer their services like little pieces of paradise.

Bored and sickened by the eternal Soho spectacle, he went to New Oxford Street towards Lincoln’s Inn, when he had met a man who will hand him certain great important merchandise

The man waited on a bench. He was a person with long, curly dark hair and beard, like a modern Rasputin. He met our young main character, and both began to talk:

- Hello, sir, how are you?

- Fine, thanks. Pleased to meet you… Andrew, isn’t it?

- And you are Sir Alan Moore, isn’t it true? But we must leave good banners, if you want. You saw me from telephone that you have an article that I could find interesting, if I’m not mistaken.

- Yes, that’s right, my young gentlemen. But it isn’t a normal product. In fact, I dare to suggest that it’s one of the most special things in all the universe. Also, it isn’t especially expensive.

- I think it’s correct on this day, Boxing day, isn’t it?

- Yes, but it is not a bargain. The difference is that the price has another nature. But, to resume, this is the product I can offer you.

- What is this? It’s like a sphere with a thousand colours inside it.

- Contemplate it for more time, please. ¿What can you see?

- I see that it’s not a sphere, really. It hasn’t a defined outline. It looks like a 3D image floating over my hand.

- I can say that I want you to look inside, young sir.

- I can see in its deep abyss the Keops pyramid, I think. Also I see all the Hercules columns. I observe Babylon in all its glory, when Alexander went inside it. I can see Pierre Menard, the real El Quijote’s writer in his home in Paris. I watch now as the miracle makes dream: The Alambra in Granada. I see more and more images: Paleolythic paints, Lord Byron, a Scottish castle, a gunner man with blue eyes called Roland, a black cancer muting a lung, a Neruda’s poem, a rose grows in Plutarco’s garden, the first Norman ship which disembarked from France, a New Zealand Maori warrior, the hideous groin for our President-Dictator, old coins, dying Angels, couples making love, a Masonic temple, the twelve sages from the Chittauri tribe, dead gods, forgotten or not existence, Holmes sodomizing Watson, and I see more and more books, an infinite Babel’s library, Wilde spitting Joyce, a beautiful feminine sex organ opening its petals like a flower, the centre of the universe and the most distant point, alpha and omega, the aleph.

- Yes, that’s what I offer you, an aleph. The entire reality, as we know it. And it will only cost you your soul.

- Thanks, but I don’t need an aleph. I have one already.

- You already have an aleph, how?

- Yes, my dear old friend. It’s called London

- I don’t understand you.

- London is a mixture of everything. Here, all people mix, all the human race which we conquered and subdued when we were an Empire. Since our old mythologies, and when we were the masters of the world until the grey and sad today. We went out of our island convinced to take the reason and the truth of the British still of live to these poor and foolish barbarians. But we could prove that we were uncivilized compared with them, cultures with more than four thousand years of history. We changed them, yes, but they contributed more to us. You know people say: you can’t send the white God to black people without the black God goes to white people. That’s what I try to saying, the impressive ethnic mixture that was rising, the mixture that after, a lot of blinds and fools have wanted to ignore. I think that we have two inheritances, one of them natural and the other acquired, and we need to love both. We have to grow over our self. We have to survive this bad decade and rise over our ashes and the others that we have going created. We can’t say we are English yet. That’s false. We are more than that. So much more.

- Good speech, really. So, you recommend…?

- Live and learn.
Cayetano Gea Martín

miércoles, enero 26, 2005

Pesadilla de una noche de invierno

(Escrito nada más despertarme de una pesadilla, sentado en la cama y a oscuras... Lo digo para que no se me critique si: a) Me ha quedado raro, b) Me ha quedado cutre...)
Habrá quien piense que soy mentira, que soy quimera.

Habrá quien crea estar a salvo en casas de hojalata y cables.

Habrá quien corra, habrá quien huya hacia supermercados mientras convierto el agua en sangre, el alma en barro, los alimentos en podridos fragmentos de carne de cerdo, la muerte en certeza. Habrá quien grite cuando me alce con Hipnos y Thanatos, cuando despliegue mis alas mortuorias.

Habrá quien rece, quien se encomiende, quien coma de la carne del hijo de Dios una última vez, vana plegaria al regidor de un universo precario y extinto.

Llegaré, moriréis, el mal se apoderará más aún de este codicioso y codiciado mundo, y una nueva especie será creada. Una que no necesitará petróleo para sus máquinas, ni placebos, ni regazos artificiales.

No huyáis, no durmáis, no os despertéis. Sé que vosotros no lo entendéis, pero aunque al principio estuviera el verbo, al final estará el pronombre Yo.

Soy el que soy.

Los seres humanos no sois más que despreciables bolsas llenas de sangre que sólo valéis para engendrar más bolsas que sólo saben pedir carantoñas idiotas y tele y gobierno y mentiras.

Soy el fin del mundo tal y como es y me apetece beber algo.

Cayetano Gea Martín


lunes, enero 24, 2005

Caras y rostros y máscaras

La vida es un cúmulo de ilusiones perdidas, de vacíos palcos de teatro, de caras sobreexpuestas en el muro de las contemplaciones de la humanidad.

Caras, caras y caras. Observo a esa hermosa mujer que rondará los treinta, su plenitud. Contemplo su belleza madura, su seguridad, su aplomo. Después me contemplo a mí mismo y me descubro pequeño y joven, en más de un sentido. Noto mi deseo de encontrar una mujer así, no ya por la edad, sino por esa madurez que sólo aparece en determinados ojos femeninos.

Sigo buscándote, perdida en un mar de rostros, de máscaras de carnaval. A veces creo atisbarte, pero temo tu imagen y tu rechazo. Te persigo enamorado por las calles de Madrid. Creo ver el reflejo plateado de tu vestido, aunque sospecho que aquel rayo de luna se vuelve a burlar de mí. ¡Becqueriano amor!

Te busco a través de páginas infinitas, de la literatura, acaso el tejido del alma humana. ¿Te busco? No lo sé. Quizá no pongo el empeño suficiente. Quizá desaprovecho oportunidades. Te prometo redoblar esfuerzos, oh, tú, mujer, alma, vida, cosmos; tú, que eres, para mí, tierra santa.
Cayetano Gea Martín

miércoles, enero 19, 2005

Si no me ves



Si no me ves esta mañana gris cuando te levantes, no te molestes en buscarme, ya que significará que hoy por fin, después de tanto tiempo, de tantos intentos, he abandonado mi antigua vida, y con ella, a ti.

Hoy desperté con la sensación de haber cruzado una frontera, un punto de no retorno, de encontrarme del otro lado, de haber terminado de caer por la grieta, de no ser más que una sombra para esta sociedad, un reflejo en el cristal del autobús, alguien en quien la gente vierte su mirada vacuna cuando esperan el Metro, con la indeferencia feliz que provoca su regalado modo de vida. Salvo, claro está, aquel chico que aquel día miró directamente en mis ojos y me sonrío. Oh, sí, me sonrió. Por poseer una sonrisa como aquella sería capaz de condenar al mundo.

Si no me ves esta mañana, es que ya no me verás más. Eso quiere decir que por fin he huido de ti y de tu mediocridad de telespectador de partidos de fútbol, de los domingos de sábanas húmedas y recalentadas, de ir a la cocina en pantuflas rosas, de calentar café y limpiar la imposible de limpiar roña que cubre este hongo de paredes amarillas a la que a veces aún me atrevo a seguir llamando hogar. ¡Hogar! Nunca más.

Estoy cansada. Cansada de mis ojeras, de mi pelo negro que huele a tabaco rubio, de los kilos que voy acumulando, de despertarme los domingos con la el cuerpo pastoso de la formalidad sexual de la noche anterior, sucia e insatisfecha. Cansada de no haber podido cumplir ni uno solo de mis sueños en las frescas noches de los veranos de mi adolescencia. Cansada de verte, de contemplarte, de no quererte.

Si no me ves esta mañana, es porque conseguí reunir el valor suficiente para salir por esta puerta que tengo enfrente de mí. Qué misterios encierran siempre las puertas. A veces, puede ser que no sepamos lo que nos espera del otro lado, como es mi caso. Alguien dijo una vez que hay una puerta por alma, ¿será la mía ésta?

Adiós, Julián. Te diría alguna frase amable para mitigar tu dolor, pero no creo que mi partida te duela. Es más, ambos sentiremos un inmenso alivio, quedémonos con eso. Me interno ya en el anonimato del Metro donde, quién sabe, quizá me esté esperando la sonrisa de aquel chico.
Cayetano Gea Martín

martes, enero 11, 2005

Otra vía de negación de Dios

Él y ella, dos hermanos de diez y doce años respectivamente, avanzaron alegres y despreocupados hacia la Iglesia, donde el padre misionero les habló de la eterna gloria del Señor, de su omnisciente piedad para con todas sus criaturas.

Mientras tanto, a apenas dos kilómetros de allí, un tsunami gigantesco (el cual, lamentablemente, no estaba hecho por ordenador) destrozó su hogar y convirtió a sus padres en puré para gaviotas.

Es decir, que mientras rezaban a Dios, éste les premiaba destrozándoles su mundo.
Cayetano Gea Martín

viernes, enero 07, 2005

Día de Reyes

Los dos hermanos saltaron al unísono de la cama en cuanto el primer rayo de sol dibujó círculos ambarinos a través de la persiana. Atropelladamente invadieron el dormitorio de sus padres y saltaron sobre su cama, al grito de “¡Los Reyes, los Reyes, han venido los Reyes!”, repitiéndolo una y otra vez cual salmo o mantra. El menor de los hermanos, de tres años de edad, abrió un camino a través de las mantas y asomó su cabecita entra la de sus progenitores, los cuales se hacían aviesamente los dormidos para hacerle de rabiar, con una sonrisa de complicidad en sendos labios. El hermano mayor, de seis años, más seguro ya de su potencial físico, agarró la pierna izquierda de su padre y empezó a tirar de ella con todas sus fuerzas. De repente, la madre comenzó a hacer cosquillas a su segundo hijo, provocándole unas claras y contagiosas carcajadas. Así, el tálamo nupcial se convirtió de repente en un revoltijo de sábanas y mantas mientras los padres jugaban con sus hijos, los cuales estaban más pendientes de dirigir a sus padres hacia el salón que de cualquier otra cosa.

Al final, los cuatro se encaminaron hacia el árbol de navidad, aunque bien es cierto que los pequeños llegaron antes, tirándose casi de cabeza encima de la montaña de regalos. Con furiosa urgencia, comenzaron a arrancar los envoltorios, hasta descubrir, maravillados, los presentes. Este año, los Reyes Magos les habían traído justo lo pedido, por lo que su dicha fue completa. Los padres contemplaban embobados a sus dos hijos, sintiéndose los progenitores más afortunados del mundo, pensando que realmente existía la felicidad, e incluso la magia, y que aquel momento eterno ocuparía un lugar privilegiado en su memoria y en sus corazones para siempre.

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Los dos hermanos saltaron al unísono del camastro en cuanto la primera ola inundó su habitación. Atropelladamente buscaron refugio en el cuarto de sus padres, pero éste había desaparecido, tragado por la fuerza del agua. El menor de los hermanos, de tres años de edad, intentó abrirse camino entre las olas que comenzaban a retirase y contempló como sus padres eran manejados cual marionetas y golpeados contra las paredes de la casa por la acción de la resaca. Observó atentamente los reposados rostros de sus padres, y le pareció que éstos se hacían los dormidos. El hermano mayor, de seis años, más seguro ya de su capacidad física, agarró la pierna izquierda de su padre y empezó a tirar de ella con todas sus fuerzas, intentando evitar que desapareciera en el infierno inundado que se podía contemplar fuera. De repente, la cabeza de la madre se estrelló con violencia contra una pared, arrancando alaridos de terror en los dos niños. Así, el tálamo nupcial se convirtió de repente en un revoltijo de agua y sangre mientras los cuerpos sin vida y desmadejados de los padres flotaban entre sus hijos, los cuales se encontraban paralizados por el terror, pero conscientes de que se habían hecho pipí encima, aunque afortunadamente, el agua que les cubría hasta el cuello diluía tan vergonzoso líquido.

Al final, los niños fueron arrastrados con ímpetu hacia el exterior, donde flotaban hasta perderse en el horizonte los restos de miles de hogares destruidos. Con furiosa urgencia, los dos hermanos comenzaron a nadar, hasta poder encaramarse a un tejado flotante. Este año, los dioses les habían castigado por sus pecados. Los dos hermanos contemplaban los restos de aquel apocalíptico naufragio, sintiéndose los seres más desgraciados de toda la creación, pensando que realmente existía el infierno, e incluso que no podía existir el cielo, y que aquel momento eterno ocuparía un puesto de honor en el lugar más negro de su memoria y de sus corazones.
Cayetano Gea Martín

domingo, enero 02, 2005

EL CUENTO DE LA PRINCESA Y LOS METALEROS

Muy buenas tardes, o mañanas, as you wish... Aunque nunca hemos colgado en esta página chistes de esos que te mandan los colegas por Internet, creo que éste merece la pena, por lo que es todo un honor ponerlo aquí... Aunque eso sí, es de un humor bastante concreto y friki, pero, vamos, no creo que vosotros, nuestros respetados y amados visitantes tengáis problemas, dado vuestros antecedentes metaleros, je, je, je...
Gracias a Guillermo (también llamado Pitu, Kalimocho, Gallego, Pérez y mil apodos más) por envíarnoslo. ¡Eres el puto amo!
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Cuento de la Princesa y los Metaleros
“En lo alto de un castillo, hay una linda princesa, que es custodiada por un terrible y gigante dragón”; así se abordaría esa situación según cada estilo:

POWER METAL
El protagonista llega al castillo en un caballo blanco alado, escapa del dragón, salva a la princesa, se van lejos y hacen el amor.

TRUE METAL
El protagonista llega al castillo y vence al dragón en una batalla utilizando su espada. Bañado en la sangre del dragón, se lo hace con la princesa.

THRASH METAL
El protagonista llega al castillo, pelea con el dragón, salva a la princesa y se la tira.

HEAVY METAL
El protagonista llega al castillo en una Harley Davidson, mata al dragón, se toma unas chelas con la princesa y después lo hacen.

FOLK METAL
El protagonista llega con varios amigos tocando el acordeón, el laúd, el violín, y otros instrumentos extraños. El dragón se queda dormido de tanto danzar, y luego se van... sin la princesa.

VIKING METAL
El protagonista llega en un navío, mata al dragón con un hacha, lo cocina y se lo come. Viola a la princesa, saquea el castillo y le prende fuego a todo antes de irse.

DEATH METAL
El protagonista llega, mata al dragón, se tira a la princesa, la mata y se va.

BLACK METAL
Llega de madrugada, en medio de la neblina, mata al dragón y lo empala frente al castillo. Sodomiza a la princesa, la corta con una daga y bebe su sangre en un ritual antes de matarla. Después descubre que ella no era virgen y la empala junto al dragón.


GORE METAL
Llega, mata al dragón. Sube al castillo, se tira a la princesa y la mata. Después se la vuelve a tirar. Quema el cuerpo de la princesa y se la tira de nuevo.

DOOM METAL
Llega al castillo, ve el tamaño del dragón, se deprime y se suicida. El dragón se come el cadáver del protagonista y después se come a la princesa.

NU METAL
Llega al castillo y se jacta de lo bueno que es peleando y de que es capaz de ganarle al dragón. Pierde y coge una depresión. Huye y encuentra a la princesa, le cuenta su trágica infancia. La princesa lo abofetea y se va con el protagonista de “Heavy Metal”. El protagonista “Nu” se toma un prozak y se va a grabar un disco de “The best of”.

ROCK N'ROLL CLÁSICO
Llega en una moto fumándose un troncho y se lo ofrece al dragón, que resulta ser su amigo. Luego acampa con la princesa en la parte más apartada del jardín, y después de mucho sexo, drogas y rock n' roll, tiene una sobredosis de LSD y muere ahogado en su propio vómito.

PUNK
Le tira una piedra al dragón y huye. Pinta una “A” enorme en el muro del castillo. Le hace un peinado mohicano a la princesa y abre un kiosko de fanzines en el pasadizo del castillo. Más tarde, se carga a la princesa al descubrir que ésta tiene sangre real.

PROGRESIVO
Llega, toca un solo virtuoso de guitarra de veintiséis minutos. El dragón se abre las venas de tanto tedio. Llega donde la princesa y toca otro solo explorando todas las técnicas de tonos y compases aprendidas en el último año en el conservatorio. La princesa huye buscando al protagonista de “Heavy Metal”.

HARD ROCK
Llega al castillo en un convertible rojo, acompañado de dos rubias pechugonas y con una botella de Jack Daniels. Mata al dragón con un cuchillo y luego hace una orgía con las rubias y la princesa.

GLAM
Llega al castillo. El dragón se ríe tanto al verlo que lo deja pasar. Entra al castillo, le roba la laca y el pintalabios a la princesa. Luego convence al dragón para pintar el castillo de rosa y para hacerse unas rayas.
Cayetano Gea y Pedro Garrido